“El problema no es el hecho de tener dudas y sentir miedo. El problema es cuando esas dudas y esos miedos condicionan nuestra forma de pensar y de actuar hasta el punto de convertirnos en seres intolerantes, cerrados y quizás, sin darnos cuenta, incluso racistas”. Papa Francisco
Cuando era niña jugaba a los chistes de colmos: el colmo de un avaro, de un mudo y otros tantos. Hoy en día, en la vida cotidiana ya no se trata de juegos, sino más bien de una competencia de colmos absurdos y amenazantes.
El aumento exponencial de la lista de barbaridades y disparates que se observan a diario en las opiniones orales y escritas de ciertos personajes ocurre en medio de una indiferencia casi generalizada.
Vivimos un momento histórico casi insospechable hace algunos años. La figura de un monstruo como Hitler duró años en cristalizarse. Este pasó de ser un exsoldado caído en desgracia a convertirse en líder del partido político más votado en Alemania. Este salto se produjo como resultado de un conjunto de factores que fueron desde el miedo al comunismo hasta la grave crisis que vivió Alemania como resultado de las imposiciones a las que fue sometida por los vencedores de la Primera Guerra Mundial. No surgió de un día para otro. Ahora los monstruos se forjan en mucho menos tiempo.
En lo que nos toca vuelvo a preguntarme quién está detrás de la Antigua Orden Dominicana. ¿Quiénes son los ideólogos reales de este movimiento que usa un lenguaje simplista, mezcla los conceptos, enreda a la gente con algunas palabras claves, miente sin rubor y consigue logros?
Las fuerzas ultraconservadoras se han mantenido vivas después de la caída de Trujillo. Cuando llegué a este país, sentía que había una línea divisoria invisible pero palpable entre trujillistas y antitrujillistas. Era algo no dicho, tomando en cuenta que nunca hubo en este país una comisión de la verdad. Existía solamente un who’s who no escrito.
Esta línea se volvió cada vez más borrosa con las reagrupaciones de personas alrededor de los diferentes líderes y partidos políticos que han dirigido la República Dominicana y de las prebendas que estos fueron distribuyendo, creando diferentes lealtades. A la fecha de hoy, en sentido general, “na’ es na’ y to’ es to’” y lo que hace la línea divisoria es la decencia, la honestidad y el respeto de los derechos fundamentales.
Al no reaccionar frente a los reiterados llamados al odio, que han ido in crescendo, nuestros gobiernos han permitido lo que vemos cada día más abiertamente en las redes como referencias al liderazgo de Mussolini, admiración declarada por Hitler, pancartas nacionalistas mezclando a patriotas como Juan Bosch y Juan Pablo Duarte, con el tirano Rafael Leónidas Trujillo y el tal Ángelo intentando torpemente reescribir la historia patria.
Antes de la marcha del pasado domingo, la Antigua Orden Dominicana publicó una nota de prensa donde se atrevió a plantear expresamente que se restrinja la libertad de expresión reclamando la prohibición de fotografiar las deportaciones, lo que equivale a prohibir a la prensa hacer su trabajo en violación franca a la libertad de expresión, las leyes y la Constitución.
No es menos preocupante la falsa narrativa de la marcha reportada por algunos medios de comunicación y la militarización del parque Independencia con un despliegue llamativo de fuerzas militares y policiales, que hizo decir a la propia Antigua Orden que la respuesta de las autoridades había sido más eficiente que lo que ellos mismos habían solicitado.
Sin embargo, en la prensa de este lunes empiezan a salir algunas opiniones bien fundamentadas de psicólogos y médicos que cuestionan la deportación de parturientas, una de las últimas 15 medidas para enfrentar la inmigración, reclamando un cambio de protocolo. Según el psicólogo Luis Vergés, este tipo de acciones contradice la naturaleza bondadosa de los dominicanos y genera efectos contraproducentes que superan cualquier beneficio esperado.
Frente a todas estas incertidumbres, espero que el presidente de la República, que ha vuelto del entierro del papa Francisco donde demostró su sincera aflicción, haya asumido el reiterado llamado del Santo Padre a favor de los migrantes y de los más pobres. No es casual que un grupo de migrantes esperara la llegada de los restos del Pontífice en las escaleras de acceso a la basílica romana.
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