Tras el ataque israelí contra miembros de Hamás en Doha, Qatar del pasado martes, este viernes 12 de septiembre Emiratos Árabes Unidos convocó al embajador adjunto de Israel para protestar por el inédito asalto. Además, Abu Dabi calificó de "hostiles" las declaraciones del primer ministro israelí, Benjamin Netanyahu, quien defendió el bombardeo en Doha y lo retó a detener a los miembros del grupo islamista. La tensión en la región crece, de cara a la cumbre de países del Golfo, cuyo inicio está programado para el próximo domingo, la cual busca coordinar una respuesta a esa embestida israelí.
Nuevo punto de inflexión este viernes en la crisis diplomática entre el mundo árabe e Israel: Emiratos Árabes Unidos (EAU), convocó este 12 de septiembre al embajador adjunto israelí, David Ohad Horsandi, para protestar formalmente por el ataque aéreo llevado a cabo por las fuerzas de su país el pasado martes 9 de septiembre, en Doha, la capital qatarí, el cual apuntó a altos dirigentes de Hamás.
Tras el asalto, el grupo islamista aseguró que sus principales líderes sobrevivieron, pero otros cinco mimebros de menor rango murieron.
Abu Dabi también calificó este viernes de "inaceptables" las posteriores declaraciones del primer ministro israelí, Benjamin Netanyahu, quien afirmó que su país se permitirá buscar a los responsables de Hamás donde sea que se encuentran.
Estas acciones reflejan hasta qué punto se han deteriorado los vínculos entre ambos países, que hasta hace poco presumían de mantener una cooperación estratégica en el marco del proceso de normalización tras la firma de los Acuerdos de Abraham en 2020.
Condenas internacionales
El Ministerio de Asuntos Exteriores emiratí criticó en particular la retórica de Benjamin Netanyahu, declarando que “consolida una situación inaceptable”, en referencia a la advertencia lanzada el miércoles por el líder israelí, quien exigió a Qatar, país mediador, que expulsara a los dirigentes de Hamás o “los llevara ante la Justicia, porque si no lo hace, lo haremos nosotros”.
Estas palabras, vistas por las naciones del Golfo como amenazas directas a su soberanía, causaron enérgicas críticas internacionales. El jueves 11 de septiembre, el Consejo de Seguridad de Naciones Unidas condenó el ataque en Doha, aunque sin mencionar directamente a Israel.
El presidente emiratí, el jeque Mohammed ben Zayed al-Nahyan, se desplazó de inmediato a la capital qatarí, siendo el primer líder en visitar Doha tras el bombardeo. Emprendió entonces una gira por países árabes del Golfo con el fin de coordinar una posición común frente a la escalada israelí.
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El proceso de Abraham bajo presión
Esta crisis diplomática constituye un hito en la región, luego de que los EAU se convirtieran en el primer país del Golfo Pérsico en normalizar relaciones con Israel, bajo los llamados Acuerdos de Abraham, un proceso iniciado por la mediación de la primera Adminsitración de Donald Trump en 2020.
Sin embargo, incluso antes del ataque en Doha, la relación con el actual Gobierno israelí, el más derechista en la historia del país, ya atravesaba turbulencias. Pese a su rol de mediador, Abu Dabi había advertido que la anexión formal de Cisjordania por parte del Estado de mayoría judía constituía una “línea roja” que pondría en riesgo los lazos diplomáticos.
Los Acuerdos de Abraham, que también integran Baréin, Sudán y Marruecos, fueron presentados como un logro en la política exterior estadounidense en Medio Oriente.
Ahora, en su segundo mandato, Trump ha tratado de persuadir a Arabia Saudita, la mayor potencia del Golfo, para sumarse a la normalización. No obstante, los esfuerzos se han visto crecientemente bloqueados por el asedio actual del Ejército israelí en Gaza.
En respuesta al ataque israelí, los países árabes, en particular los del Golfo, buscan una respuesta coordinada. Doha acogerá una cumbre de emergencia de la Liga Árabe y de la Organización de la Cooperación islámica (OCI) los próximos domingo 14 y lunes 15 de septiembre.
Para los EAU, anfitrión en el pasado de iniciativas de acercamiento con Israel, la cita en Doha será crucial para demostrar que su compromiso con la causa palestina no fue diluido por la normalización. Abu Dabi busca mantener un delicado equilibrio: preservar sus beneficios estratégicos derivados de los Acuerdos de Abraham sin quedar expuesto a las críticas de una opinión pública árabe cada vez más indignada con la guerra en Gaza.
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Con Reuters y EFE
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