Desde que vamos adquiriendo conciencia vamos aprendiendo a sumar y restar, como "esa fórmula" que nos presenta la vida en casi todas las actividades sociales en las que nos involucremos.
Cuando vamos llegando al final de la existencia, es decir, cuando hemos logrado alcanzar una edad "alta" en la que, a través de toda una vida, "sobrevivimos" como equilibristas sorteando obstáculos y esquivando a la muerte en diversas ocasiones, retomamos las matemáticas primigenias de la suma y la resta.
Ya no sumamos o restamos "cosas"; ahora la sumatoria o "restatoria" la enfocamos en nosotros mismos. Cada cumpleaños nos suena como el malletazo del juez ante el acusado, que sin tener un espejo, sabemos que somos nosotros.
Los años vividos quedan como ecos en la memoria. Unos ecos que se van mutando en la distancia y que terminarán dejándonos solos y presentes en los momentos que tengamos por delante.
La resta del olvido es lo vivido. No existe y posiblemente nunca existirá en lo adelante, salvo la presencia de los traídos aquí por nosotros y que también se irán sustrayendo como esa aritmética implacable de los números.
Como el famoso cuento aquel del anciano que al preguntarle su edad respondía nueve u ocho o quizás cinco, a lo que el que cuestionaba "pensaba" que lo estaban vacilando; sin embargo, al "aclarar" el anciano que "esa" era la edad que le restaba de vida…
A mis 62, puedo "asumir" unos diez o quince y, con suerte, veinte, ¡lo cual es un montón! Pero podría ocurrir, como ha ocurrido tanto, que uno se muera de repente, y para darle "seguimiento" a este latido, diré "recién nacido"…
¿Cuántos años tienes? Los años que te quedan. Ya no busques atrás porque no hay nada. Puedes festejar tu noventa aniversario con una fiesta, pero la realidad es que tendrás los años que te faltan por vivir.
A partir de los 40, deberíamos empezar a restar los cumpleaños venideros, así 39, 38, hasta llegar al primero, de nuevo, que serían 80, "en verdad", y si logras continuar, cosa que la mayoría no logra, no pasaremos de los 80, pues volvemos a sumar y de uno (81) seguiríamos hasta "el final", que es el último día…
¡Bueno! Como este latido se puede poner un poco "enredao" con tantos números "básicos", vamos a "restarle" palabras y sumarle. Las palabras finales para concluir. Yo soy un teenager de unos quince años, sin las fuerzas ni ánimos de antes, pero sí con una consciencia más rica y madura.
La vida es una resta y una suma y lo que nos quita, por un lado, nos lo da por el otro. Sigamos celebrando lo vivido y lo por vivir porque todo se acaba, ¡total! ¡No importa cuántos años les sumes ni cuántos les restes porque, lo creas o no, el resultado siempre termina en cero! ¡Salud! Mínimo cumpleanero.
Compartir esta nota