Tras los ataques israelíes y estadounidenses contra instalaciones atómicas de la República Islámica en junio, Irán manifestó su disposición a retomar las conversaciones nucleares con Estados Unidos, aunque dejó en claro que cualquier diálogo futuro deberá desarrollarse bajo nuevas condiciones y con base en el respeto mutuo.
El ministro de Exteriores iraní, Abás Araqchí, afirmó este sábado 6 de septiembre que las conversaciones no pueden volver a plantearse en los mismos términos que antes del conflicto. “Las negociaciones no pueden tener la misma forma que antes de la guerra. No es posible que, tras terminar la guerra con todas sus consecuencias, volvamos a sentarnos en la mesa de diálogo en las mismas condiciones previas”, señaló en un acto en Teherán, según la agencia oficial IRNA.
De esta manera, Teherán busca redefinir los parámetros del proceso diplomático con Washington, en un escenario donde la presión internacional por su programa nuclear se intensifica.
Araqchí subrayó que las negociaciones nunca han desaparecido de la agenda política de su país, pero insistió en que “Irán está dispuesto a dialogar, pero el respeto a nuestra soberanía y el levantamiento de las sanciones son elementos imprescindibles”.
De este modo, Teherán condiciona el regreso a la mesa de diálogo a la eliminación de las amonestaciones económicas que pesan sobre su economía y que considera una forma de presión política.
El jefe de la diplomacia iraní también aseguró que los contactos con Estados Unidos se mantienen a través de intermediarios y que las conversaciones podrán reanudarse en cuanto Washington “llegue a la conclusión de que está listo para una negociación basada en intereses comunes y en el respeto mutuo”. Al mismo tiempo, dejó claro que Teherán “no cederá a presiones ni chantajes”, en referencia a la exigencia estadounidense de que se detenga el enriquecimiento de uranio en territorio iraní.
¿Por qué las negociaciones están suspendidas?
Hasta antes del conflicto con Israel, Irán y Estados Unidos habían sostenido cinco rondas de negociaciones nucleares, con la expectativa de una sexta reunión que nunca se concretó debido a la escalada militar. El inicio de la guerra, marcado por bombardeos israelíes contra la nación persa, derivó en la intervención estadounidense, que el 22 de junio atacó tres instalaciones nucleares iraníes con bombas antibúnker, apenas dos días antes de la entrada en vigor de una tregua.
Estos ataques alejaron cualquier tipo de negociación entre Teherán y Washington, mientras que la comunidad internacional redobló sus exigencias de transparencia respecto del programa nuclear iraní. En paralelo, los países europeos del denominado E3 integrado por Reino Unido, Francia y Alemania activaron el 28 de agosto el mecanismo de restauración automática de sanciones de Naciones Unidas contra Irán, advirtiendo sobre la falta de cooperación con el Organismo Internacional de Energía Atómica (OIEA).
El E3 instó a Irán a reanudar las conversaciones con Estados Unidos y a retomar la cooperación con la agencia nuclear de la ONU, además de exigir explicaciones sobre el paradero de 400 kilos de uranio enriquecido al 60%, cuya localización resulta clave para evitar la reactivación de sanciones internacionales.
La cooperación iraní con el OIEA, en disputa
Araqchí aseguró que Irán y el OIEA se encuentran “muy cerca de lograr un nuevo marco de cooperación” tras los ataques que destruyeron o dañaron instalaciones nucleares. Según el canciller, “se han celebrado buenas negociaciones y estamos muy cerca de lograr un nuevo marco de cooperación”.
El gobierno iraní confirmó que se prevén nuevas reuniones en Viena para acordar modalidades de trabajo distintas, luego de que el Parlamento iraní aprobó una ley en junio que suspendió la cooperación con el organismo internacional.
De acuerdo con Araqchí, esta nueva etapa permitiría abordar “todas nuestras preocupaciones”, aludiendo a las tensiones derivadas de la destrucción de instalaciones y a la presión de Occidente sobre su programa nuclear.
Sin embargo, la situación en torno a las reservas de uranio altamente enriquecido sigue siendo motivo de alarma para algunos países. Un informe confidencial del OIEA, al que tuvo acceso la agencia AP, reveló que al 13 de junio Irán acumulaba 440,9 kilogramos de uranio enriquecido al 60%, un aumento de 32,3 kilos respecto del reporte anterior de mayo. Este nivel de enriquecimiento se encuentra apenas a un paso técnico del 90% requerido para fines militares.
El informe precisó que “esta cifra está basada en la información proporcionada por Irán, las actividades de verificación de la agencia entre el 17 de mayo de 2025 y el 12 de junio de 2025 y estimaciones basadas en el funcionamiento anterior de las instalaciones pertinentes”.
De acuerdo con el OIEA, se necesitan aproximadamente 42 kilogramos de uranio enriquecido al 60% para fabricar una bomba atómica. Así, la cantidad declarada por Irán representaría potencial para la producción de múltiples artefactos militares.
Incertidumbre sobre los daños a la infraestructura iraní
La magnitud de los daños provocados por los bombardeos israelíes y estadounidenses contra instalaciones nucleares aún no está clara. Mientras Israel justificó su ofensiva en la necesidad de evitar que Irán desarrolle armas atómicas, Teherán sostiene que su programa tiene fines exclusivamente pacíficos.
El 2 de julio, el presidente iraní Masoud Pezeshkian firmó una ley aprobada por el Parlamento para suspender toda cooperación con el OIEA, en respuesta a los ataques. Desde entonces, la única inspección realizada ha tenido lugar en la central de Bushehr, con asistencia técnica rusa, donde los inspectores presenciaron un reemplazo de combustible los días 27 y 28 de agosto.
El director general del OIEA, Rafael Grossi, destacó en un informe que “las modalidades técnicas para permitir la reanudación total de la inspección del Organismo deben concluirse sin demora”. También calificó de “profundamente lamentable” la decisión de Irán de cortar la cooperación tras la retirada inicial de los inspectores por motivos de seguridad.
El informe indicó que al 13 de junio las reservas totales de uranio enriquecido de Irán ascendían a 9.874,9 kilogramos, un incremento de 627,3 kilos respecto del reporte de mayo. Sin embargo, el organismo advirtió que desde esa fecha no ha podido verificar de manera independiente las declaraciones de Irán sobre sus reservas, lo que calificó como “un asunto de grave preocupación”.
Aumenta la presión internacional para reanudar inspecciones
Las negociaciones entre Irán y el OIEA sobre cómo reanudar las inspecciones han avanzado lentamente. Grossi advirtió que las conversaciones “no pueden prolongarse durante meses” y expresó su esperanza de alcanzar un acuerdo esta misma semana en Viena, según citó Reuters.
“Espero sinceramente que podamos concluir este proceso pronto. Estamos intentando celebrar otra reunión, quizás dentro de unos días, aquí en Viena, para concluir esto y comenzar las inspecciones”, señaló.
El diplomático argentino también explicó que, aunque los sitios de enriquecimiento resultaron gravemente dañados, no existen indicios de que las reservas de uranio altamente enriquecido hayan desaparecido en su totalidad. “Creo que existe un consenso general de que, en general, el material sigue ahí. Pero, por supuesto, es necesario verificarlo. Una parte podría haberse perdido”, reconoció.
Grossi insistió en que las obligaciones de Irán hacia el OIEA permanecen intactas, independientemente de la legislación interna que condiciona las inspecciones a la aprobación del Consejo Supremo de Seguridad Nacional. Según sus palabras, “el derecho interno crea obligaciones para Irán, no para la agencia”.
Con EFE, AP y Reuters
Compartir esta nota