El grupo Wagner es una entidad paramilitar que actúa como ejército privado al servicio de los intereses rusos. Fue creado en el 2014 y actúa como un grupo de mercenarios, crueles, eficientes y bien pagados.
Compuesto por unos cuantos miles de hombres reclutados en las cárceles y dirigido por Yevgueni Prigozhin, un amigo y protegido del presidente ruso Bladímir Putín, comenzó sus operaciones en el Dombás(parte oriental de Ucrania) en el 2014. Han operado en Siria, en Libia, en conflictos internos de otros doce países africanos y también se ha comprobado su presencia en algunos países latinoamericanos. En todo caso, actúan defendiendo los intereses de la Federación Rusa.
A mediados del mes de abril de este año se dio la información de que algunos documentos filtrados de los archivos del Pentágono establecen que este grupo estaba operando en Haití. Aunque la naturaleza de la participación del grupo no ha sido bien esclarecida(las agencias de inteligencia de los Estados Unidos no han ofrecido detalles precisos sobre los documentos filtrados), se dice que los documentos afirman que el Grupo Wagner ha ofrecido su colaboración al gobierno de Ariel Henry.
En la capital haitiana también se han identificado manifestantes con banderas rusas al lado de las bandas armadas, causantes de la inestabilidad social y política en Haití. No se puede dudar que por su naturaleza mercenaria, el Wagner podría ofrecer su servicio a cualquiera de los bandos en pugnas y al mismo gobierno de la atribulada nación. El apoyo de este grupo de temerarios guerreros, con destrezas y experiencia de combate, puede garantizar el control de toda la nación a quienes lo tengan de su lado, lo que podría proporcionar un nuevo enclave ruso en América que contribuiría al incremento del área de influencia y a los sueños expansionistas de Bladimir Putín.
En Haití existe un buen caldo de cultivo para que Bladimir Putín, “pesque en río revuelto” y consiga imponer otro gobierno títere, esta vez, en América y a menos de mil kilómetros de los Estados Unidos. Solo favorece a la no proliferación del socialismo en América Latina, que Cuba ya no se empeña en sostener guerrillas e intervenir en otros países para imponer el comunismo como en los mejores tiempos de la Revolución cubana durante las décadas de los 60 y 70 del siglo pasado. Sin embargo, independientemente de la actitud cubana y su desinterés por lo que acontece en el cercano país de Haití, el liderazgo ruso podría tener sus propios planes y valerse de este grupo de mercenarios para conseguirlo.
Han sido desatendidos los llamados de la ONU a sus naciones miembros, del mismo gobierno haitiano, del dominicano, de y otras naciones que reclaman ir en ayuda de Haití para estabilizar políticamente la empobrecida nación, pero las grandes potencias de esta lado del mundo son indiferentes ante las reiteradas peticiones de acudir en auxilio de Haití. La indecisión de los Estados Unidos, Canadá, Francia y los demás países poderosos del lado occidental, de abstenerse de prestar una ayuda importante para resolver el problema de la inestabilidad en Haití, ha abierto la posibilidad de que sean los rusos quienes lo hagan.
Las potencias occidentales dejan a su suerte a los pequeños países del área. Esto tiene un sentido positivo que se ha reflejado en la mayoría de las naciones latinoamericanas que en la actualidad han podido escoger gobiernos izquierdistas sin la injerencia de ninguna potencia exterior. México, Chile, Perú, Colombia, Argentina, El Salvador, Brasil, etc., actualmente cuentan con gobiernos de izquierda y no son hostigados por los Estados Unidos. Pero así como es positivo que los norteamericanos no interfieran en la soberanía y en la elección y el mantenimiento de gobiernos socialistas en estos países, su política exterior tampoco ha sido suficientemente influyente como para poner fin a gobiernos represivos de la extrema izquierda como los de Nicolás Maduro en Venezuela y el de Daniel Ortega en Nicaragua. Dos signos de debilidad que también se manifiestan en la indiferencia para actuar en el delicado escenario haitiano.
En otros tiempos, en situaciones menos amenazantes para la implantación en su cercanía de un otro sistema socialista en un país satélite del imperialismo adversario, los Estados Unidos habrían intervenido para evitarlo y un buen ejemplo lo tenemos en lo que hicieron en nuestro país en 1965. Con una situación menos riesgosa enviaron rápidamente 42,000 marines a la República Dominicana por temor a que se implantara “otra Cuba” en su patio trasero.
Aunque finalizó la Guerra Fría que imperó durante gran parte de la segunda mitad del siglo XX, nuevas situaciones de competencia por la hegemonía mundial, obligan a los países imperialistas a tomar las medidas necesarias para conservarla en un mundo cada vez más competitivo en los órdenes político, económico, tecnológico y militar. En esta crucial competencia, Estados Unidos parece quedarse a la saga en el nuevo escenario Mundial. Mientras esta última nación, se amilana como potencia mundial de primer orden, la Rusia de Bladimir Putín parece reasumir los propósitos de la antigua URSS. Con sus objetivos imperialistas ha enviado sus tropas a Chechenia, a Georgia, a Siria, le arrebataron la península de Crimea a Ucrania en el 2014 y la invadió de nuevo en el 2022, quitándole una franja con más del 20% de su territorio en su lado oriental. Ahora parece extender su brazo hasta América a través de sus mercenarios del Grupo Wagner.
Más que una falta de visión estratégica de su liderazgo político, la indiferencia de los Estados Unidos en cuidar su traspatio, parecería un signo del inexorable declive del poder hegemónico que tuvo mayormente durante la segunda mitad del siglo XX. La nueva actitud del imperialismo nortemericano, se presenta ante el temerario embate de Rusia, seguida con el mismo tesón por la República Popular China.
Desde 1991, dejó de existir un mundo bipolar para dar paso a uno unipolar encabezado por los Estados Unidos, pero en los últimos tiempos, este último parece decaer y resurge un mundo bipolar, esta vez sin los Estados Unidos en la balanza.