Mientras el mundo está inmerso en la persecución de información carente de contenido, existen noticias que, al menos en Estados Unidos, no reciben la cobertura necesaria, como los asesinatos y la persecución de cristianos en Nigeria, hechos que han desencadenado una grave crisis humanitaria.

Nigeria es un país con una identidad religiosa marcada por el islam, el cristianismo y diversas prácticas religiosas mixtas, lo que lo convierte en una nación multicultural. Sin embargo, esta diversidad ha provocado que el país, ubicado en la parte occidental del continente africano, experimente actualmente un estado de alerta permanente, sin la debida intervención de la comunidad internacional.

En pocos meses, un total de 200 personas han sido asesinadas como resultado de una persecución motivada por la fe y las creencias religiosas de comunidades cristianas, todo ello bajo un clima de violencia sistematizada. Esta realidad no resulta ajena a un país con múltiples antecedentes de golpes de Estado y conflictos entre distintos grupos étnico-religiosos.

No obstante, la cultura de la distracción digital impide que las naciones se hagan eco de la penosa realidad nigeriana, debido a la inmediatez promovida en sociedades cada vez con menos estructuras, a merced de proyectos digitales que fomentan lo rápido, lo fácil y lo meramente mediático.

La atención global ya no se sostiene en la profundidad de los problemas, sino en su capacidad de competir por segundos de visibilidad.

Nigeria es solo un ejemplo de que las transformaciones sociales que, al menos, mi generación demandaba no provienen de complejos proyectos sociales que exijan cambios estructurales profundos en la dinámica social. La atención global ya no se sostiene en la profundidad de los problemas, sino en su capacidad de competir por segundos de visibilidad.

Hoy, medir nuestro nivel de productividad y rendimiento parece haber quedado en el pasado, sustituida por una lógica donde el impacto emocional inmediato vale más que la reflexión colectiva. Ni la masacre en Gaza ni el control de las bandas en Haití, ni la persecución religiosa en Nigeria logran romper el cerco de la indiferencia global.

Vivimos saturados de información, pero empobrecidos en conciencia. De distracción, ciertamente, ya estamos servidos.

Miosotis Ledesma de Jesús

Abogada y comunicadora

Miosotis Ledesma es abogada, comunicadora y trabaja en relaciones publicas,

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