Los primeros 100 días de la segunda Administración de Donald Trump han representado un desafío histórico para el periodismo en el país, con una sacudida más poderosa que hace ocho años. Pero el mandatario no solo ha buscado el dominio sobre la narrativa de los medios de comunicación, sino que ha desplegado el aparato estatal para redefinir el significado de 'lo real' en Estados Unidos.

¿Cómo se construye la verdad en el mundo de Donald Trump? Por definición, la realidad es un concepto lingüístico que contempla un cúmulo de hechos, sucesos e historias sobre lo que es 'real', siempre en contraposición a la fantasía, lo imaginario, o la mentira.

En la narrativa pública, la concepción de la realidad está usualmente sujeta al poder, especialmente de aquellos que tienen las capacidades materiales, políticas y comunicativas de imponer su versión sobre la naturaleza de los hechos que suceden en el día a día, dictando sobre lo que es real y lo que no.

Durante sus primeros 100 días como presidente de Estados Unidos, Donald Trump ha comprendido estas lecciones, embarcándose en una lucha por el dominio de la agenda mediática y el debate social dentro del país: una batalla en la que, por ahora, parece no ceder.

Desde su primer mandato, Trump no ha sido tímido en mostrar su animadversión con la prensa 'tradicional', aquella que es responsable de la construcción de la opinión pública en el país, pero, una que, para el republicano, está basada en "noticias falsas" e información segmentada por la gran esfera del 'establishment' político.

Trump ha llevado la bandera en contra de los grandes medios de comunicación desde su primer mandato, en el que imperó la confrontación pública contra reporteros en la Casa Blanca, descalificaciones públicas y el uso de la Oficina Oval para el esparcimiento de una 'realidad alternativa' a la difundida por la prensa estadounidense.

"Lo que estamos viendo es un estilo de populismo autoritario que busca concentrar poder, pero también busca debilitar a las instituciones democráticas y los medios de comunicación como parte de esa institucionalidad", expone Carmen Beatriz Fernández, Ph. D. en Comunicación Política y consultora política en Datastrategia, en diálogo con France 24.

A su regreso al poder, el magnate neoyorquino ha mantenido su retórica negativa en torno a la información difundida por los medios de comunicación, pero ha cambiado su táctica para imponer su versión de la verdad en el país y en el mundo: Trump ha intercambiado los golpes mediáticos por el control.

El primer centenar de días de la nueva Administración Trump ha estado marcado por una nueva tónica en la relación del Gobierno con la prensa; una caracterizada por el control de la información, la exclusión de reporteros y la negociación con los magnates de los medios, a quienes ha cercado poco a poco a su esquina. 

¿Qué efectos tiene que el hombre más poderoso del mundo dicte hacia dónde se debe mirar y diga cómo llamar a las cosas?

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La nueva sala de prensa en la Casa Blanca

El mandatario estadounidense comenzó a diseñar su nueva estrategia mediática desde dentro, directamente en el corazón del vínculo entre la prensa y el Gobierno estadounidense.

En los primeros meses de la segunda Administración Trump, la sala de prensa de la Casa Blanca ha sido transformada totalmente, de un espacio fundamentalmente crítico a una especie de 'cámara de eco' en donde la voz de la secretaria de Prensa, Karoline Leavitt, rebota entre 'comunicadores' afines a los objetivos del presidente republicano.

La Administración Trump justificó su decisión con devolverle "el acceso al pueblo estadounidense" a través de la inclusión de medios de comunicación alternativos a la sala de prensa, abriendo el sistema de acreditación para todos los canales de información interesados. Para marzo, la Casa Blanca reveló que había recibido más de 90.000 solicitudes de acreditación.

"Ya es hora de que la operación de prensa de la Casa Blanca refleje los hábitos mediáticos del pueblo estadounidense en 2025, no de 1925″, mencionó Leavitt en el anuncio del nuevo sistema de acreditaciones.

Así, la imagen de la sala de prensa comenzó a contrastar en comparación con periodos anteriores. Además de los reporteros de cadenas como 'CNN', 'Reuters' y 'ABC', el recinto se ha atiborrado de 'influencers', 'podcasters', periodistas menores y autores de blogs 'alternativos'.

Para algunos analistas, el problema no radica en la apertura a la diversidad de medios de comunicación dentro de la sala de prensa, sino en que una gran parte de los nuevos invitados han mostrado tendencias editoriales – e ideológicas – extremadamente favorables a la política de Trump.

"No es solo su disposición amistosa hacia Trump, sino su alcance, lo que hace que los 'influencers' de las redes sociales sean atractivos para el presidente entrante. Su objetivo principal en las ruedas de prensa sería ayudar a generar mensajes y contenidos positivos para alimentar a la base MAGA de Trump, que luego se promocionan en plataformas como X, de Elon Musk.", apuntó Steven Buckley, profesor de Sociología de los Medios Digitales en la Universidad de Londres, para ’The Conversation'.

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La inclusión vs. la "trampa" en la era Trump

El cambio fue dinamitado en febrero, después de que el Gobierno estadounidense decidiera vetar a los reporteros de AP de las coberturas en la Casa Blanca. ¿La razón? La prestigiosa agencia de noticias estadounidense se negó a cambiarle el nombre al golfo de México por 'Golfo de Estados Unidos'; una de las ocurrencias que surgieron en el discurso inaugural de Trump.

Pocos días después del veto contra AP, Leavitt anunció que el Gobierno sería quién decidiera que periodistas pueden estar presentes y preguntar en los informes gubernamentales en la Casa Blanca, trabajo que hasta el momento estaba reservado para la Asociación de Corresponsales de la Casa Blanca (WHCA).

Comienza a ser una suerte de consenso periodístico en que la era digital ha dejado de lado el hermetismo de los medios de comunicación tradicionales, aunado al reconocimiento en la importancia de las redes sociales y de la democratización de la información en la modernidad.

Sin embargo, entre la cohorte de comunicadores en Washington abunda la preocupación sobre que tan neutral resulta está 'diversificación' en las fuentes de información y la inclusión de medios 'alternativos' y cómo la afinidad de los nuevos rostros dentro de la sala trumpista puede afectar la libertad de prensa en la Casa Blanca.

"Pero ahí puede estar la trampa, pues algunas veces, a las personas a las que se les concede la palabra formulan las preguntas de una manera evidentemente complaciente y cargada de elogios al mandatario, llamándolo, por ejemplo, 'el presidente de la paz', o celebrando sus decisiones.", explica Natalia Cabrera, la corresponsal de France 24 en Washington.

En una sala retacada de medios 'alternativos' e 'influencers' con miles de seguidores que adulan a Trump y evitan las preguntas difíciles sobre su política. ¿Qué impide a la Casa Blanca vetar uno a uno a los reporteros que no sigan la línea impuesta desde la Oficina Oval, así como lo hizo con la AP?

Los periodistas que cubren el acontecer de la Casa Blanca conocen bien esa pregunta. Cabrera señala que la autocensura es un mecanismo de defensa cada vez más usado entre los reporteros en Washington que buscan sobrevivir a la exclusión de los informes gubernamentales.

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La encrucijada contra "los enemigos del pueblo estadounidense"

La operación de Trump en contra de los medios de comunicación está enmarcada en una actitud presidencial hacia los medios tradicionales que ha pasado de la furia y el señalamiento a una suerte de condescendencia que busca reducir la importancia de la crítica y diezmarla narrativamente, en primera instancia.

Durante una rueda de prensa conjunta con el primer ministro israelí, Benjamin Netanyahu, en febrero, Trump recibió una pregunta de una periodista afgana, a la que rápidamente interrumpió, alegando que no entendía "nada de lo que decía", pero que su voz era "hermosa", en un tono que provocó risa entre algunos asistentes en el lugar.

Una actitud desafiante que, para algunas comunicadoras, representa otro obstáculo en la Administración Trump.

"Lo que dijo el presidente desató carcajadas en un salón en el que predominaban los hombres, lo cual es supremamente intimidante", recuerda Cabrera, quien estuvo presente en la sala.

En 2017, durante su primera Presidencia, Trump calificó a cinco de las principales cadenas de noticias en el país como "los enemigos del pueblo estadounidense", señalándolos por supuestamente crear noticias falsas que afectaban su imagen política en ese entonces. Hoy, el magnate neoyorquino continúa con el discurso estigmatizante contra los medios, pero se ha puesto más firme para llevar sus quejas a la ruta del actuar político.

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Medios de "propaganda"

El pasado 14 de marzo, el mandatario inició una campaña en contra de los medios financiados por Estados Unidos que operan en el exterior. Trump firmó un decreto presidencial para reducir al mínimo posible los recursos enviados por Washington a medios como Voz de América, Radio Martí y Radio Free Europe, que dependen casi que exclusivamente del dinero público estadounidense para subsistir.

Radio Martí y Voz de América son medios internacionales que llevan su cobertura hasta países como Cuba, funcionando como unos de los pocos faros de información reputada en la isla, mientras que Radio Free Europe extendía su transmisión hasta Rusia. Pero para Trump, estos medios no eran más que "propaganda".

Trump también ha advertido que revisaría la situación financiera de medios locales financiados por el Estado, como NPR y PBS, a quienes acusa de haber "perdido relevancia".

"El manejo comunicacional de Trump es mucho más rápido que en su administración pasada (…) Eso responde a una estrategia deliberada de crear caos por diseño", opina Fernández, añadiendo en una conversación con France 24 que la intensidad de sus cambios le permite poner el foco en ciertos temas y "silenciar otros".

Por otro lado, el magnate neoyorquino también ha acechado a los medios de comunicación en la arena legal.

Antes de ser investido como presidente, Trump demandó a dos de los canales de noticias más relevantes del país, 'CBS' y' ABC'; al primero, por presuntamente editar una entrevista con la exvicepresidenta Kamala Harris sobre la Franja de Gaza y, al segundo, por supuestamente difamarlo en su caso de agresión sexual en contra de la escritora E. Jean Carroll.

"Este patrón sigue una tendencia mundial ejemplificada por Rusia, Turquía y Hungría, que han visto cómo el periodismo independiente ha sido exprimido hasta caer en el olvido durante la última década. ¿Sucederá lo mismo aquí o podrá la prensa sobrevivir a esta embestida?", destacó el periodista Michael Bobelian para el Centro de Ética Periodística de la Universidad de Wisconsin.

Musk, Bezos, Zuckerberg: los nuevos aliados de la realidad trumpista

Pero Trump no ha conseguido transformar el panorama mediático en sus primeros 100 días solo. En su investidura, la presencia de otros tres magnates de la tecnología llamó la atención del planeta, especialmente por las posiciones políticas que habían expresado antes de la primera Administración trumpista. 

Jeff Bezos, dueño de Amazon; Mark Zuckerberg, de Meta; y Elon Musk, de Tesla y X, presenciaron la investidura del líder republicano desde lugares privilegiados en la sala, respondiendo a la invitación que el equipo de Trump les hizo llegar en su momento y confirmando una alianza que, para los expertos, es uno de los puntos clave en la estrategia narrativa del presidente.

"Esa puesta en escena realza ese diagnóstico que hace Trump de cómo el rol de los medios deja de ser estratégicamente tan importante como había sido en el pasado, y privilegia al rol de las compañías tecnológicas, junto con su capacidad de llegar a enormes audiencias", explicó Fernández en entrevista con France 24. 

El rol de Musk durante la campaña y gobierno del republicano no es desconocido. Desde que expresó su preferencia por Trump en sus redes sociales, el multimillonario sudafricano fungió como una pieza clave en la masificación de la campaña electoral trumpista, participando en mítines políticos por el republicano, ofreciendo espacios en su recién adquirida red social y difundiendo mensajes pro-Trump desde su perfil. 

Para Fernández, la compra de Twitter – ahora X – por Musk no fue casualidad. "Esa adquisición de Twitter no tenía que ver tanto con un capricho de Musk, sino con su convicción de que podía ser una herramienta de campaña que le permitiera dirigir estratégicamente la atención hacia ciertos temas", mencionó la doctora en comunicación política. 

El apunte de Musk hacia el trumpismo fue evidente desde la campaña, empero, el 'cambio de bando' de Zuckerberg y Bezos también ha marcado el inicio de la Presidencia Trump. El dueño de Meta – quien había mostrado afinidad por el Partido Demócrata en el pasado – decidió seguir la pauta en torno a la información defendida desde la nueva Casa Blanca. 

El 7 de enero, semanas antes de la investidura, Zuckerberg anunció la eliminación del mecanismo de 'fact checking' en las redes sociales del grupo – Facebook e Instagram – para proceder a implementar un estilo de "moderación comunitaria", similar al que existe en X y que ha sido duramente criticado por su inefectividad para depurar la información falsa. 

Por su parte, Bezos marcó su preferencia hacia el trumpismo cuando impuso una serie de transformaciones en la redacción del veterano diario estadounidense 'The Washington Post', del que es propietario.

El multimillonario decidió echar para atrás el respaldo del diario a la candidatura de Kamala Harris – apenas semanas antes de la elección –, además de modificar la naturaleza de las columnas de opinión, dejando solo aquellas notas que se mostraran a favor del "libre mercado". 

"Lo que ha dicho es que se pueden encontrar en otros sitios de internet, pero la idea del 'Washington Post' es que están desesperados por encontrar cosas pegajosas para que la gente vaya allí y no a otro sitio. ¿Qué dice eso? Dice, no queremos decir cosas que puedan ser mal recibidas por el tipo que lo regula todo", detalló David Folkenflik, periodista para NPR, en una entrevista el pasado 9 de abril. 

Con AP, Reuters y medios locales

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