Después del parto ocurren contracciones uterinas cuando el órgano de la vida vuelve a su tamaño y posición normal, a estos dolores y espasmos se le conoce como “entuertos”. Este vocablo también se emplea en el sentido: “enderezar entuertos”, es decir, cuando se busca enmendar sinrazones, como en mejorar abusos cometidos.
Otras acepciones hacen de la palabra entuertos una acción para caracterizar o incluso cambiar el rumbo de los procesos históricos: de esta manera se habla de los entuertos de nuestra historia, como de los entuertos de cientos de años de colonialismo y la necesidad de enderezar los entuertos históricos de la nación dominicana.
De golpe y porrazo, como si de una orden administrativa de la Oficina Oval se tratara, el presidente electo de los Estados Unidos da por zanjada la situación de la guerra entre Rusia y Ucrania y, es más, quien otrora fuera la víctima ahora pareciera que anduviera por los senderos históricos de la dictadura y el negocio turbio.
En nuestro patio lloran los entuertos cuando de un cambio de gobierno se trata. Todas aquellas cosas absurdas y casi penables del pasado gobierno, y que requerían de asumir determinados entuertos de la cosa pública, se constituyen en la justificación necesaria de los nuevos gestores del estado.
La generación eléctrica por Punta Catalina, el excesivo precio de los combustibles, especialmente, de la gasolina, la grosera tendencia al incremento de la deuda externa por la vía de empréstitos, y otros tantos entuertos, debían ser objeto de una acción inmediata que permitiera enderezar “tantos entuertos”.
Pero como de entuertos se trata, lo que antes sirvió para justificar la salida del poder de un partido que ya mostraba “cierto cansancio”, por un ejercicio prolongado en la administración de la cosa pública, hoy estos mismos argumentos son la razón de la permanencia, luego de un largo período de gestación intrauterina y posparto electoral.
Hay quienes dicen que los entuertos, como espasmos y dolores, se ponen de manifiesto en muchos de los ministerios por un manejo inefectivo o de otra índole de los recursos del presupuesto. Y, por supuesto, no sobran los argumentos de quienes señalan, de nuevo, que será necesario enderezar muchos entuertos en el futuro.
Como de embarazos deseados y no deseados, como incluso de partos normales, con fórceps o cesáreas, se ha ido complejizando la época que vivimos, en muchos ámbitos de la geopolítica en el presente, serán necesarios en futuros indeterminados llevar a cabo muchos otros entuertos, solo espero que con un mayor sentido ético.
Esta época caracterizada por la posverdad, en que es imposible discernir la verdad de la no verdad, lo ético de lo que no lo es, lo moral de lo amoral, en fin, de una subordinación y reorganización de las realidades según la ideología de conveniencia o más bien de la voluntad política preferida, ¿en qué sentido enderezo mis entuertos?
Unos liderazgos políticos salidos de catálogos de moda o de vitrinas de tiendas de ropa para damas o caballeros y no de la fragua que supone la verdadera lucha política que se libra entre patios y callejones ante las necesidades de un pueblo que ve su vida excesivamente limitada, buscan resolver los entuertos en reuniones de hoteles de lujo, con buenos almuerzos y no menos, mejores vinos.
Liderazgos que se han construido sobre la base de la estructura emocional colectiva y no de la racionalidad que ofrecen opciones plausibles ante el juicio crítico de una realidad caracterizada por la exclusión, la injusticia social y la reproducción permanente de esquemas de explotación y pobreza.
¿Cuáles entuertos serán necesarios llevar a cabo, para que las nuevas generaciones que van emergiendo construyan un nuevo imaginario social que modele, al mismo tiempo que construya, nuevos liderazgos políticos centrados real y efectivamente en el bienestar colectivo?
¿Será necesario entonces, como Villamán nos planteara hace ya algún tiempo en un libro que recobra sentido hoy, la necesidad de “Trastocar las lógicas y empujar los límites”? Definitivamente sí, es necesario que la cultura política dé un giro de 180º, para que pueda ser orientada hacia el porvenir de todos y no de unos cuantos.
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