Siempre he dicho que los dominicanos tendemos a ser extremistas, que no es lo mismo que ser radicales. Ser radical es ir a la raíz del asunto, lo cual implica establecer matices que, por ser tales no dejan de ser parte esencial de la cuestión. Ser extremista es tender hacia lo absoluto y en los fenómenos sociales o políticos nada es absoluto, todo tiende hacia lo relativo. Esto, a propósito del balance que sobre los cinco años de la presente administración hacen tanto la oposición, en sus diversas vertientes, como el gobierno. En su balance, la oposición hace tabla rasa descalificando de forma inapelable las ejecutorias del gobierno. Este se defiende con recurriendo a números comparativos para evidenciar sus logros con relación a administraciones anteriores. En sus alegatos, ninguno establece matices.
Aclaro, objetividad no es sinónimo de imparcialidad, jamás he sido ni seré imparcial. Siempre tomo parte. Pero creo que, en el análisis de un fenómeno social o político, que generalmente son complejos, no establecer la existencia de los matices no solo dificulta el establecimiento de la realidad del fenómeno de que se trate en su justa dimensión, sino que puede conducir a actitudes subjetivas o yerros de lamentables consecuencias. El gobierno da sus números como balance de lo que dice ha sido su desempeño durante cinco años. Con ellos, quiere destacar un desempeño altamente positivo de su gestión, al tiempo de utilizar la comparación como método para establecer que como administración ha sido superior a las que les han antecedido. Entre otros de mucha relevancia, destacan los siguientes.
Un incremento de la esperanza de vida, de 73.3 en 2016 a 75.1 en el 2024; 2.5 millones de nuevos afiliados a la seguridad social, de 15.1 médicos por 100 000 habitantes en el 2019 a 23.5 en el 2025. Incremento de la cobertura de los medicamentos de alto costo, 2.747 a 8.334; un sustancial descenso de la inseguridad ciudadana, pues si en el 2012 la tasa de homicidios era de 23.4, hoy se sitúa en un 8.3, de las más bajo de toda la región. El déficit habitacional era en el 2018 de 32.2 y 27,6 en 2024. La pobreza monetaria era 25.7 en el 2019 y de 18.98 en el 2025; el salario mínimo real era de 248,2 dólares en el 2019 pasando a 371.6 en el 2025, se han creado 154 000 empleos, más que los 110,000 del 2019. El turismo sigue su sostenido crecimiento, se ha avanzado en transparencia, pues de 104 de 180 países al 2024 el país mejoró 8 puntos y 33 posiciones desde el 2020.
En el rango de las economías de la región, la nuestra ascendió al séptimo lugar. Por consiguiente, cuando se afirma que el régimen tiene el país en bancarrota o que está como un carro con el motor fundido, como hacen sectores de la oposición y algunas bocinas, más que pobreza argumental evidencian el cinismo o cretinismo políticos con que generalmente estos se manejan. Una actitud que contribuye al descrédito de los partidos y de muchos de sus dirigentes y a restarle credibilidad no solo a ellos, sino a la política misma. Ignorar esos números es una insensatez. Para fines de información y de debate con la oposición, los números que exhibe el gobierno podrían ser suficientes. Pero, de cara al futuro, para hacer política con objetividad es necesario considerar otros elementos de carácter cualitativos
En su balance, esta administración destaca el buen clima para la inversión extranjera y del incremento de la cantidad de egresados de los centros educativos. Sin embargo, así como fluye la inversión de capital extranjero hacia nuestra economía, hay una sostenida fuga de capital social hacia el extranjero debido a la inexistencia de un clima moral con capacidad de retener sus talentos. Mueve a la reflexión la pobre valoración que tiene la población sobre el Congreso Nacional y los partidos; preguntarnos si en comparación con otros tiempos hemos avanzado o retrocedido en el respeto a derechos inalienables de la mujer, de la niñez y de la población de origen haitiano, si hay o no incremento de actitudes racistas que promueven delitos de odio, tensando nuestras relaciones con organismos internacionales de los que somos miembros y/o signatarios de acuerdos.
Ser conscientes de la existencia de una inflexión en nuestra cultura democrática, medida por el propio gobierno a través de la encuesta hecha por el entonces Ministerio de Economía, Planificación y Desarrollo. De esa circunstancia no es ajeno el activismo de sectores ultraconservadores de procedencia y matrices ideológicas diversas. Recordemos el papel de esos sectores en la discusión, aprobación y promulgación del nuevo Código Penal. Son cuestiones por considerar al rendir cuentas del estado de situación de la sociedad dominicana. De estos lastres no es responsable sólo esta administración, también es consecuencia de la inacción de tantos profesionales, intelectuales y académicos. Al igual que, “2 de cada 3 ciudadanos favorecen el reparto de empleos y contrataciones públicas entre amigos y familiares de los cargos políticos”, etc.
En definitiva, todo balance sin matices carece de objetividad. Sin ella, las acciones futuras serán esencialmente inconducentes.
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