Ante unas manifestaciones sin precedentes en más de una década, el Gobierno turco anunció el martes 25 de marzo nuevas detenciones y la prórroga de la prohibición de manifestarse en Ankara. Por sexto día consecutivo, los turcos salieron a la calle para protestar contra el encarcelamiento del alcalde de Estambul, Ekrem Imamoglu, considerada la culminación de más de diez años de regresión democrática en el país.

Frente a la magnitud de las protestas, el Gobierno turco se muestra cada vez más tenso. Tras una sexta noche de concentraciones en varias ciudades del país para protestar por el encarcelamiento del alcalde de Estambul, Ekrem Imamoglu, las autoridades anunciaron el martes 25 de marzo nuevas detenciones, mientras que la prohibición de manifestarse en Ankara se ha prorrogado hasta el 1 de abril.

"Dejen de perturbar la paz de nuestros conciudadanos con sus provocaciones", machacó el lunes el presidente Recep Tayyip Erdogan, dirigiéndose a la oposición, a la que considera responsable de la violencia y los daños causados al margen de algunas manifestaciones.

Las concentraciones están prohibidas desde hace una semana en las tres mayores ciudades del país –Estambul, Esmirna y la capital, Ankara- y casi 1.200 personas identificadas durante las manifestaciones públicas diarias han sido detenidas en seis días.

 

AFP también informó el martes de que uno de sus fotógrafos había sido puesto en prisión preventiva, acusado por las autoridades de participar en una manifestación ilegal.

"Estamos asistiendo al despliegue de toda la panoplia represiva, con prohibiciones de manifestaciones, restricciones en las redes sociales y prohibición de que los canales de televisión emitan imágenes de las manifestaciones", declaró a France 24 Marc Pierini, investigador asociado de Carnegie Europe y exembajador de la Unión Europea (UE) en Siria.

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Inspiración del movimiento Gezi

Pero esta represión de mano dura está lejos de haber desanimado a los manifestantes, muchos de ellos jóvenes, que se agolpan por decenas de miles cada tarde frente al ayuntamiento de Estambul. 

"Taksim en todas partes, resistencia en todas partes", corean cada tarde los opositores, repitiendo un famoso eslogan del movimiento Gezi de 2013.

El movimiento comenzó con la protesta de activistas medioambientales contra un proyecto que habría destruido el parque Gezi, adyacente a la plaza Taksim, antes de convertirse en una protesta más amplia contra el entonces primer ministro, Recep Tayyip Erdogan.

Durante semanas, varios millones de personas salieron a la calle en todo el país. Los enfrentamientos entre la Policía y los manifestantes se saldaron con ocho muertos y miles de heridos. El objetivo más famoso de la represión de Gezi fue el filántropo Osman Kavala, condenado a cadena perpetua por la Justicia, acusado de intentar derrocar al Gobierno apoyando el movimiento.

"Este movimiento asustó tanto a las autoridades que todo se cerró y todas las concentraciones estuvieron bajo sospecha. Doce años después, podemos ver algunas similitudes, como la presencia de jóvenes y el hecho de que estas manifestaciones son una suma de varios tipos de oposición", explicó Samim Akgönül, director del Departamento de Estudios Turcos de la Universidad de Estrasburgo.

"La diferencia es que, mientras que el movimiento Gezi se basaba en cuestiones medioambientales, este movimiento es puramente político", agregó.

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"Cambio político"

Desde 2013, las autoridades turcas han intensificado la represión contra opositores y periodistas. El intento de golpe de Estado de julio de 2016 también alentó y justificó los ataques contra la democracia y el Estado de derecho. Según la plataforma turca por la libertad de expresión P24, 34 periodistas están entre rejas y decenas más han tenido que exiliarse, como Can Dündar, exredactor jefe del diario opositor Cumhuriyet.

En 2016, Selahattin Demirtas, excopresidente del partido prokurdo HDP, segunda fuerza de la oposición, fue encarcelado. Todavía popular, el líder kurdo fue condenado en mayo de 2024 a 42 años de prisión, en particular por atentar contra la unidad del Estado, en un caso que llevó a Ankara a ser condenada por el Tribunal Europeo de Derechos Humanos (TEDH)

Purgas masivas en la Administración, persecución de intelectuales y artistas, adopción de leyes destructoras de la libertad… La deriva autoritaria de Recep Tayyip Erdogan no es nada nuevo, pero la detención del alcalde de Estambul marca un "punto de inflexión" en la historia política de Turquía, según el analista Bilal Ata Aktas.

"Estamos dejando atrás el marco del autoritarismo competitivo [un régimen híbrido con instituciones democráticas que distribuyen el poder, pero de las que también abusan quienes lo detentan] para entrar en una forma de autocracia abierta. Los poderes fácticos ya no se contentan con influir en el juego electoral; ahora quieren elegir las reglas, los árbitros y los adversarios", afirmó el experto.

Según los expertos entrevistados por France 24, el presidente turco pretende mantener a su rival más temible fuera de las próximas elecciones presidenciales, previstas para 2028.

Moderado y carismático, el alcalde de Estambul encarna para muchos turcos la esperanza de un cambio político tras 22 años de gobierno del Partido de la Justicia y el Desarrollo (AKP, por sus siglas en turco).

Como muestra de su capacidad de convocatoria, la candidatura de Ekrem Imamoglu fue aprobada en unas primarias organizadas por su partido el domingo, día de su detención. Quince millones de electores turcos acudieron a las urnas para votar por el alcalde. Según el Partido Popular de la República (CHP), más de 13 millones de estos votantes no eran miembros de la formación kemalista.

"Es interesante observar los paralelismos entre las carreras políticas de Ekrem Imamoglu y Erdogan. Ambos proceden de las orillas del mar Negro y fueron alcaldes muy populares de Estambul. Es un poco como si el presidente viera a Ekrem Imamoglu como una amenaza porque se parece a él", explica Samim Akgönül.

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Un momento muy favorable

Sin embargo, para poder presentarse, Recep Tayyip Erdogan tendrá que modificar la Constitución, ya que teóricamente tiene prohibido optar a la reelección. La otra opción sería convocar elecciones anticipadas, lo que requeriría una mayoría de tres quintos en el Parlamento.

Bajo mínimos en las encuestas y enfrentado a una difícil situación económica, el presidente turco vio resquebrajarse su poder durante las últimas elecciones municipales de marzo de 2024. El AKP sufrió un duro revés en favor del el Partido Popular de la República (CHP, por sus siglas en turco), que ya gobierna Estambul y Ankara desde 2019.

En mala posición a nivel interno, el "reis" [jefe] puede haber caído en la tentación de aprovechar la coyuntura internacional de cara a las próximas elecciones. Pese a los llamamientos de la UE a respetar los "valores democráticos", el contexto geopolítico marcado por los debates sobre el rearme de Europa y las garantías de seguridad para Ucrania juega a su favor.

"Actualmente se está debatiendo la posibilidad de crear una coalición de voluntarios para armar a Ucrania. Turquía tiene una potente industria de defensa y pretende desempeñar un papel importante en la mejora de la defensa europea", señaló Marc Pierini.

"El momento es muy favorable, porque Europa está centrada en la amenaza rusa y en sus propios problemas. Su prioridad es mantener a Turquía de su lado, por no mencionar el hecho de que Donald Trump no está interesado en este tipo de acciones antidemocráticas", explicó Bilal Ata Aktas.

Queda por ver si Recep Tayyip Erdogan será capaz de frenar la oleada de protestas que se extiende por todo el país. Para cortar de raíz el movimiento y evitar convertir a Ekrem Imamoglu en un mártir de la oposición, "Erdogan podría verse tentado a tomar de nuevo la iniciativa rápidamente, antes de que la situación se le vaya de las manos", añadió Bilal Ata Aktas.

"El aparato represivo en Turquía es considerable y existe un gran riesgo de que empeore y de que las manifestaciones se pongan feas", afirmó Merc Pierini.

Para mantener la presión sobre el Gobierno turco, la oposición está llamando a otras formas de protesta, como convocatorias de huelgas o boicots a medios de comunicación pro-Erdogan o a comercios considerados cercanos al Ejecutivo.

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France24

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