El golpe de Estado es una acción en la cual una minoría, empleando la fuerza y la coacción, desplaza del poder político a una mayoría que ha sido elegida a través del diálogo y el consenso.

Hay distintos golpes de Estado. Uno es el llamado cruento o duro, en el que un grupo de militares, con autoridad en el gobierno, violan la constitución, las leyes y las libertades ciudadanas; anulan la voluntad popular y toman el control de los organismos claves del Estado, como los medios de comunicación, el sistema de energía y agua, los puertos y aeropuertos, carreteras y vías de transporte. Además, realizaban apresamientos y allanamientos masivos, asesinatos y torturas.

Uno de los más conocidos de este tipo de golpe de Estado fue el que ocurrió en Chile, donde el doctor Salvador Allende, fue electo presidente en unas  elecciones en 1970 y, tras proclamar  la “vía pacífica chilena al socialismo”,  y a solo mil días al frente del gobierno, el 11 de septiembre de 1973, una Junta militar lo derrocó y gobernó durante 17 años con un saldo de  más de 3,200, entre asesinatos y desaparecidos, incluido el propio presidente Allende durante el bombardeo al palacio de gobierno por parte del ejército de Augusto Pinochet, y el poeta Pablo Neruda, Premio Nobel de Literatura, del que se cree no murió por muerte natural, sino por envenenamiento, en ese mismo mes de septiembre.

El golpe de Estado es el verdugo de la democracia. Es la antidemocracia

Otra modalidad consiste en el llamado golpe de Estado incruento o blando, como el caso de República Dominicana, donde el profesor Juan Bosch ganó claramente en elecciones libres y limpias en 1962, tras liberarse el país de la horrenda dictadura de Trujillo, que duró 30 años. Sin embargo, apenas a siete meses del gobierno, 25 de septiembre de 1963, hace 62 años, lo derrocó una componenda de militares, políticos, empresarios y sectores de la iglesia católica; según ellos, para salvar la patria dominicana de las garras marxistas y evitar que se convirtiera en otra Cuba.

El golpe de Estado es el verdugo de la democracia. Es la antidemocracia. Por ello, vale la pena considerar las consecuencias de lo ocurrido en República Dominicana. A los tres meses del suceso, se alzaron en las montañas alrededor de los 130 principales dirigentes del Movimiento Revolucionario 14 de junio, una de las fuertes organizaciones opositoras del país y, de ellos, cerca de 30 fueron apresados y fusilados, a pesar de que se entregaron, además del líder más carismático y máximo comandante de este movimiento, el doctor Manolo Tavárez Justo.

En abril de 1965, un grupo de militares intentó reponer a Bosch y a su Constitución, a los que llamaban constitucionalistas, intento que resultó fallido; y al dividirse y enfrentarse entre sí las fuerzas armadas y desatarse una rebelión popular, llamada por algunos guerra patria, que fue sofocada por una ocupación militar norteamericana de nuestra patria. Al retirarse, las tropas invasoras dejaron instalado un gobierno compuesto por políticos de corte semidictatorial que gobernó durante veintidós años y cuyo aporte a la democracia aún no ha sido juzgado por la historia.

Las dictaduras militares han provocado muchas víctimas, dolor y atraso político y económico. El vecino Haití es un ejemplo evidente, cuyos problemas se han agravado por esta razón.   En cambio, países como México no han padecido golpes de Estado; son ejemplo de fortalecimiento, de estabilidad y desarrollo democrático.

Afortunadamente, esa ya es una potencia, y en este mes de septiembre celebra en grande su independencia, con un gobierno que encabeza una mujer con altísima popularidad.

¡Abajo los golpes de Estado! ¡Viva México y viva República Dominicana libre y democrática!

*Este artículo puede ser escuchado en audio en Spotify en el podcast Diario de una pandemia por William Galván.

William Galván

Profesor de psicología y antropología de la Universidad Autónoma de Santo Domingo (UASD). Investigador académico y consultor de empresas.

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