Nochebuena es una fecha profundamente arraigada en nuestras tradiciones, un tiempo de encuentro familiar, de gratitud y también de esperanza.

Precisamente por su significado, conviene celebrar esta simbólica tradición con serenidad y sentido común, recordando que la auténtica alegría no se mide por los excesos.

La temperancia es una virtud especialmente oportuna en estas horas. Moderar el consumo, tanto de alimentos como de bebidas, además de la adquisición de bienes que en muchos casos no constituyen necesidades prioritarias y que derivan en gastos innecesarios.

Celebrar con respeto significa priorizar la seguridad —en los desplazamientos, en el hogar y en la convivencia—  para prevenir situaciones lamentables. La prevención no resta alegría; al contrario, la preserva.

Planificar con antelación, evitar riesgos innecesarios y atender a quienes nos rodean, en especial a niños y mayores, fortalece el espíritu comunitario que define estas fechas.

Se trata de vivir la Nochebuena con sentido común. Las celebraciones adquieren su verdadero valor cuando se desarrollan en un marco de prudencia y respeto hacia los demás.

Que la Nochebuena sea, pues, una celebración consciente para la familia dominicana y una oportunidad para la reflexión. Valioso es festejar la vida, y asumir cada tarea con responsabilidad y respeto.

Al optar por la prudencia, honramos la tradición y garantizamos que el recuerdo de esta noche sea de paz y bienestar para todos.

Se trata de vivir la Nochebuena con sentido común. Las celebraciones adquieren su verdadero valor cuando se desarrollan en un marco de prudencia y respeto hacia los demás.

En una fecha tan significativa, la moderación no es una renuncia a la alegría, sino la mejor garantía de que esa alegría sea plena y duradera.