Con el acuerdo firmado de manera oculta entre el señor Maxy Montilla Sierra y el Ministerio Público, para quedar libre de culpas y de ser sometido a la acción de la justicia por supuestos actos de corrupción, a cambio de la devolución al Estado de una suma que supera los tres mil millones de pesos, incluyendo la devolución de propiedades inmobiliarias, al pago de más de 431 millones de pesos a la Dirección General de Impuestos Internos (DGII) y una indemnización de 600 millones de pesos a las distintas EDES. Durante la investigación realizada, el señor Montilla se declaró culpable de las acusaciones hechas en su contra y a testificar contra los implicados en dicho entramado, el cual forma parte de la “Operación Anti pulpo”
Una vez más, con este tipo de acción, este estamento del Poder Judicial acaba de enviar una mala señal al país, a las presentes y a las futuras generaciones, de su permisividad y debilidad ante los que distraen, se apoderan y desvían los recursos públicos de nuestras instituciones públicas, pues se les señala que lo moral, lo ético, lo correcto, no importa ni interesa, sino, el dinero que se pueda recuperar.
El que se apodera de lo ajeno, el que comete fraudes para lograr operaciones dolosas, el que evade el pago de sus impuestos aprovechando el tráfico de influencias políticas, aunque devuelva una parte de lo obtenido ilícitamente, continúa siendo un vulgar delincuente. Este acuerdo de devolver parte de lo sustraído, no es más que una vulgar admisión del hecho del que se le imputa.
El señor Maxy Montilla, propietario de diversas empresas de suministro de equipos, materiales y servicios eléctricos, fue contratista por muchos años de las Empresas Distribuidoras y Comercializadoras de Electricidad EDE Sur, EDE Norte y EDE Este, quien logró conformar una gran estructura corrupta para manipular los procesos de licitaciones exigidos por la Ley 340-06, sobre Compras y Contrataciones Públicas, a través de un entramado societario, en combinación con funcionarios de dichas empresas comercializadoras de electricidad.
En ese entramado de fraudes participaron varias de sus empresas, en el que siempre resultaba ganadora una de ellas. Según algunos tratadistas en Derecho Penal, esta decisión no fue fruto de un juicio oral, público y contradictorio, sino de una negociación a puerta cerrada, en la que se negoció su libertad, a cambio de la devolución de una mínima parte de lo distraído. De haberse celebrado dicho juicio público, oral y contradictorio, en el mismo debieron participar, también, todos los funcionarios que formaban parte de dicha estructura societaria, tal como se hizo con otros imputados de otros entramados fraudulentos.
Dicho señor había declarado que participó en diferentes licitaciones por más de 13 mil millones de pesos, lo que iba en detrimento de las empresas de la competencia, las cuales siempre se quejaban del favoritismo por las empresas de Montilla, las cuales siempre resultaban beneficiadas en dichas licitaciones. Sus empresas eran proveedoras de todos los materiales, equipos, suministros y servicios eléctricos requeridos por las distintas Edes del país para sus operaciones. De ahí que algunas de ellas daban muestra de ciertas eficiencias en las construcciones e instalaciones de nuevos proyectos eléctricos en diferentes comunidades del país, pues eso se convertía en más beneficios económicos para su empresas.
Con este penoso acuerdo, el Ministerio Público y la propia Procuraduría General de la República se descalifican ante el país, pues dan a demostrar que no confían en los jueces de los distintos tribunales, que es preferible que el Estado dominicano recupere parte de lo distraído y no que el imputado sea condenado a una pena mínima y al pago de una fianza. Con este mal proceder se le hace un flaco servicio al país y se le envía una señal equivocada a las presentes y a las futuras generaciones. Se les señala que si se distraen miles de millones de pesos y se devuelve una mínima parte de lo distraído, ya su pena quedará cumplida, se libertad será recuperada y usted volverá a ser una persona honorable y respetada en la sociedad.
Según algunos expertos, cuando alguien decide devolver una parte de lo sustraído, es porque sustrajo por lo menos diez veces más de lo devuelto. Pero aun logrando su libertad, mantener a su favor grandes fortunas indecorosas y cosas materiales, se pierde lo más sagrado de un ser humano, algo que no se volverá recuperar jamás: la dignidad, la moral, la confianza y la credibilidad perdidas; además, sobre esta persona y toda su familia, serán cubiertas y arrastradas por el lastre de una mancha indeleble, que nunca se borra. Este es el costo de la ambición desenfrenada. Qué pena y qué vergüenza.
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