Dolido por lo que considera una falta de condena por parte del organismo de control nuclear de la ONU a los ataques israelí-estadounidenses, molesto por una resolución previa a la guerra del OIEA que declaraba a Teherán en incumplimiento de sus obligaciones de no proliferación y enfadado porque el arsenal nuclear israelí permanece fuera del alcance de las inspecciones, Irán ha suspendido su cooperación con el OIEA. Pero Teherán podría ser el principal perdedor en esta nueva batalla diplomática.
La última fase de las problemáticas relaciones entre Teherán y el Organismo Internacional de Energía Atómica (OIEA) comenzó poco después de que Israel lanzara ataques masivos y sin precedentes contra Irán el 13 de junio, matando a altos mandos militares y científicos nucleares iraníes.
Cuando la jefa de política exterior de la Unión Europea, Kaja Kallas, declaró en X que los miembros del bloque “están de acuerdo” en que Irán nunca debe tener un arma nuclear, el portavoz del Ministerio de Exteriores iraní, Esmaeil Baqaei, lanzó una ofensiva en redes sociales. “¿Cómo pueden expresar preocupación por el programa pacífico de Irán, que está bajo las inspecciones más estrictas del OIEA, e ignorar el hecho de que el régimen israelí tiene un enorme arsenal de #ArmasNucleares?”, publicó en X.
Como firmante del Tratado de No Proliferación Nuclear (TNP) de la ONU, Irán está obligado a aceptar inspecciones del OIEA. Israel está exento, ya que es uno de los cinco países que no forma parte del tratado.
Aunque Israel ni confirma ni niega poseer armas nucleares, se estima que tiene al menos 80, según el Instituto Internacional de Estudios para la Paz de Estocolmo (SIPRI). Es un antiguo motivo de agravio para los sectores más duros de la República Islámica, que se intensificó a medida que continuaban los bombardeos israelíes.
Para el 19 de junio, Baqaei ya tenía en la mira al director del OIEA, Rafael Grossi. “Usted convirtió al OIEA en una herramienta conveniente para que miembros no firmantes del TNP priven a los miembros firmantes de su derecho básico consagrado en el Artículo 4”, escribió en X, en referencia al derecho a actividades nucleares pacíficas.
La retórica anti-OIEA se concretó esta semana cuando el Parlamento iraní aprobó el miércoles un proyecto de ley para suspender la cooperación con el organismo. Al día siguiente, el Consejo de Guardianes, máximo ente constitucional, aprobó la votación parlamentaria. Para el final del día, el canciller Abbas Araqchi afirmó en la televisión estatal que la suspensión era “vinculante” tras la aprobación del consejo y agregó que “no había duda de su implementación”.
“Doble estándar” de un tratado de la era del sha
La decisión de Irán fue lamentada, pero no sorprendió a diplomáticos y expertos que han trabajado en el tema durante décadas. “Siempre ha sido parte de su táctica detener, interrumpir y luego reanudar la cooperación con el OIEA”, dijo Jacques Audibert, exnegociador francés del acuerdo nuclear con Irán de 2015. “Hoy tienen razones evidentes, porque sus instalaciones se supone que han sido destruidas. Puedo imaginar que políticamente es difícil para ellos”, agregó.
“Han suspendido, no se han retirado. Y aunque se habla de una posible salida del TNP, eso no ha ocurrido. Aun así, la suspensión de las inspecciones alimentará la narrativa de que Irán pretende construir un arma”, señaló James Dorsey, investigador principal en la Escuela de Estudios Internacionales S. Rajaratnam en Singapur y conductor del popular pódcast 'The Turbulent World of Middle East Soccer'.
Irán firmó el TNP en 1968, durante el gobierno del sha Mohammad Reza Pahlavi, quien fue derrocado en la Revolución Islámica de 1979. Durante más de cuatro décadas, las autoridades iraníes han denunciado el “doble rasero” que obliga al país a cumplir un tratado heredado del sha, mientras Israel desarrolla armas nucleares sin temor a sanciones o críticas de Occidente.
A diferencia de Corea del Norte, Irán nunca se ha retirado del tratado por temor a una respuesta devastadora de Israel o, peor aún, de Estados Unidos.
Ese elemento disuasivo colapsó este mes con una guerra de 12 días que dejó al menos 627 iraníes muertos y cerca de 4.900 heridos, según cifras oficiales. Grupos de derechos humanos aseguran que la cifra supera los 1.000 fallecidos. En tanto, los ataques de represalia iraníes contra Israel mataron a 28 personas, según las autoridades israelíes.
Leer tambiénRadiografía de 12 días de guerra: muertes, daños nucleares y consecuencias de la escalada Irán-Israel
Mientras el presidente estadounidense Donald Trump anunció un “alto el fuego” el lunes, Irán nunca ha utilizado ese término, describiendo el fin de las hostilidades como una “pausa en los ataques de represalia” contra Israel.
En una cumbre de la OTAN en La Haya, Trump comparó los ataques a las instalaciones nucleares iraníes con los bombardeos atómicos de EE. UU. sobre Japón en 1945. “Cuando uno ve Hiroshima o Nagasaki, eso también terminó una guerra”, dijo Trump. “Esto terminó una guerra de otra forma”.
Pero los expertos no están tan seguros de que se haya acabado el conflicto. “Creo que la razón por la que EE. UU. insiste en decir ‘ya está, hemos terminado’, es porque Trump no quiere quedar atrapado en una guerra más larga”, apuntó Dorsey.
Jugando a largo plazo
Trump puede estar pensando a corto plazo, pero Irán tiene una larga trayectoria de juego a largo plazo con el OIEA. En 2018, cuando Trump retiró a EE. UU. del Plan de Acción Integral Conjunto (JCPOA), también conocido como acuerdo nuclear de 2015, Teherán esperó un año para que Washington regresara antes de anunciar su retirada parcial en mayo de 2019.
Dos años después, Irán dejó de implementar el Protocolo Adicional del acuerdo, que otorgaba al OIEA derechos de inspección reforzados, incluyendo visitas sorpresa y vigilancia continua. No obstante, Irán continuó cumpliendo con el Acuerdo de Salvaguardias del OIEA hasta que los bombardeos israelíes de este mes cortaron el acceso a los sitios nucleares.
“Irán respetó el acuerdo hasta 2019. Cuando eso no logró que EE. UU. regresara, comenzó a incumplir diversas disposiciones, incluida la limitación en el enriquecimiento de uranio”, explicó Dorsey. “La razón original para enriquecer al 60% era presionar a EE. UU. para volver al acuerdo. Las circunstancias han cambiado desde entonces”, argumentó.
Tras los ataques a las instalaciones nucleares iraníes, las miradas se posaron sobre los 408,6 kg de uranio enriquecido al 60% que Irán había acumulado, según el OIEA en mayo. Trump y su secretario de Defensa, Pete Hegseth, criticaron a la prensa por afirmar que los bombardeos solo retrasaron el programa nuclear unos meses. Aseguraron que las capacidades nucleares de Irán fueron “aniquiladas”.
Aunque algunos funcionarios iraníes admitieron que las instalaciones sufrieron graves daños, el líder supremo Jamenei aseguró el jueves que "los enemigos no lograron nada con esta guerra".
"Atacaron nuestras instalaciones nucleares, pero no lograron nada importante", aseguró.
Audibert fue tajante: “Estamos en una fase de puesta en escena, alejada de la realidad. Lo que dijo Jamenei no tiene sentido. Afirmó que fue una gran victoria, que Israel casi colapsa y que Irán le dio una bofetada a EE. UU. Eso no es real. Por su parte, el secretario de Defensa estadounidense intenta convencer de que fue un éxito total. No los pongo al mismo nivel, pero ambos están en fase de puesta en escena”.
Un “pretexto” para el ataque
Para verificar los hechos, es necesario reunir pruebas sobre el terreno. Durante los 12 días de guerra, el OIEA consideró imposible evaluar los daños, ya que “perdió visibilidad de las reservas de uranio enriquecido desde que comenzaron las hostilidades”, dijo Grossi a la cadena France 2 el miércoles.
“Durante una guerra no podemos inspeccionar, no podemos movernos. Pero apenas cesen las hostilidades, y dado lo sensible de este material, creo que es de interés de todos que reanudemos nuestras actividades lo antes posible”, añadió.
Grossi también criticó la decisión de Irán de suspender su cooperación con el organismo. “La cooperación de Irán no es un favor, es una obligación legal mientras siga siendo parte del TNP”, recalcó.
Pero Teherán está particularmente molesto con el organismo luego de que el 12 de junio la Junta del OIEA aprobara una resolución que lo acusaba de violar sus obligaciones de no proliferación.
Leer tambiénEl organismo nuclear de la ONU declara que Irán incumple con sus obligaciones de no proliferación
Un día después, Israel lanzó su ofensiva. Aunque no mencionó la resolución del OIEA, el vicepresidente de EE. UU., JD Vance, la citó para justificar la acción militar.
En los primeros días del conflicto, Grossi aclaró en múltiples medios que el OIEA no había concluido que Irán estuviera construyendo un arma nuclear. Pero sus declaraciones no calmaron a Teherán.
“Demasiado tarde, señor Grossi. Usted ocultó esta verdad en su informe absolutamente sesgado”, escribió Baqaei en X, acusando al OIEA de haber proporcionado un “pretexto” para el “ataque ilegal” de Israel contra las instalaciones nucleares pacíficas de Irán.
El viernes por la noche, y bajo creciente presión internacional, Irán volvió a rechazar a Grossi, negándole el acceso a las instalaciones bombardeadas.
“La insistencia de Grossi en visitar los sitios atacados bajo el pretexto de las salvaguardias no tiene sentido y quizá sea malintencionada”, dijo Araghchi en X. “Irán se reserva el derecho de tomar cualquier medida para defender sus intereses, a su pueblo y su soberanía”, concluyó.
Rusia exige que Irán coopere
Más allá de su retórica, Irán tiene poco margen de maniobra ante el OIEA y el Consejo de Seguridad de la ONU.
En caso de negativa de cooperación —como rechazar inspecciones, ocultar materiales o no justificar la presencia de uranio— el OIEA puede remitir el caso al Consejo de Seguridad, lo que podría derivar en sanciones, mayor presión diplomática o llamados a renegociar.
En este tema, Irán está aislado incluso entre los cinco miembros permanentes del Consejo. El jueves, el canciller ruso Serguéi Lavrov pidió expresamente que Irán retome su cooperación con el OIEA.
“Nos interesa que continúe la cooperación entre Irán y el OIEA, para que todos respeten las reiteradas declaraciones de Irán de que no tiene ni tendrá planes de desarrollar un arma nuclear”, dijo Lavrov en una rueda de prensa en Moscú.
Durante la guerra, sus aliados más cercanos —Rusia y China— ofrecieron respaldo retórico, pero poco apoyo concreto. Ambos son potencias nucleares y miembros permanentes del Consejo de Seguridad con escaso interés en una Irán nuclear que desestabilice aún más Medio Oriente.
Retirarse del TNP implicaría un mayor aislamiento. Una resolución del Consejo podría conllevar nuevas sanciones que agravarán la ya difícil situación del pueblo iraní.
“Suspender las inspecciones es una violación [del TNP]”, advirtió Dorsey. Y agregó: “Esto no es una membresía gratuita: uno firma compromisos que incluyen el grado de enriquecimiento y la obligación de permitir inspecciones”.
Aunque algunos en la comunidad internacional pueden entender la reacción de Irán tras los ataques, la presión para que cumpla sus compromisos será cada vez mayor. “Si Irán no cumple, se interpretará como que quiere conservar la libertad de desarrollar un arma”, dijo Dorsey. “Irán es un país sancionado desde casi toda la existencia de la República Islámica. Seamos claros: en ese sentido, Irán es su peor enemigo”, concluyó.
Este artículo fue adaptado de su versión original en inglés.
Compartir esta nota