El mundo de hoy es un escenario de contrastes. Vivimos en una era de avances tecnológicos sin precedentes, donde la inteligencia artificial, la biotecnología y las energías renovables están transformando la manera en que trabajamos, nos comunicamos y cuidamos el planeta. Sin embargo, estos progresos coexisten con desafíos globales como el cambio climático, la desigualdad económica, los conflictos geopolíticos y la desinformación en la era digital.

La digitalización y la inteligencia artificial han revolucionado la vida cotidiana. Desde el teletrabajo hasta los algoritmos que personalizan nuestras experiencias en línea, la tecnología ha hecho más eficiente la producción y el acceso a la información. No obstante, también ha generado preocupaciones sobre la privacidad de los datos y el desplazamiento laboral por la automatización.  Sin pretenderse “predicciones”, lo que está claro al analizar la coyuntura global es que no vienen tiempos fáciles para las grandes mayorías planetarias.

Todo, por el contrario, la llegada de la “motosierra” de Donald Trump augura más penurias, por lo tanto, más resistencia, más luchas populares. El socialismo, hoy por hoy muy golpeado, no ha desaparecido de la perspectiva histórica de la humanidad, aunque Javier Milei ande vociferando por ahí: “tiemblen zurdos de la mierda”, la lucha popular por un mundo mejor continúa.

Por otro lado, la medicina ha avanzado a pasos agigantados con tratamientos innovadores, como la terapia génica y las vacunas de ARN mensajero, que han cambiado la manera en que enfrentamos enfermedades. La ciencia también esta logrando grandes avances en la lucha contra el cambio climático con el desarrollo de energías limpias y soluciones de sostenibilidad.

A pesar de estos avances, la brecha entre ricos y pobres sigue creciendo. Mientras algunos países disfrutan de prosperidad económica, otros enfrentan crisis humanitarias debido a guerras, desastres naturales y corrupción. La inflación y la crisis del costo de la vida afectan a millones de personas, especialmente en economías emergentes.

Además, la crisis climática es una amenaza inminente. Fenómenos extremos como huracanes, incendios forestales y sequias se han intensificado, afectando la producción de alimentos y desplazando a poblaciones enteras. A pesar de los esfuerzos de algunos gobiernos y organizaciones, las acciones globales aún parecen insuficientes para frenar el calentamiento global.

Los avances científico-técnicos que se van logrando en el mundo son fabulosos. Estamos ya plenamente en la era de tecnologías deslumbrantes, impensables apenas unas décadas atrás: informática, espacio digital, robótica, inteligencia artificial, viajes interplanetarios.

Todo ello podría ser de gran beneficio para la humanidad completa, pero el modo de producción capitalista vigente impide que esos portentosos avances sirvan para resolver ancestrales problemas. Junto a todas esas maravillosas capacidades continúan el hambre, la ignorancia, la exclusión, enfermedades previsibles, falta de satisfactores básicos. Con los modelos actuales de desarrollo, con el auge sin parar de planteos neoliberales, es imposible lograr equilibrios más justos. Las asimetrías, a la que se refiere Manuel Salazar, continúan profundizándose.

La tendencia actual es a concentrar en forma creciente las riquezas en muy pocas, poquísimas manos, mientras mayorías cada vez más extendidas viven en condiciones precarias, con mucha penuria, a veces de pura sobrevivencia. La clase trabajadora a nivel internacional, y los pueblos, han sido

Dominados (domesticados, disciplinados) por la clase dirigente, a nivel de cada país y en un contexto mundial.

Los ideales socialistas de décadas pasadas han sido sacadas de circulación, muchas veces de forma sangrienta, lo cual no significa que haya perdido vigencia, lo que ocurre es que no hay un clima de transformación revolucionaria como en el pasado. Lo mas a que pareciera poder aspirarse es a gobiernos progresistas, llegados por voto popular, siempre en el marco de la incuestionable institucionalidad capitalista burguesa

El Poder de la Información y la Desinformación

En la era digital, la información circula más rápido que nunca. Sin embargo, junto con la democratización del conocimiento, también ha proliferado la desinformación. Las redes sociales han permitido que noticias falsas y teorías conspirativas se expandan, afectando la percepción pública de temas clave como la salud, la política y el medioambiente.

Los gobiernos y las empresas tecnológicas enfrentan el reto de regular estos contenidos sin comprometer la libertad de expresión. Mientras tanto, los ciudadanos deben desarrollar un pensamiento critico para discernir entre información veraz y manipulada.

 Un Futuro por Definir

El mundo de hoy es un reflejo de nuestra capacidad de innovación y resiliencia, pero también de nuestras fallas como entes pensantes y portadores de ideales de avanzadas y progresistas. La forma en que como enfrentemos los retos actuales determinará el futuro de las próximas generaciones. La tecnología, la cooperación internacional y una mayor consciencia social serán claves para construir un mundo más justo y sostenible.

A pesar de la incertidumbre y la penuria en que se vive en el mundo de hoy, hay razones para el optimismo: la solidaridad en tiempos de crisis, el despertar ecológico y el avance de los derechos humanos en muchas partes del mundo son señales de que aún podemos dirigirnos hacia un futuro mejor sin opresión ni explotación  ni desigualdad.

Julio Disla

Estudió Comunicación Social en Universidad de La Habana, con un posgrado sobre Prensa Internacional en el Instituto Internacional José Martí, en Cuba. También estudió Pedagogía Mención Ciencias Sociales en el Centro Regional Universitario del Noroeste (CURNO), extensión de la UASD. Laboró como periodista en el Nuevo Diario, El Hoy y El Nacional de Ahora. También para los noticieros radia Noti tiempo, Radio Comercial, Acción Informativa, Radio Acción, Santiago y Disco 106, en la capital. Fue director de prensa de la Agrupación Médica del Seguro Social. Ha escrito varios libros; entre ellos De Pueblos y Héroes, Onelio Espaillat, ejemplo de firmeza y Agenda de la Libertad. Reside en Estados Unidos.

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