Reciente, el joven Jean Pumarol Fernández, de 30 años, de familia acomodada residente en el ensanche Naco de la capital dominicana, apuñaló a seis personas, una de las cuales falleció, incluido su padre, quien dijo que su hijo había sido diagnosticado con esquizofrenia paranoide, según psicología y la psiquiatría tradicional, hacía diez años y que estaba medicado.
Según los expertos, posiblemente el atacante, en medio de su crisis violenta, confundió la realidad con sus delirios. Creyó que diferentes personas eran una; y que un familiar o vecino serían impostores o sujetos falsos. Tal vez oyó voces que los incitaban a actuar contra personas que lo perseguían o pretendían hacerle daño, según los síndromes de Capgras y Fregoli.
Estos casos son aislados. Aunque ocurren a menudo en el país y en el mundo. Por suerte la incidencia de estos trastornos mentales es baja de 1 a 2%, o sea, existen uno o dos casos de esquizofrenia paranoide por cada cien personas.
Sin embargo, las causas de estas dolencias son terriblemente complicadas. Hay dos visiones o explicaciones. Una es la que la relaciona con la fe o con el ámbito mágico -religioso, que atribuye sus causas a la ‘’brujería’’, “posesión”, o una fuerza maligna. Esta visión viene desde la antigüedad, a través de los griegos, los árabes que la transmitieron a los europeos, y es la que ha predominado hasta nuestros días, por las limitaciones de la ciencia para ofrecer una explicación satisfactoria.
La otra explicación es la científica, que revela que estos comportamientos obedecen a dos grandes influencias: la biológica y la ambiental. En la primera intervienen la química cerebral, las hormonas, factores genéticos, las señales sensoriales. Y, en la segunda, las experiencias antes de nacer, y las influencias tempranas, las presiones culturales, condiciones ecológicas, y las creencias, entre otras.
Por suerte, ha progresado la medicina de precisión. Una iniciativa lanzada por el presidente Obama en 2015 que tiene como objetivos lograr diagnósticos certeros, en base a estudios de genes, pruebas de laboratorios, historia familia, estudios de imágenes, alimentación, estilo de vida; y en consecuencia aplicar tratamientos eficaces, gracias a los cuales la enfermedad sea combatida correctamente por procedimientos y medicamentos específicos. Los especialistas planifican e indican maneras de actuar y tratamientos a partir de enfermedades bien definidas. Últimamente se han fabricado nuevas gamas de medicamentos para controlar y, en lo posible, curar estas dolencias.
La buena noticia es que esta tragedia tiene su lado positivo. Sirvió para alertar a las autoridades para que adopten políticas públicas que otorguen mayor importancia a la salud mental y la medicina de precisión; que influyan en la obtención de estos medicamentos a precios asequibles; dispongan de más recursos para investigación, la prevención y tratamiento; amplíen y fortalezcan los centros de atención psiquiátricos, en particular, el hospital Padre Billini o el 28, y para que asignen fondos y medios con el fin de educar a la población en esta vital rama de la ciencia de la salud.
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