Es uno de los clubes más grandes del mundo, batalló hasta el último momento por llegar a la final de la UEFA Champions League, emocionó al mundo con el talento deslumbrante de Lamine Yamal y las increíbles remontadas en la primera temporada con Hansi Flick como entrenador, pero el Barcelona sigue sin mostrar la solvencia que le permita inscribir a los fichajes concretados y por concretar. El cuadro azulgrana es millonario, pero debe vivir como mendigo hasta que lo pueda demostrar.

“Una cosa es oficializar el fichaje, la otra es: ¿lo pueden inscribir?”. Así respondió el presidente de la Liga, Javier Tebas, a una consulta sobre el traspaso del portero Joan García del Espanyol al Barcelona. Y la negociación fue de “apenas” 28,8 millones de dólares, mientras que la firma soñada, la de Nico Williams, puede elevarse por encima de los 60.

Hay indicadores positivos sobre la situación financiera del club azulgrana, dueño de un triplete doméstico este año con sus victorias sobre el archirrival Real Madrid en la Superliga de España, la Copa del Rey y la Liga.

Pero esas señales no parecen ser garantía suficiente ni siquiera para que la entidad rectora del torneo español reconozca las inscripciones de Dani Olmo y Pau Víctor, que fueron autorizadas por vía excepcional tras la intervención del Consejo Superior del Deporte, pero siguen siendo objetadas por la Liga.

Una larga temporada con números rojos

De la crisis financiera del Barcelona solo se conocieron las verdaderas dimensiones cuando el presidente Joan Laporta, que recién comenzaba su actual periodo, tuvo que salir en 2021 a explicar por qué el club no podía renovar a Lionel Messi y lo dejaba marcharse a PSG.

Fue en esa oportunidad que Laporta habló por primera vez de la monstruosa deuda de 1300 millones de dólares, la más grande del fútbol mundial, producto en parte de los malos manejos de la directiva anterior (encabezada por Josep Maria Bartomeu), en parte de las pérdidas que dejó la pandemia y en gran medida de los enormes salarios de sus astros como Messi o Neymar.

A esa situación contribuyeron fichajes desatinados como el de Phillipe Coutinho (que costó en total más de 180 millones de dólares, la transferencia más costosa de la historia del club, para luego ser vendido a Aston Villa por 23) o el de Antoine Griezmann, por el que el Barcelona pagó 138 millones de dólares y recibió 23 cuando lo vendió.

Buena parte de esas compras compulsivas se desataron tras la salida de Neymar en 2017. Increíblemente, el club catalán firmó con el PSG el traspaso más caro de todos los tiempos, pero los 255 millones de dólares pagados por los servicios del brasileño se evaporaron, literalmente, cuando el Barcelona gastó más de 900 en contrataciones para sustituirlo.

Fue esa la época dramática en la que jugadores emblemáticos como Gerard Piqué aceptaron una reducción de salario para contribuir a hacer posible la viabilidad del equipo.

La deuda ha ido reduciéndose, pero al mismo tiempo la directiva de Laporta ha tenido que apelar a soluciones dolorosas, como las llamadas “palancas”: venta de activos del club para poder hacer nuevos fichajes y financiar el proyecto bandera de su gestión, la renovación del Spotify Camp Nou, el estadio del equipo.

Por ejemplo, vendió primero un 10% y luego un 15% de sus ingresos por derechos televisivos por los próximos 25 años a un fondo de inversión estadounidense que forma parte de la estructura societaria de los Spurs de San Antonio de la NBA.

Recibió 768 millones de dólares en esas dos operaciones, pero en cambio no encajará parte de unos ingresos que eran recurrentes y asegurados por los próximos 25 años.

La otra palanca ha sido menos exitosa. La venta de parte de las acciones de Barça Visión, la plataforma digital que usa tecnologías emergentes para mejorar la experiencia del fanático, debía reportar al club 12 millones de euros de ingresos esta temporada.

Sin embargo, dado que el inversionista original, el holding empresarial Libero Football, arrastraba un impago de 40 millones de euros, los auditores del Barcelona degradaron el valor del activo. Eso hizo que en lugar de ingresos, el Barcelona tuviera pérdidas por 91 millones de euros en el ejercicio 2023-2024.

¿Luz al final del túnel?

Ejercicios como las palancas han contribuido a que mejore la liquidez y también la reputación financiera del club. La agencia de calificación de crédito Morningstar DBRS elevó la valoración de la capacidad de endeudamiento del club de estable a positiva a mediados de junio.

No ayudan, sin embargo, en el otro gran objetivo del Barcelona de cara a la próxima temporada: cumplir con las rigurosas normas de la Liga en lo relativo a la masa salarial, que es el tope que cada equipo puede gastar en sueldos de primera plantilla, filiales y cantera.

Ese incumplimiento es la razón por la que la patronal del fútbol profesional español sigue rechazando la inscripción de Olmo y Pau Víctor, y pone un asterisco en la de García, a pesar de que los términos contractuales ya han sido negociados y honrados.

Para calcular la masa salarial, se deben restar los gastos no deportivos (deudas, costos administrativos y de mantenimiento de instalaciones) de los ingresos totales (derechos televisivos, boletería, convenios de patrocinio, licencias comerciales, premios y venta de jugadores).

La diferencia entre esos dos conceptos es la cantidad máxima que el club puede gastar en sueldos. El límite salarial del Barcelona es el segundo más alto de la Liga (463,64 millones de euros), solo superado por los 754,89 millones del Real Madrid, pero eso no significa que el margen de gestión sea holgado.

Debido a que el club excedió su tope en el pasado, ha sido penalizado con la llamada regla de 1:4. Eso significa que en lugar de aumentar su gasto en sueldos en la misma medida en que mejoran sus ingresos, el cuadro blaugrana solo podía incrementar su límite salarial en un millón de euros por cada cuatro de ganancias.

En este momento, Laporta asegura que el Barcelona ha logrado entrar de nuevo en la regla del 1:1, pero aún lucha por poder operar con normalidad en el mercado de fichajes. Es por ello que sigue intentando colocar jugadores en la ventana de transferencias de verano.

Otra forma de aumentar sus ingresos, la venta a futuro de asientos VIP en el nuevo Camp Nou, no ha sido aceptada por la Liga, pues los auditores exigen que los palcos estén ya terminados para que las ganancias por ese concepto cuenten efectivamente entre los activos del Barcelona.

De acuerdo con el portal ‘Mundo Deportivo’, Libero Football estaría cerca de honrar el pago de 40 millones de euros que causó la devaluación del valor de Barça Visión, con lo que las palancas aplicadas con la venta de parte de las acciones de la plataforma podrían materializar finalmente los ingresos esperados.

Además, a partir de septiembre estará disponible el nuevo Camp Nou, y la agencia Morningstar estima que entre los ingresos por boletería y otros usos de la instalación, además de la reducción de costos de la plantilla, el Barcelona podría tener ingresos por el orden de los 1100 millones de dólares en el año fiscal 2027.

Si esas soluciones parciales servirán o no para entrar en condiciones de competitividad en la lucha por grandes objetivos en el mercado de fichajes, todavía está por verse.

Jóvenes canteranos o fichajes de bajo costo como Lamine Yamal o Pedri han renovado contratos este año, y naturalmente, después de la extraordinaria campaña de ambos, sus salarios son ahora muy superiores, y ponen una mayor presión en las cuentas del Barça, de modo que el equipo tendrá que seguir andando con pie de plomo para que su recuperación sea sostenible.

France24

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