Este martes 27 de mayo la Asamblea Nacional de Francia aprobó, en primera lectura, una propuesta de ley que podría transformar profundamente la realidad de muchos pacientes: la legalización de la eutanasia para enfermos incurables que sufran dolores insoportables. La votación, que terminó con 305 votos a favor y 199 en contra, marca un hito en el debate social y político francés sobre el derecho a morir con dignidad. ¿Qué es la eutanasia y que diferencia tiene con el suicidio asistido? ¿Cuáles son los países en el mundo que tienen regulaciones sobre estas prácticas? Lo revisamos en este artículo.

El proyecto francés, que aún deberá pasar por el Senado durante el otoño europeo antes de una segunda lectura en la Asamblea prevista para comienzos de 2026, establece un marco estricto para el acceso a la ayuda activa a morir. Solo podrán solicitarla pacientes en fase avanzada o terminal de enfermedades graves, quienes deberán manifestar su voluntad de forma libre y consciente hasta el último momento.

A diferencia de legislaciones similares en otros países europeos, la versión francesa excluye explícitamente a personas con enfermedades neurodegenerativas severas como el Alzheimer avanzado o en estado de coma, incluso si hubieran dejado constancia previa de su deseo de morir. Además, la solicitud debe ser evaluada por un comité médico en un plazo de 15 días, seguido de una reflexión obligatoria de dos días por parte del paciente.

El procedimiento, si es autorizado, deberá realizarse en un plazo máximo de tres meses. La administración de la sustancia letal correrá por cuenta del propio paciente, salvo en casos de imposibilidad física, donde intervendrá un médico.

Paralelamente, la Asamblea también aprobó por unanimidad una ley para garantizar el acceso universal a los cuidados paliativos, un complemento considerado clave por el Ejecutivo.

El presidente Emmanuel Macron celebró ambas votaciones como “una etapa importante” en un proceso guiado por “dignidad y humanidad”.

El apoyo a la ley traspasó barreras ideológicas, con respaldos desde la izquierda y el bloque oficialista, así como divisiones internas en partidos conservadores. El grupo de extrema derecha liderado por Marine Le Pen, por ejemplo, mostró posturas divididas, con 19 diputados a favor, 101 en contra y tres abstenciones.

¿Qué es la eutanasia y el suicido asistido?

En medio de esta discusión, es clave entender qué significa este procedimiento y cómo se clasifica según criterios médicos y éticos.

La eutanasia, según lo define Martha Cancino Merentes, profesora investigadora de la Unidad Académica de Medicina Universidad Autónoma de Nayarit, es un acto que provoca la muerte de una persona, a solicitud suya, con el fin de evitar sufrimientos insoportables causados por enfermedades o lesiones incurables. Para ser considerada como tal, deben cumplirse cinco condiciones fundamentales: su consentimiento informado, una motivación altruista por parte de quién actúa, la existencia de una enfermedad o dolor intratable, que el procedimiento sea indoloro y, por último, la muerte del paciente.

A partir de estos criterios, se distinguen tres tipos principales: eutanasia pasiva, eutanasia activa y suicidio asistido.

La eutanasia pasiva ocurre cuando se suspenden tratamientos médicos esenciales a petición del paciente. En estos casos, la muerte ocurre como consecuencia natural de la enfermedad, sin intervención directa del médico en causar la muerte.

En contraste, la eutanasia activa implica que un tercero —normalmente un profesional de la salud— administre una sustancia letal para provocar deliberadamente la muerte del paciente.

Por último, en el suicidio asistido, es el propio paciente quien pone fin a su vida, generalmente a través de la ingesta de un fármaco proporcionado con la ayuda de un profesional médico.

En el caso francés, el proyecto de ley aprobado en la Asamblea Nacional contempla un enfoque regulado que se asemeja al suicidio asistido, permitiendo que el paciente administre la sustancia letal por sí mismo, salvo que no pueda hacerlo físicamente.

Eutanasia en el mundo: ¿qué países han legalizado el derecho a morir?

Mientras Francia avanza hacia la regulación de la eutanasia, otros países ya han recorrido ese camino. En distintas partes del mundo, el derecho a morir con dignidad ha sido objeto de intensos debates legales y éticos, con resultados diversos según cada contexto nacional.

Países Bajos legalizaron la eutanasia en 2001, medida que entró en vigor en 2002. Bélgica siguió sus pasos un año después y, junto con su vecino neerlandés, es uno de los pocos países que ha extendido este derecho a niños y adolescentes, siempre bajo condiciones estrictas y supervisión médica.

Luxemburgo, en 2009, se sumó al grupo de países europeos que permiten la eutanasia, adoptando también controles rigurosos para su aplicación. En España, la ley aprobada en 2021 permite la eutanasia, aunque en la práctica, muchos casos siguen encontrando trabas legales y deben resolverse en los tribunales.

El caso de Suiza es particular: la eutanasia está prohibida, pero se permite el suicidio asistido, siempre que sea el paciente quien lleve a cabo el acto final. Esta práctica se realiza de forma legal y supervisada, con alrededor de 1.600 casos al año.

Fuera de Europa, Canadá legalizó la eutanasia en 2016 y ha ido ampliando su marco legal. En Colombia, el derecho fue reconocido por la Corte Constitucional desde 1998, aunque la regulación ha sido más reciente y progresiva.

En Austria, una sentencia del Tribunal Constitucional permitió el suicidio asistido desde 2021.

En Estados Unidos, el suicidio asistido es legal en varios estados bajo ciertas condiciones, generalmente cuando se diagnostica una enfermedad terminal con una expectativa de vida inferior a seis meses. Entre los estados que lo permiten están Oregón, California, Washington y Nueva Jersey, entre otros.

Finalmente, Nueva Zelanda, tras un referéndum en 2020, y varios estados y territorios de Australia también han legalizado el derecho a la muerte asistida.

Países que aún debaten legislaciones sobre eutanasia

Varios países continúan sin ofrecer un marco legal que permita a los enfermos terminales elegir una muerte digna, pese a los debates ya iniciados. 

En el Reino Unido, tanto la eutanasia como el suicidio asistido siguen siendo ilegales, a pesar de que la Cámara de los Comunes aprobó en noviembre de 2024 una proposición para despenalizar el suicidio asistido en casos de enfermedades terminales. El texto, que aún debe superar trámites parlamentarios, contempla que sea el propio paciente quien tome el medicamento, sin intervención directa de terceros.

Situación similar enfrenta Portugal, donde el Tribunal Constitucional anuló en abril la ley que permitía la eutanasia, aprobada apenas un año antes. La normativa deberá ser reformulada y discutida nuevamente por un Parlamento dominado ahora por una mayoría conservadora.

En Alemania, el suicidio asistido fue descriminalizado por la Corte Constitucional en 2020, pero desde entonces no se ha aprobado una ley que lo regule. Mientras tanto, los médicos pueden suministrar medicamentos letales a pacientes terminales, aunque no están obligados a hacerlo ni los enfermos tienen un derecho garantizado. En 2024, se registraron 977 casos bajo esta práctica.

Italia tampoco ha legislado sobre la eutanasia, a pesar de que su Corte Constitucional abrió la puerta a ciertos casos de suicidio asistido en 2019. En mayo de 2025, la corte pidió al Parlamento que avance en una regulación, luego de que el Gobierno impugnara una ley regional de Toscana que intentaba llenar el vacío legal.

En Rusia, el panorama es aún más restrictivo. La eutanasia está penalizada por el Código Penal como homicidio, aunque casi la mitad de la población se mostró a favor de su legalización en una encuesta de 2024.

Por su parte, Chile mantiene una legislación que explícitamente prohíbe tanto la eutanasia como el auxilio al suicidio. La Ley de Derechos y Deberes del Paciente de 2012 permite rechazar tratamientos, pero sin que eso implique acelerar la muerte. Casos como el del Dr. Manuel Almeyda en 2014 o el de Valentina Maureira ese mismo año reavivaron el debate, aunque los intentos legislativos no han prosperado en el Congreso.

Con EFE, AP y medios locales.

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