Vigo, Galicia.- “Nuestro planeta es el único con café”, lee una pintada en uno de los pasillos del centro comercial más grande en esta ciudad viguesa y en promoción de la deliciosa bebida con granos de distintos países de Africa y América.

Ello rememoró en mi algo de nuestra historia cafetalera y recuerdos de una pequeña estancia cafetalera de mis padres en Río Prieto, en la altura de Yauco, tras sus retiros luego de largos años de labor.

Allí conocí de su esmerado y cuidadoso cultivo, sus florecidas y recogida tanto como su secado, procesado y beneficiado. Las variedades eran el caracolillo, caturra, excelsa, borbon, limaní y otros. Tras su cuidadoso tostado, molienda y mezclas de granos se produce una deliciosa bebida que ha acompañado tanto a los puertorriqueños como a ciudadanos del mundo en algunos casos desde el siglo xv.

Muy conocidas y vistas son las obras de arte de algunos cafés europeos tan impresionantes como los reales que se acostumbran a ver con sus sombrillas quitasol sobre avenidas, calles internas e históricas.

Las cafeterías a las que me refiero, las callejeras y con quitasoles, son espacios de varias dimensiones. En principio, sirven para conversar con un amigo, para coqueteos de novios, para reunirse con los compañeros de escuela o de trabajo. Y hasta para reconciliaciones de amores o acuerdos de fin. También acuerdos comerciales e inspiraciones literarias.

El café es la bebida protagonista de estos lugares y ha sido un impulso para hacer, pensar y platicar sobre todo y de nada. Un fuego líquido y amargo que en tan solo un par de minutos late con fuerza en las venas y nos empuja hacia adelante, a movernos, a evadir el sosiego. De ahí la celebridad de la bebida y de los lugares que la sirven.

Recuerdo la historia del ovejero árabe Kaldi quien descubrió el efecto estimulante de los granos en sus cabras que tras mordisquear los granos maduros las hacían retozar llenas de energía. Kali preparó una bebida con los granos y los efectos estimulantes fueron todo un éxito.

De ahí su cultivo mundial en países con geografías ideales para ello hasta llegar a América.

Un peculiar dato en nuestra historia se registra a mediados de la década del 1940 cuando el vicealmirante de la marina en el Caribe Robert B. Ellis invitó a observar las operaciones navales en Vieques al dictador dominicano Rafael Leónidas Trujillo. La invitación la extendió a visitar La Fortaleza, asumiendo poder militar sobre el civil en Puerto Rico.

Tras anunciar la visita, el gobernador Luis Muñoz Marín no objetó, pero se fue en viaje de pesca a San Tomás. Antes de su partida ordenó que solo se sirviera café en la actividad. Muñoz sabía que con café se conversa, pero no se brinda.

El sabor de la bebida despertó en mi probar granos de otros países. Por ello cada vez que visito Santo Domingo insisto en café, pero de granos de Barahona, Bahoruco, Duarte, La Vega, Monseñor Nouel y Monte Plata.

Y en la peatonal y comercial calle del Príncipe en esta ciudad viguesa, junto a mi amor, hablando de todo y de nada, casi al término de nuestra visita en tierras gallegas, ordenamos la deliciosa bebida. “A mi, que me den la taza llena”, pedí.

Luis Rubén Sanchez

Periodista

Luis Rubén Sánchez es un veterano periodista puertorriqueño ex editor de la mesa latinoamericana de The Associated Press en N.Y. Actualmente preside las emisoras de radio y televisión digital Boricuatv y Boricuaradio.digital.

Ver más