La configuración geopolítica de Medio Oriente ha cambiado profundamente desde el 7 de octubre de 2023, y el ataque lanzado por Israel contra Irán el 12 de junio lo confirma. El hecho más visible de este nuevo escenario es el creciente aislamiento de Teherán, que no ha podido contar con el respaldo de sus aliados en Líbano, Irak y Yemen, todos ellos debilitados desde el inicio de la guerra en Gaza hace 20 meses.
La República Islámica de Irán respondió sola al ataque masivo lanzado por Israel el 12 de junio, en el que murieron varios altos mandos militares y que parece haber afectado su programa nuclear.
Sus principales aliados en la región —reunidos bajo el llamado Eje de la Resistencia— guardaron un silencio casi total. Desde octubre de 2023, estos aliados atraviesan momentos difíciles en su enfrentamiento con Israel, que cuenta con el apoyo de Estados Unidos y la Unión Europea y con una ventaja militar muy clara.
En ataques anteriores de Israel contra Irán, estos aliados tampoco reaccionaron de forma destacada. Algo similar ocurrió con el expresidente sirio Bashar al-Asad: su caída, en diciembre de 2024, dejó a Irán sin uno de sus principales apoyos en la región.
Las nuevas autoridades sirias, encabezadas por Ahmed al Sharaa —quien fue conocido como Al Julani cuando pertenecía a Al Qaeda—, adoptaron una postura abiertamente contraria a Teherán.
Vulnerabilidad militar e inestabilidad interna en Irán
Los recientes bombardeos israelíes se produjeron además en un momento en que Irán atraviesa una etapa especialmente vulnerable. Según la prensa israelí, las operaciones militares lanzadas por Israel en octubre de 2024 redujeron la capacidad del país para producir misiles balísticos de combustible sólido y destruyeron sus sistemas de defensa aérea más avanzados, incluidos los S-300 de origen ruso.
Estas ofensivas debilitaron de forma importante la capacidad de Irán para defenderse y responder a ataques.
Al mismo tiempo, el Gobierno enfrenta una fuerte crisis de seguridad interna. En los últimos años, amplios sectores de la población han salido a protestar en su contra y a exigir cambios políticos.
Desde 2022, estas movilizaciones se han vuelto más organizadas y en algunos casos violentas, lo que ha desafiado el control del Estado.
Aunque por ahora estas protestas no se han convertido en una insurgencia, suponen una presión adicional para un régimen que ya está lidiando con amenazas externas.
Además, la situación se agrava con la pérdida de figuras clave: varios comandantes de la Guardia Revolucionaria, cercanos al líder supremo, han sido asesinados en bombardeos israelíes en Teherán, Damasco y Beirut.
La ofensiva israelí y sus efectos sobre el eje
Desde el ataque de Hamás el 7 de octubre de 2023, ha quedado claro el nivel de destrucción que puede ejercer Israel. Los principales líderes de Hamás y Hezbolá han sido asesinados, sus arsenales destruidos casi por completo y las pérdidas humanas suman decenas de miles entre Gaza y el Líbano.
El alejamiento de Siria de la órbita iraní ha complicado aún más el panorama. Teherán ya no puede enviar apoyo militar ni recursos a sus aliados en Gaza y Líbano, lo que le impide ayudarles a recuperar capacidad operativa.
Durante años, Hezbolá fue considerado el principal escudo de Irán en caso de guerra con Israel. Pero desde el ataque israelí del 12 de junio, el grupo ha permanecido al margen.
La muerte de su líder, Hassan Nasrallah, en septiembre de 2024, marcó un punto de inflexión. A partir de entonces, Hezbolá se vio obligado a desarmarse en el sur de Líbano y perdió gran parte de su influencia política.
“El Hezbolá actual ha quedado debilitado a nivel estratégico y cortado de las rutas de suministro que pasaban por Siria”, explicó el analista militar Andreas Krieg, profesor en el King’s College de Londres, en declaraciones a la agencia de noticias AP.
En esos días, el Gobierno libanés presionó a Hezbolá para que no se involucrara en una posible respuesta contra Israel. Su actual secretario general, Naim Qassem, ha evitado declaraciones confrontativas. Algo que se ha interpretado como que es consciente de que una nueva escalada podría generar rechazo entre la población del país.
En Irak, el apoyo a Irán ha sido más simbólico que real. Ni los partidos chiitas ni las milicias aliadas de Teherán han actuado, pese a que Israel habría utilizado el espacio aéreo iraquí para algunos de sus ataques. Una manifestación convocada el viernes por la noche en el centro de Bagdad reunió a pocas decenas de personas.
Desde octubre de 2023, estos grupos armados han evitado involucrarse en el conflicto, por temor a un enfrentamiento directo con Estados Unidos, que mantiene bases militares en el país.
La milicia Kataib Hezbolá —distinta del grupo libanés— lamentó en un comunicado que Israel hubiera usado el espacio aéreo iraquí, y pidió al gobierno expulsar a las “fuerzas hostiles”, en referencia a las tropas estadounidenses. Sin embargo, no planteó ninguna acción concreta ni amenazas.
Los hutíes, una excepción con pocas capacidades
Los únicos que han mantenido acciones ofensivas son los hutíes de Yemen, que hasta este sábado seguían lanzando cohetes contra Israel y atacando barcos relacionados con ese país en el mar Rojo. Esto, a pesar de los intensos bombardeos llevados a cabo por Estados Unidos e Israel contra sus instalaciones militares y civiles. No obstante, expertos señalan que su capacidad real de causar daño a Israel es limitada, tanto por la distancia geográfica como por lo rudimentario de su arsenal.
Para Andreas Krieg, la idea de que los miembros del llamado Eje de la Resistencia eran actores completamente controlados por Irán nunca fue del todo cierta. Y ahora, esos vínculos son aún más débiles.
“Ya no es realmente un 'eje', sino una red dispersa en la que cada grupo se ocupa sobre todo de sobrevivir”, concluyó.
Con AP y medios locales
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