La semana pasada les hablé del pensamiento tribal que es una forma de razonamiento en la que las personas adoptan creencias, opiniones o ideologías basadas en su identificación con un grupo específico, en lugar de evaluar las ideas de manera objetiva o racional.

El pensamiento tribal, de alguna manera, está mediado por el modelo de conciencia que Paulo Freire denominaba Conciencia Ingenua.

En este modelo de conciencia el sujeto adopta una actitud ingenua ante la realidad; se cree superior a los hechos; su interpretación de la realidad es muy simplista y aérea; sus argumentos son más emocionales que racionales; tiende a la polémica más que al diálogo. La conciencia ingenua olvida la realidad, prescinde ella.

Y hablo de conciencia ingenua porque en este modelo de sociedad se ha tomado la emoción como un todo. Pero resulta que la emoción no enseña a pensar, sino a reaccionar.

Esto provoca que si la opinión que emite el otro no está de acuerdo con lo que yo entiendo debe ser (o es) lo correcto la tendencia que se asume es el insulto y no el argumento.

Dicha tendencia la observamos con frecuencia en las redes sociales, al punto de que casi constituye un riesgo opinar en un tema que genere pasiones desbordantes como la migración haitiana, por ejemplo.

Hoy en día el monopolio de la manipulación social lo perdió el Estado y ahora pasaron a obtenerlo los influencers, aquellos que han logrado amasar una buena cantidad de seguidores en sus redes, que son quienes ponen los temas de tendencia y conversación de la sociedad. A ellos la gente les cree como si se tratara de dogma de fe.

La educación dominicana ha fallado en la formación crítica de la sociedad, la gente no logra entender que detrás de cada opinión que se emite en cualquier medio subyacen diferentes factores como la ideología, los intereses coyunturales, el contexto sociopolítico, etc.

Imbuir a todo un pueblo de un orgullo desmedido de superioridad, enseñarle a presumir de su insensibilidad y a perpetuar la humillación de las naciones vencidas utilizando las redes esparcir el desprecio hacia los demás, es inadmisible, pero eso está de moda no solo en República Dominicana.

La "cuestión haitiana" pasó de la preocupación a la pasión, por lo que se hace escabroso su abordamiento racional. Es difícil liberarse del linchamiento de las redes sociales cuando se asume una posición neutral o diferente. Cualquier opinión conciliatoria rápidamente es calificada como prohaitiana por "los patriotas" quienes incluso hasta piden muerte a  "los traidores".

En su tratamiento, cada día hay que ser cuidadoso con el lenguaje porque cualquier enfoque que no repita los eslóganes de las posiciones confrontadas es vista con recelo y el cúmulo de ataques e insultos, hasta con la autoridad de invitar a abandonar la patria, ha hecho que muchas personas sientan miedo de expresar su opinión al punto de que se ha dado lo que llamo “el miedo de opinar o disentir”.

Y es importante aclarar que esto no ocurre solamente con el tema haitiano, es con cualquier otro tema que genere pasiones y emociones como, por ejemplo, la agenda LGBTQ, el aborto, género, etc.

Aquí hace tiempo se perdió lo que decía Voltaire: “No estoy de acuerdo con lo que dices, pero defenderé hasta la muerte tu derecho a decirlo”.

Rafael Alvarez de los Santos

Escritor y educador

Escritor y educador. Autor de las obras, Vivencias en broma y en serio y La Sociedad de la Nada. Twitter: @locutor34 Facebook: vivencias en broma y en serio

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