La tradición hispánica establece la civilización en América a partir de la llegada de Cristóbal Colon a la isla que hoy ocupan Haití y República Dominicana. En el devenir histórico, el hecho se conmemora con diferentes nombres: Dia de la raza, El descubrimiento de América, Encuentro de las culturas y El inicio del exterminio de la raza originaria.
Pero, el encuentro entre culturas se produce en verdad, en Dajabón y “Wanament”, Juana Méndez para los dominicanos –el pregón de los europeos no fue un encuentro sino una imposición— o más bien, entre República Dominicana y Haití.
Ahí, en la efectividad de ese encuentro entre culturas radica el principal capital cultural de Dajabón. Para muestra un botón:
Instalación hotelera
En el municipio de Dajabón, cabecera de la provincia del mismo nombre, los hoteles pueden contarse por docenas. Algún lector puede pensar –y con derecho– que estoy exagerando. O, pensar, por ejemplo, que de ser cierto lo de la cantidad de hoteles en un pueblo pequeño, ubicado a 300 km. de distancia de la capital dominicana tantas habitaciones serian poco rentables.
Ahora, amigo lector, los que conocen la ciudad del Masacre, saben con precisión que hay días de la semana en que mucha gente tiene que irse a dormir a uno de los pueblos cercanos. Es probable, pongamos por caso que, los domingos y lunes, igual jueves y viernes sea imposible conseguir una habitación en un hotel dajabonero.
La demanda, parece igual de excesiva, se debe a que los lunes y los viernes son los días en que se desarrolla la feria del mercado binacional. Los días de mercado cruzan desde Haití miles de comerciantes, vendedores al menudeo. A pesar de que existen unas instalaciones gigantes para alojarlos, estas son insuficientes. El mercado copa todos los rincones de la ciudad.
La actividad del mercado produce cientos de millones de dólares al Estado dominicano. Las ganancias podrían ser duplicadas si el gobierno se empleara a fondo en la tarea de regular el comercio. La reglamentación podría mermar los movimientos mafiosos propiciados por poderes facticos y por otros poderes no tan facticos.
Dajabón tiene en sus linderos las provincias de Montecristi, Elías Piña y Santiago Rodríguez, bordeando por el lado dominicano al norte, sur y este, respectivamente. Y al oeste limita con la República de Haití. El rio Masacre hace efectiva la división de manera natural.
Dajabón es quizás, y sin quizás, la ciudad fronteriza más cercana a Haití. La distancia es tan corta que usted podría cruzar caminando del parque central de Dajabón al parque central de “Wanament” en cuestión de quince minutos, a un paso rítmico moderado.
Por la cercanía de las dos ciudades viene que Dajabón sea identificada como la antesala de la Patria y capital de la frontera. De esa cercanía bebió Freddy Prestol Castillo mientras escribía la célebre novela El Masacre se pasa a pie. La obra se inscribe en el género de novela-testimonio, narra la matanza de haitianos perpetrada por la dictadura de Trujillo en 1937.
Pero, las elites políticas y económicas de Dajabón sufren de miopía cuando se trata de ver hacia las actividades que implican alguna relación con Haití. Se limitan a ver la cultura de la zona, reducida a las fiestas patronales de Dajabón en honor a Nuestra Señora del Rosario. Las patronales se celebran del 29 de septiembre al 7 de octubre de cada año. La población celebra, además, el carnaval los 27 de febrero de cada año.
En suma, cuando los dajaboneros comiencen a usar anteojos correctivos es probable que vean la necesidad de gestionar el mercado con un activo cultural. Si esto sucede, el ayuntamiento local y el gobierno central podrían generar recursos de todo tipo. El Ayuntamiento, por ejemplo, pasaría a transformarse en el de mayor recaudación local, por encima de todos los demás.
El fenómeno del Mercado binacional de Dajabón debería ser un caso de estudio multifacético. Es decir, que identifique las potencialidades económicas, políticas, culturales y científicas.