Recientemente, Arismendi Diaz Santana, especialista en seguridad social, preguntaba en el chat del Congreso Cívico: ¿por qué “en Estados Unidos las farmacéuticas juegan con nuestra salud y nuestros bolsillos mientras que en Europa los gobiernos mandaron a volar al libre comercio cuando se trata de vidas humanas?”.
La respuesta es muy simple: una pastilla que en Francia cuesta $30 dólares pueden costar $2,000 dólares en Texas. Y no se trata de una versión más avanzada ni de un tratamiento nuevo, es el mismo medicamento, fabricado por la misma farmacéutica, con idéntica fórmula. Entonces, la pregunta es inevitable: ¿por qué pagar miles en un país y apenas decenas en otro?
La respuesta no es técnica ni médica. Es política y moral. Mientras Europa protege a sus ciudadanos, Estados Unidos protege a las farmacéuticas.
Un mercado sin freno
En Estados Unidos, las compañías farmacéuticas tienen la libertad de fijar los precios que deseen. No existe un control estatal ni una política nacional de regulación de precios, salvo contadas excepciones. La salud se trata como un bien de consumo, no como un derecho.
Las farmacéuticas alegan que los altos precios financian la innovación. Pero cuando ese mismo medicamento se vende a $30 dólares en Francia y sigue siendo rentable, queda claro que no es la innovación lo que se protege, sino los márgenes de ganancia descomunales.
“Lo que ocurre en EE.UU. no es cuestión de rentabilidad, sino de avaricia corporativa amparada por la ley.”
Europa: cuando la vida manda sobre el mercado
En países como Francia, Alemania o España, los gobiernos negocian directamente con las farmacéuticas, fijan techos de precios, autorizan genéricos y priorizan el acceso universal. En muchos casos, si un laboratorio se niega a reducir el precio, simplemente el Estado no lo compra o produce una versión genérica local.
El resultado: medicamentos asequibles, sistemas públicos más eficientes y ciudadanos menos endeudados por cuestiones de salud. Europa ha entendido lo esencial: no hay economía sana con pueblos enfermos.
Lobby millonario vs. bienestar común
En Estados Unidos, el lobby farmacéutico es uno de los más poderosos. En el Congreso, decenas de senadores y miembros de la Cámara de Representantes reciben donaciones de campaña que terminan traduciéndose en leyes que perpetúan la impunidad de los grandes laboratorios. Cualquier intento por regular es acusado de “socialismo”, aunque en realidad se trate simplemente de humanidad.
¿Qué sistema queremos?
La diferencia de precios entre Francia y Estados Unidos no se justifica por ciencia, sino por ideología. Se trata del choque entre dos modelos:
- uno que considera la salud como un derecho colectivo,
- y otro que la trata como una mercancía para quien pueda pagarla.
“Si se puede vender a $30 dolaresy seguir ganando dinero, ¿por qué venderlo a $2,000? Porque se puede. Porque la ley lo permite. Porque el Estado lo tolera.”
Enfermar para enriquecer
El caso de los medicamentos en Estados Unidos revela el lado más cruel del libre mercado y de neoliberalismo. Un sistema que obliga a los pacientes a endeudarse o morir, no por falta de recursos, sino por un modelo diseñado para enriquecer a unos pocos a costa de la vida de muchos.
Frente a esto, el ejemplo europeo demuestra que otra política de salud es posible, una que no tenga que elegir entre rentabilidad y dignidad humana.
Es tiempo de que en Estados Unidos se abra el debate con seriedad: ¿seguiremos aceptando que nuestras vidas sean un negocio? ¿O tendremos el coraje de poner la salud por encima de las ganancias?
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