El miércoles por la mañana, los restos mortales del papa Francisco fueron trasladados desde la capilla de Santa Marta hasta la Basílica de San Pedro en una emotiva procesión a la que asistió una multitud en la emblemática plaza vaticana. Informe.
Tras una larga espera frente a la entrada de la Plaza de San Pedro, donde un gran número de guardias de la Policia de Roma bloqueaban el paso —los niveles de seguridad en la capital italiana se han elevado al máximo— turistas y fieles de todo el mundo ocuparon finalmente sus lugares el miércoles 23 de abril en los miles de asientos situados frente a la Basílica.
Se instalaron varias pantallas gigantes en distintos puntos de la plaza para que todo el mundo pudiera seguir el acto. El miércoles por la mañana, el cuerpo del papa Francisco fue trasladado de la Capilla de Santa Marta a la Basílica de San Pedro, y los visitantes presentes —católicos y no católicos— se esforzaron por estar allí para lo que describieron como un momento "histórico".
"Es la segunda vez que estoy en Italia cuando muere un papa, pero la primera vez que podré verlo, así que estoy feliz de estar aquí", dijo entusiasmada Anna, de unos sesenta años y originaria de Inglaterra, pero que vive la mitad del tiempo en un pequeño pueblo a dos horas en tren de Roma. "Rezaré con él por el mundo y por la paz".
Unos minutos antes del comienzo de la ceremonia de "traslación" [ritual para el traslado de los restos mortales], comienza la oración pronunciada por el cardenal Kevin Farrell, que actúa como jefe interino del Vaticano. Los fieles abren el librito que les han dejado, en el que figuran los actos de la ceremonia y las oraciones en italiano y latín.
"In nomine Patris, et Filii et Spiritus Sancti". Los fieles respondieron a la fórmula tradicional con la primera señal de la cruz. Los cantos resonaron en el cielo azul abierto. La lluvia, inicialmente prevista, tendría que esperar.
"Un honor"
Los restos del papa, en su féretro cerrado, inician su recorrido hacia la Basílica, puntuado por el potente repique del Campanone, la campana mayor de la Basílica de San Pedro.
La emoción, visible en todos los rostros, se traduce a veces en algunas lágrimas, una sonrisa pacífica y meditativa, los ojos cerrados o levantados al cielo.
"Vine especialmente para el traslado de su cuerpo", explica Donna, de Texas (Estados Unidos). "Es histórico, es histórico", repite, añadiendo que es cristiana bautista, y por tanto protestante.
"No soy católica, pero creo en Dios", dice. En cuanto al papa Francisco, "es un hombre, una autoridad espiritual, y lo honro. Es un honor estar aquí".
"Una energía muy especial"
Al paso del féretro, los fieles, la mayoría de pie en sus asientos, hacían fotos, rezaban o aplaudían. Una de ellas rompe a llorar, consolada inmediatamente por la amiga que está a su lado.
Durante una larga letanía de los santos, a la que la congregación responde sistemáticamente "Ora pro eo" [Rezad por él], el féretro del papa Francisco entra en la Basílica entre los aplausos de la multitud.
"Es muy especial estar aquí", dice Silvia, sentada junto a su marido. Ambos católicos devotos, llegaron el día de Pascua desde Australia. "Siento una energía muy especial", dice, tras ofrecerle un asiento que sigue libre a su lado. "Es extraordinario".
La pareja también presentará sus respetos al papa ese mismo día, antes de partir hacia Melbourne el viernes. Desgraciadamente, será demasiado tarde para asistir a su funeral.
Este texto es una adaptación de su original en francés.
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