Desde que tenemos consciencia, constantemente estamos tomando decisiones y asumiendo conductas, orientadas a un único fin que nombramos de muchas maneras diferentes, pero que en esencia es una sola cosa: ser feliz. Sentirnos tranquilos, satisfechos, alegres, realizados, complacidos con nuestras vidas y rememorando nuestros recuerdos con regocijo, es lo que consideramos felicidad. En ese mismo orden de ideas, la autoestima es una condición sine qua non para poder ser realmente felices.
Autoestima supone reconocer nuestros propios valores, evaluar nuestros actos con la misma consideración que evaluamos a los actos de nuestros seres más queridos. No se trata de ignorar nuestras debilidades o limitaciones, ni autoengañarnos. Lo correcto es que podamos reconocer nuestros defectos sin juzgarlos, manteniendo respeto y amor hacia nosotros mismos.
Al criar a los niños es de vital importancia reconocerles sus cualidades y sus logros para incrementar su estima y su autoconfianza. Esto debe realizarse sin exageraciones ni falsedades, no hacerles creer que son más de lo que realmente son. Tanto si se creen mejores o peores de lo que realmente son, sería algo que les afectaría en sus vidas de adultos.
Amarse a sí mismo no es ser egoísta, porque quien no puede amarse, tampoco puede amar a los demás.
Amarnos y tener detalles para con nosotros mismos, comprendiendo que, aunque no somos perfectos, de todas formas somos especiales e irrepetibles, nos ayuda a sentirnos bien con nosotros mismos, lo cual es muy gratificante ya que eres con quien pasas la mayor parte de tu vida. Abraham Maslow y Carl Rogers consideraron la autoestima como una necesidad psicológica básica.
Para poder desarrollar autoestima necesitamos: autoconocimiento, autocompasión, encontrarle un sentido a nuestra existencia, saber agradecer y tener capacidad de servir.
En nuestras relaciones sociales, necesitamos ser estimados, al punto de que, si no tenemos ese aprecio, nuestra autoimagen puede ser muy deficiente. Está bien y es sano que valoremos la opinión de los otros, sin embargo, si tu autoestima es muy baja, buscarías esa aprobación con tanta desesperación, que difícilmente podrías sentirte conforme con las manifestaciones de aprecio que recibas. Si yo tuviera mucha necesidad de aprobación, compartir conmigo podría ser muy pesado, por mi constante necesidad de reconocimientos.
Escuchamos personas decir que están buscando “su media naranja”, lo cual nunca encontrarán, por la sencilla razón de que usted no es ninguna media naranja. Nosotros debemos concebirnos a nosotros mismos como naranjas enteras. Somos seres humanos completos, no pedazos que andan buscando a alguien que supla sus carencias. Alguien podría apoyarme en mi búsqueda de desarrollo o realización, pero nadie estaría obligado a complementar mis deficiencias.
La posición de tu pareja debiera ser: sé que puedo vivir sin ti, no dependo de ti, pero te elijo porque eres la persona que he decidido que esté a mi lado a lo largo de mi vida, y vivir contigo me resulta muy gratificante. No es necesario que seas una persona perfecta, me basta con que seas tú.
Si la relación surge desde una autoestima muy baja, se verá afectada por celos, desconfianza, sensación de vacío en la soledad y sumisión desproporcionada. Si alguien en la pareja cree que el otro le hace un favor al estar a su lado, más le valdría apartarse y desarrollar su individualidad. Por otro lado, puede llegar a ser agotador una pareja insegura que necesita estar recibiendo validación constante.
La autoestima favorece un buen estado de ánimo, tranquilidad, honestidad, comunicaciones abiertas, intercambiar ideas sin sentirse atacado y escuchar críticas sin atormentarse. Quien se ama a sí mismo, no necesita usar máscaras o aparentar para relacionarse contigo.
Cuando tienes muy pendiente los defectos o limitaciones de tu pareja es porque seguramente estás perdiendo de vista a los tuyos propios.
La autoestima hace posible amar sin dejar de ser tú, cuidar sin destruirte, dar sin esperar trofeos, y entender que, si te sientes muy inferior a tu pareja, seguramente has escogido a alguien con poca capacidad de descubrir y reconocer las virtudes ajenas. Tu pareja debiera ser la persona con la mayor capacidad de elevar tu autoestima. Alguien egoísta tiene poco interés en reconocer tus cualidades. Muchos estudios muestran que los casados tienden a vivir más y la calidad de relaciones amorosas es determinante para la salud física y mental.
Decía Erich Fromm, “el amor maduro dice: te necesito porque te amo; el amor inmaduro dice: te amo porque te necesito”.
Fomentas la autoestima en los demás cuando no les impides ser ellos mismos, los apoyas en su desarrollo individual, valoras sus triunfos, permites que tengan sus espacios personales, incluso si no los compartes.
La verdadera felicidad necesita compartirse, pero para poder compartirla correctamente, necesitas estar consciente de tu valor como persona. Cuando nos mantenemos bien conectados con los demás, nos gustamos más a nosotros mismos.
Referencias:
- Hirano, H. (2025). Exploring the influence of self-esteem and self-compassion on day-to-day positive and negative affect, levels of stress, and happiness. Personality and Individual Differences. https://doi.org/10.1016/j.paid.2025.111234
- Gawas, A. G. A. (2024). The effect of optimism, happiness and self-esteem on quality of life. International Journal of Psychology Research, 16(1), 45-58.
Compartir esta nota