Fuerzas de seguridad vinculadas a una coalición islamista han asesinado a más de 340 civiles, en su mayoría de la comunidad alauita, desde el jueves, según el Observatorio Sirio de Derechos Humanos. El presidente interino de Siria, Ahmed al-Sharaa, reconoció los intensos combates en la costa oeste del país contra facciones leales al antiguo régimen de Bashar al-Assad y ha instado a estas a rendirse.

El mayor episodio de violencia sectaria desde la caída de Bashar al-Assad se viven en Siria; todo un desafío para el presidente interino, Ahmed al-Sharaa, quien había prometido un traspaso de poder pacífico y conformó un consejo de transición que “respetaría todas las minorías del país”.

En solo tres días de combates, fuerzas de seguridad, ligadas al nuevo gobierno, han asesinado a más de 340 personas de la minoría musulmana alauita, según el Observatorio Sirio de Derechos Humanos, con sede en Reino Unido, que ha documentado esta matanza.

El epicentro de esta escalada de violencia es la costa noroeste de Siria, específicamente Latakia y Tartus, bastiones del antiguo régimen de Bashar al-Assad.

Es común que milicias afines al antiguo régimen Assad ataquen puestos de control de la coalición gobernante, pero la tensión se intensificó el jueves en el pueblo de Beit Ana, donde las fuerzas de seguridad se enfrentaron con hombres armados afiliados al ex coronel del ejército durante la era de Assad, Suheil al-Hassan, apodado "el Tigre", quien era considerado uno de los líderes militares más destacados.

"No es una cuestión de estar a favor o en contra del antiguo régimen de Assad (…) Se trata de masacres que tienen como objetivo expulsar a la población alauita", denunció Rami Abdoulrahmane, jefe del Observatorio Sirio de Derechos Humanos.

En diciembre el gobierno de Bashar al-Assad fue derrocado por milicias islamistas lideradas por el grupo Hayat Tahrir al-Sham (HTS) y ahora el gobierno sirio es liderado por Ahmed al-Sharaa, que acusó el jueves a milicias vinculadas a Assad de lanzar ataques coordinados contra sus fuerzas de seguridad en la región de Jableh. 

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Gobierno de transición reconoce abusos durante “operaciones anti insurgentes”

Las autoridades sirias anunciaron el viernes el lanzamiento de una operación de seguridad en la ciudad natal de la familia Assad. La agencia oficial de noticias siria Sana citó a una fuente del ministerio de Defensa diciendo: "Nuestras fuerzas están llevando a cabo operaciones precisas y cualitativas en coordinación con las Fuerzas de Seguridad General contra los restos del antiguo régimen que traicionó a nuestras fuerzas y a nuestro pueblo en la ciudad de Qardaha".

Sin embargo, el Observatorio de Derechos Humanos y activistas de derechos humanos han informado que miembros de las fuerzas de seguridad, incluidos extranjeros, irrumpieron en viviendas y ejecutaron sumariamente a civiles, especialmente en la ciudad de Banias. También han denunciado confiscaciones de viviendas, ejecuciones sumarias y secuestros.

Citada por los medios estatales sirios el jueves, una fuente del ministerio del Interior reconoció "incidentes de abuso individuales" durante operaciones llevadas a cabo por las fuerzas gubernamentales y aseguró que las autoridades estaban trabajando para “remediar estos incidentes”. 

El sábado, el presidente interino al-Sharaa prometió justicia en los casos de abusos de sus fuerzas de seguridad. Sin embargo, mantiene el tono bélico en contra de cualquier oposición.

El viernes, al-Sharaa pidió a los combatientes alauitas del noroeste del país que entregaran sus armas y a sí mismos "antes de que sea demasiado tarde". 

"Han atacado a todos los sirios y al hacerlo han cometido un gran e imperdonable pecado. Han recibido una respuesta que no pueden soportar, así que apresúrense y entreguen sus armas y a ustedes mismos antes de que sea demasiado tarde", dijo al-Sharaa en un discurso transmitido por el canal de la presidencia siria en la plataforma Telegram.

La era post Assad

Estas batallas son un indicio de la magnitud de los desafíos que enfrenta el nuevo régimen islamista en términos de establecer la seguridad en toda Siria, con la presencia de facciones y grupos armados con diferentes referencias, después de 13 años de una guerra civil devastadora.

"Hemos oído disparos y explosiones durante la noche", dijo Ali, un vecino de Jableh que no quiso ser identificado. "Es como una guerra callejera". Señaló que "nada es tranquilizador" con la llegada de refuerzos militares "muy importantes". "La gente se queda en sus casas y todo el mundo tiene miedo". 

Para el gobierno sirio, con islamistas a la cabeza, la comunidad alauita, con una visión casi secular del islam, es la principal amenaza dado que el expresidente Bashar al-Assad y el ala gobernante del antiguo régimen eran alauitas.

Los alauitas representan alrededor del 9% de la población de Siria, de mayoría sunita.

Durante el gobierno de la familia Assad, que duró más de cinco décadas, participaron especialmente en las instituciones militares y de seguridad que reprimieron cualquier oposición.

Aron Lund, investigador de Century International,  asegura que “los militantes alauitas no representan una amenaza para la autoridad de la sharia (ley islámica), pero sí representan un serio desafío local".

"Ambas partes se sienten atacadas y ambas han sufrido atrocidades horribles a manos del otro", añadió Lund, quien considera que el gobierno de al-Sharaa no tiene poder para lidiar con los militantes alauitas, excepto "a través del poder de la represión a manos de extremistas yihadistas que consideran a los alauitas enemigos de Dios".

Otras fuerzas políticas que están en guerra en Siria

Además de los alauitas y de la coalición de los islamistas, otros grupos controlan grandes áreas en Siria. 

Por un lado, las Fuerzas Democráticas Sirias (FDS), lideradas por los kurdos y que incluyen al YPG, se concentran en el norte y este del país. Han estado en guerra durante años contra el fronterizo estado de Turquía, donde son considerados terroristas, y estuvieron en el limbo durante el mandato de Bashar al-Assad.

Sin embargo, en un cambio de rumbo inédito, la semana pasada las FDS acogieron con agrado el llamado al desarme propuesto por las bases kurdas de Turquía como una “oportunidad para construir la paz y una clave para abrir relaciones correctas y constructivas en la región”.

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Este giro se dio tras el nuevo esfuerzo por la paz entre los kurdos y el Estado turco, que inició en octubre de 2024. Una alineación entre Ankara y el Damasco del nuevo régimen, que busca administrar completamente todo el territorio sirio.

Por otro lado, también quedan residuos del autodenominado Estado Islámico o ISIS (por sus siglas en inglés). Estados Unidos, que mantiene tropas en el norte de Siria, ha denunciado que ISIS estaría aumentando su presencia.

Aún no es muy clara la respuesta que tendrá al ISIS el gobierno de transición sirio: conformado por islamistas de al-Nusra, una filial de al-Qaeda que, incluso llegó a combatir contra el Estado Islámico.

Con Reuters y medios locales

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