¿Y qué invento es ese de elegir a los jueces por votación popular? ¿En base a cuáles consideraciones concurriría cada votante a elegir un miembro de la Suprema Corte o un juez de primera instancia? ¿Pronunciarían discursos los candidatos? ¿Convocarían a mítines para exponer sus ideas y propósitos? ¿Ganarían los candidatos, hombres y mujeres, más bonitos y simpáticos? Y la pregunta fundamental: ¿Garantizaría esto una Justicia digna, imparcial y capaz?… (Tengo mis dudas. Basta mirar hacia México, donde acaban de inventar el mismo fracaso, al que concurrió apenas el 13 por ciento de los votantes, para saber lo que nos espera).
Soy periodista con licenciatura, maestría y doctorado en unos 17 periódicos de México y Santo Domingo, buen sonero e hijo adoptivo de Toña la Negra. He sido delivery de panadería y farmacia, panadero, vendedor de friquitaquis en el Quisqueya, peón de Obras Públicas, torturador especializado en recitar a Buesa, fabricante clandestino de crema envejeciente y vendedor de libros que nadie compró. Amo a las mujeres de Goya y Cezanne. Cuento granitos de arena sin acelerarme con los espejismos y guardo las vías de un ferrocarril imaginario que siempre está por partir. Soy un soñador incurable.