Así, sin filtros y con ese tono de resignación que solo tiene quien ha pasado años montando concho, una pasajera soltó esta frase mientras veníamos apretujados en un carro público esta mañana. Bastó con ese comentario para que el resto de los pasajeros asintiera con la cabeza, confirmando lo que ya todos sabemos: el tránsito en República Dominicana está cada día peor.

La percepción de que hay más carros que gente en el país no es solo una exageración. Según cifras de la Dirección General de Impuestos Internos (DGII), en 2023 el parque vehicular dominicano superó los 5 millones de unidades, en un país con poco más de 10 millones de habitantes. Eso significa que, en promedio, hay un vehículo por cada dos personas, una cifra alarmante si tomamos en cuenta que muchas familias poseen más de un automóvil y que la infraestructura vial no ha crecido al mismo ritmo.

El problema se agrava en Santo Domingo, donde el tráfico es cada vez más caótico. En horas pico, un trayecto que debería tomar 20 minutos puede extenderse a más de una hora. El Gran Santo Domingo concentra cerca del 40 % de los vehículos del país, lo que convierte a la capital en una ciudad cada vez menos transitable.

Resolver la crisis del transporte requiere planificación real y políticas públicas que prioricen la movilidad sostenible

Una de las razones por las que el tránsito en Santo Domingo colapsa todos los días es la falta de descentralización laboral. El Distrito Nacional concentra la mayor cantidad de empleos en el país, lo que obliga a miles de personas a trasladarse diariamente desde Santo Domingo Este, Santo Domingo Oeste, Santo Domingo Norte, incluso de la provincia San Cristóbal hasta el centro de la ciudad.

Este desplazamiento masivo genera un tráfico infernal en las principales avenidas de acceso, como la 27 de Febrero, la John F. Kennedy, la Máximo Gómez y la Luperón. Cada mañana, miles de vehículos entran al Distrito Nacional, y cada tarde, la historia se repite en sentido contrario, con un tapón interminable que se extiende hasta altas horas de la noche.

Para reducir la carga vehicular en la capital, es necesario fomentar la creación de empleos en cada municipio. Si más empresas se instalaran en Santo Domingo Este, Norte y Oeste, menos personas tendrían que trasladarse al centro todos los días. Esto no solo ayudaría a reducir el tráfico, sino que mejoraría la calidad de vida de quienes pierden horas en tapones y transporte público deficiente.

Si tantos dominicanos optan por tener un vehículo propio, es porque el transporte público no les ofrece una alternativa viable. Los carros de concho siguen siendo la columna vertebral de la movilidad urbana, a pesar de ser un sistema obsoleto y caótico.

Las guaguas, en su mayoría, son incómodas y no cumplen con los estándares mínimos de seguridad. El Metro y el Teleférico han aliviado la carga en ciertas rutas, pero su alcance sigue siendo limitado y no cubre toda la demanda. Mientras tanto, el servicio de autobuses de la OMSA es insuficiente y muchas de sus unidades no están en condiciones óptimas.

Esta crisis de movilidad afecta directamente la calidad de vida de los ciudadanos. Un trabajador promedio gasta entre dos y tres horas diarias en el tráfico, tiempo que podría dedicar a su familia, estudios o descanso. Además, el estrés de enfrentar el caos vial diariamente tiene un impacto en la salud mental y emocional de la población.

Resolver la crisis del transporte y el tráfico en República Dominicana requiere más que quejas y resignación. Se necesita una planificación real y políticas públicas que prioricen la movilidad sostenible.

La ampliación del Metro y el Teleférico es un paso en la dirección correcta, pero no es suficiente. Se necesita un sistema de autobuses moderno y eficiente, con rutas bien planificadas que reduzcan la dependencia de los carros de concho.

Además, es urgente implementar medidas para desincentivar el uso excesivo de vehículos privados. En otras ciudades del mundo, se han adoptado estrategias como restricciones por número de placa, peajes urbanos y mejoras en la infraestructura para peatones y ciclistas.

Otro punto clave es la descentralización laboral. Si más empresas, instituciones y comercios se establecieran fuera del Distrito Nacional, el flujo de personas que entran y salen de la capital diariamente disminuiría significativamente. Es necesario incentivar a las empresas a abrir oficinas en Santo Domingo Este, Norte y Oeste, con políticas de apoyo, exenciones fiscales o mejoras en la infraestructura de estos municipios.

Mientras el país siga dependiendo de los carros de concho y los vehículos privados para moverse, la frase de aquella pasajera seguirá siendo una realidad: en este país, parece haber más carros que gente. Y mientras no se tomen las medidas necesarias, el tráfico seguirá robándole tiempo y calidad de vida a los dominicanos.