Cada cierto tiempo la sociedad dominicana asiste al fenómeno de muertes a manos de patrullas policiales bajo el recurrente alegato de “intercambio de disparos”.  Es precisamente lo que ocurre en estos momentos.

En muchos de estos casos, las versiones oficiales no resisten el escrutinio público ni el contraste con las evidencias que muestran testigos.

Lo que debería ser un incidente aislado se ha convertido en un patrón que erosiona la confianza ciudadana en las instituciones y pone en entredicho la fortaleza del Estado de Derecho en la República Dominicana.

Ninguna democracia puede sostenerse cuando quienes están llamados a proteger la vida se portadores del miedo.

La Policía Nacional tiene un papel fundamental en la seguridad y el orden, pero ese rol no le otorga licencia para matar ni sustituir la justicia por ejecuciones sumarias.

La seguridad pública no puede edificarse sobre el terror.

Cada ciudadano, sin importar sus antecedentes o sospechas en su contra, tiene derecho a un debido proceso y a ser juzgado por tribunales, no muerto en la calle.

La justificación del “intercambio de disparos” se ha convertido en una peligrosa rutina que tiende a ocultar abusos, encubrir errores o disfrazar la ausencia de protocolos claros de actuación policial.

Esta práctica, más que fortalecer la autoridad, la deslegitima. Cuando la ley se aplica selectivamente o se impone mediante la violencia, lo que se debilita no es solo la imagen de la Policía, sino la democracia como sistema de gobierno que debe garantizar la integridad de las personas.

Es imperativo que las autoridades tomen medidas firmes y transparentes. Se necesitan investigaciones independientes, sanciones ejemplares y avanzar en la reforma policial orientada a la profesionalización, la rendición de cuentas y el respeto irrestricto a la vida humana.

La seguridad pública no puede edificarse sobre el terror. La República Dominicana merece una Policía que inspire confianza, no temor; una justicia que investigue, no que encubra; y un Estado que garantice la vida, no que la arrebate.