Siempre hay varios ángulos, diversas miradas, al aproximarnos a todo fenómeno y cada texto. Y desde cada ojo, y cada transparencia de la lucidez de la conciencia, la intencionalidad busca y responde desde diversas sensibilidades e intereses. Ni existe una óptica única, ni la suma de todas nos da la perspectiva correcta. ¡Sin meternos con el asunto de la verdad, que ahí la cuestión se complica!

Edith Stein y Martin Heidegger fueron muy cercanos a Edmund Husserl, ambos asistentes del maestro. Literalmente Husserl articuló una galaxia de pensadores y pensadoras, unos fieles, otros rebeldes, a sus planteamientos, que únicamente lo superó su discípulo Heidegger a lo largo del siglo XX.

De Edith Stein -señala Carmen Revilla Guzmán- se ha dicho que entendió la filosofía como una philia, una amistad, casi una erótica del saber, haciendo de su dedicación a ésta una actividad que marca desde el comienzo su biografía intelectual; a la filosofía, así entendida, dedicó ciertamente su vida, caracterizada por una actitud que se constituye lentamente y se transforma en compromiso, siempre radical.

Comentando ella sobre la vida de Hans Lipps (1889-1941) dirá que “…el encuentro con Husserl supuso el comienzo de una nueva vida”, lo que se aplica a ella y a otros del círculo husserliano. Semejante al caso de Juan Bosch que luego de leer todo lo producido por Hostos en 1938 señaló que nació de nuevo, o más radical, cuando en el exilio europeo de 1966 al 1970 estudió a fondo el marxismo, lo que le llevaría a señalar en 1975 que su compromiso con el socialismo no le iba a permitir morir en la mentira. Si Husserl cambió radicalmente la vida de Stein (1913), más hondamente lo hizo su conversión al catolicismo (1921-1922).

En 1936 -ya con los nazis en el poder en Alemania- publica su obra Ser finito y ser eterno, y como un apéndice a ese libro redacta un texto titulado La filosofía existencial de Martin Heidegger. Ellos se conocieron en Friburgo en el verano del 1916, y de entrada descubrió el enorme talento de Heidegger y con el tiempo atisbó claramente los puntos de separación de él y Husserl, sobre todo al salir su obra Ser y Tiempo en 1927. Ella escribirá en una carta a Roman Ingarden: “Que Heidegger es una eminencia y que puede meternos a todos nosotros en el bolsillo, también yo lo creo, apoyándome en su libro”.

Hubo desencuentros. Una muestra es que Heidegger en 1931 se negó a apoyar la habilitación docente de Stein en Friburgo. Ese hecho la hizo abandonar la carrera académica y precisamente con el libro del 1936 y su apéndice ella por un lado articula en gran medida su perspectiva desde Agustín y Tomás de Aquino, y articula su visión de Heidegger, sobre todo en Ser y Tiempo. A mediados del año en que Heidegger se opuso a su habilitación señalará Stein que la filosofía de Heidegger es: “…la filosofía de la mala conciencia”.

La misoginia de Husserl y posteriormente la de Heidegger le bloqueó la merecida carrera académica que su brillantez y trabajo le deparaba, previo incluso al ascenso de los nazis. El favoritismo de Husserl por Heidegger tuvo como pago el rechazo de éste por su maestro en la medida que la tormenta antisemita del nazismo azotaba todas las facetas de la sociedad alemana. El flamante rector nazi de Friburgo hizo todo lo posible para que no lo relacionaran con Husserl, ni con Stein, ni Hannah Arendt, ni toda la intelectualidad judía que poblaba las universidades alemanas y especialmente el movimiento fenomenológico.

Stein siempre estuvo atenta a su maestro, aún a la distancia. Husserl muere en 1938 y ella es asesinada el 9 de agosto de 1942 en el Campo de concentración de Auschwitz, Oświęcim, Polonia. Fue una de las vidas segadas en el genocidio nazi contra los judíos y otros pueblos y grupos sociales, semejante al genocidio cometido por Trujillo contra la población negra de la frontera norte en 1937 o el genocidio palestino actual ejecutado por la extrema derecha israelí actual en el poder.

La muerte nos persigue, no es cosa del pasado, como sigue vigente el totalitarismo, el exterminio de pueblos mediante el hambre y la violencia, el odio hacia las mujeres, el racismo y el sometimiento de multitudes para enriquecer minorías. Y no son las bestias como Hitler, Trujillo o Netanyahu las únicas responsables, detrás y al lado de ellos hay empresarios, intelectuales, líderes sociales y religiosos, y la indiferencia de multitudes, porque siempre el mal suma y articula a muchos por la codicia, el ansia de poder y hasta el miedo de ser víctima en lugar de ser victimario.

Desde ese contexto tan complejo es importante analizar lo que Stein señala como el existencialismo de Heidegger, a cuenta de saber que el mismo Heidegger rechazó ser considerado como existencialista a pesar de que casi todos los estudiosos de su pensamiento lo vinculan y hasta lo consideran como el verdadero fundador de esa corriente filosófica, sin negar que Kierkegaard, Nietzsche y hasta Kafka son considerados los grandes precursores.

El existencialismo -en la filosofía, la literatura, el cine y como estilo de vida- es producto de las dos grandes guerras mundiales y los totalitarismos fascistas y estalinista, tal como un fruto es producto del árbol que lo gesta. Que Heidegger sea su padre no es coincidencia y que Ser y Tiempo se publicara equidistante entre el final de la primera y el inicio de la segunda Guerra Mundial no es fortuito.

David Álvarez Martín

Filósofo

Doctor en Filosofía por la Universidad Complutense de Madrid. Profesor de la Pontificia Universidad Católica Madre y Maestra (PUCMM). Especialista en filosofía política, ética y filosofía latinoamericana.

Ver más