Desde el mes de enero vengo suplicando la instalación de bolardos -para mí bolas- en la acera que está frente a mi casa. He tenido un viacrucis. Solicité infinidad de veces una cita con la arquitecta Diana Martínez, directora nacional de Patrimonio Monumental, Departamento de Tramitación y Proyectos de la ADN. Todo inútil, nunca la encontré ni recibí respuesta.

Hice cartas, tomé fotos y nada…

El 14 de junio, hace dos meses y nueve días, escribí en este mismo medio sobre el uso de las aceras. ¡Oh suerte! Aunque era sábado, recibí una llamada el mismo día de ese departamento, me prometieron resolver el problema. Todo quedó en promesas.

Que conste, el parqueo de vehículos no molesta ni siquiera a mi vista, simplemente me duele el dinero que pagamos de impuestos y los préstamos internacionales que se hacen, que muy caros son y que de no cuidar esos espacios y darle el uso debido es dinero perdido.

Pero el dinero es lo de menos, porque como dicen, “los cuartos están hechos”.

He visto con mucha esperanza las multas que van a poner por el parqueo en las aceras, pero parece que solo es aplicable en los sectores de clase media-alta y que los niños que importan son los de los colegios, porque serán multados los que se parqueen en las entradas de los mismos.

Detrás de mi casa se encuentra la escuela inicial y básica “Padre Billini”, pero no detrás, es que por mi calle y frente a mi casa es por donde entran y salen los niños y ya el año escolar empieza de nuevo. Como la acera siempre está ocupada, tienen que caminar por el medio de la calle y temo lo peor. No quiero ser testigo, ni lamentar una tragedia.

Viene a mi mente un artículo que escribí en un periódico hace cerca de treinta años en que planteaba un problemita al ADN, Fello Suberví era el síndico de la ciudad porque no se les llamaba alcalde. Como en esa época los departamentos de prensa, todo lo que atañaba a una gestión y que salía en los periódicos, diariamente se pasaban un informe. Lo mío llegó hasta él, pero hubo una diferencia con la presente gestión. Me contactaron, no para prometerme nada, porque nada pedía, me invitaron a pasar, no por el despacho. Me enviaron un carro con un chofer y me llevaron a su casa. Allí lo conocí y me llevé una de las mejores impresiones. Recuerdo que me dijo que por qué no hablé con su hija Natalie, de quien fui su profesora en tercero de primaria y por medio de ella llegar hasta él.

Pensando en eso, cuando los brazos y las piernas no funcionan, hay que ir a la cabeza y plantear la situación y explicar el porqué se necesitan unos bolardos en el frente de mi casa.

Los funcionarios medios están para solucionar esos pequeños problemas, de no ser así, no existieran y la cabeza de cada institución se ocuparía hasta de contratar a los plomeros cuando hay tuberías atascadas o cuando los bombillos se fundieron y ocuparse de todo.

Es una pena que solo se publiquen “dizque lo que están haciendo”, muchas veces cosas irrelevantes y que salgan fotos de “picazos” y “cortes de cintas”. Cuando las pequeñas cosas ni molestan, ni hacen ruido, no son tomadas en cuenta.

Elsa Guzmán Rincón

Bibliotecóloga

Maestra y Bibliotecóloga, retirada.

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