En el mes de julio pasado señalaba que la situación política en Europa y los Estados Unidos ofrecía paralelismos con los escenarios anteriores a las primera y segunda guerras mundiales ya que los votantes de estos territorios indicaban, a través de sus preferencias, estar experimentando sentimientos de desconfianza y necesidad de protección.
Desde entonces en Alemania y en los EEUU se celebraron elecciones y los resultados volvieron a reflejar esa tendencia. Como todos sabemos, en noviembre del 2024 los candidatos más populistas del partido republicano obtuvieron los mejores puntajes y en Alemania, en febrero de 2025, el partido que registró mayor aumento en simpatías fue el de la extrema derecha. Eso no es todo: los dirigentes políticos también están exhibiendo comportamientos y declaraciones que favorecen el crecimiento de un clima de guerra.
En el artículo de julio de 2024 mencionaba que, aterrorizantes como son, estos conflictos han solido traer beneficios económicos a América Latina. A principios de marzo de 2025 una noticia que luego fue desmentida por una de las partes daba cuenta de la disposición de los rusos a adquirir bienes producidos en República Dominicana ante la escasez del suministro proveniente de Asia y de regiones que le son más cercanas.
Esta tentativa de intercambio comercial tiene cierto paralelismo con un evento que tuvo lugar en la cuenca del Caribe justo antes de la II Guerra Mundial y cuyas particularidades fueron recogidas parcialmente por el historiador Bernardo Vega en su libro “Nazismo, fascismo y falangismo en República Dominicana”, y complementadas en un relato de José Manuel Armenteros que fue incluido en su biografía, “Casi cien años de memorias de un hombre de números largos”.
El Icíar no era una embarcación de tipo militar sino de transporte de mercancías, concretamente tabaco que iba a ser vendido por Juan March, el controvertido hombre de negocios mallorquín. Pasó con los debidos permisos para la realización de una operación de compra por un alto valor en dólares, operación que fue detenida a mediados de su ejecución y el dinero congelado. Se emitieron dudas sobre el contenido del buque así como sobre el destino y uso de los fondos. Durante más de cinco años nacionales ingleses, norteamericanos, dominicanos, italianos y españoles se vieron involucrados en una maraña tan complicada que todavía hoy es difícil desenredar en su totalidad.
Al final, el dinero fue “descongelado” y devuelto (sin intereses) a una de las partes. Se perdió tiempo, liquidez y algo de reputación. La persona que pudo obtener un beneficio más palpable de toda esta saga fue el hijo de uno de los participantes en las negociaciones para recuperar el dinero. A este hombre le ofrecieron un puesto en la construcción de proyectos en razón de su disposición a tratar de encontrar soluciones. Mantener relaciones comerciales en tiempos de guerra puede traer beneficios, ciertamente, pero también puede ser tan riesgoso como ser parte del conflicto mismo.
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