Aún sorprendida por la dimensión de la tragedia del Jet Set, la sociedad dominicana no termina de encontrar una explicación a un accidente tan destructivo y letal.
Comenzamos a contar los muertos el martes en la madrugada, y aún el miércoles no hemos terminado de desenterrar cadáveres. Y el gravísimo drama es que se repite la historia trágica de los países que han pasado por horrores humanitarios: Caminar sobre cientos de muertos para encontrar el familiar querido, al ser humano adorado, hijo, nieto, sobrino, padre, madre o tío.
¿Cómo fue que algo tan horripilante se acumuló en una dimensión histriónica, y se puso en evidencia cuando el centro de diversión estaba repleto de personas?
Nos planteamos, solo como una aspiración post tragedia, ¿por qué el techo de la discoteca no cedió en un momento en que la discoteca se encontraba en receso, cerrada, sin nadie allí dentro?
Pudo ser. Lo que han dicho los especialistas, arquitectos e ingenieros, es que el techo cedió por tres factores:
a) Fue eliminado parte del soporte de vigas y muros que resistían el peso del concreto y su carga.
b) El peso en el techo del lugar fue creciendo en la medida que se adicionaban aires acondicionados, tanques con contenido pesado y voluble, y transformadores de electricidad que servían para sostener la demanda de una gran cantidad de personas dentro.
c) En la parte interior del salón central de espectáculos, el techo fue utilizado para sostener artilugios de iluminación, decorativos y de servicios, que no fueron analizados ni ponderados como elementos de presión.
Esas tres observaciones demandan, al margen de la historia de la estructura y su manteniemiento, un análisis de las autoridades. No solo con el objetivo de explicar esta desgracia, sino de prevenir nuevas situaciones potencialmente riesgosas en otros establecimientos de concentración de personas.
Nadie sabe si en Jet Set había algún control de aforo. Si lo hubo, no obedecía a un cálculo de riesgos, porque salidas de emergencia suficientes tampoco había, y se destinaban exclusivamente dos puertas de entrada y salida: Una trasera para el personal de servicios y los artistas, y una delantera para los clientes.
Pese a que el lugar era herméticamente cerrado, para impedir las quejas de los vecinos, que lamentaban el impacto del sonido en los alrededores, y porque la demanda interior necesitaba que la música fuese adictiva y contagiosa, condición inherente a los centros de diversión nocturnos.
Tragedias como estas serían posibles en ciudades altamente pobladas, en donde la gente se congrega masivamente en iglesias, estadios deportivos o centros de diversión.
Jet Set era un lugar atractivo, cuyas actividades reunían a muchas personas.
Si era así, entonces había que requerir, de parte de las autoridades nacionales o locales, la revisión periódica de sus condiciones físicas. Si hubo remodelación o modificación de su estructura, como se ha dicho, debió contar con la supervisión, el estudio de las autoridades del Ayuntamiento del Distrito Nacional, o del Ministerio de Obras Públicas.
Al parecer nadie tomó notas de las observaciones y denuncias de clientes avispados que, observando el deterioro del centro dieron cuenta del paulatino desbordamiento del lugar, del desprendimiento de cemento que era visibles, y que empleados barrían para ocultarlos rápidamente, y así desaparecer las preocupaciones.
Puede ser, incluso, que los propietarios del lugar, tampoco tuvieran conocimientos de esos detalles, o que pospusieran un remozamiento porque se trataba de un negocio exitoso, con permanente demanda de los clientes, por la presencia de artistas de gran vigencia, tanto dominicanos como de otros países.
Ese conjunto de factores son, para quienes se pregunten por qué ocurrió la tragedia, el camino para una explicación.
Nosotros todavía no salimos de nuestra estupefacción y de nuestra indignación por algo tan terrible, que ha sido el punto de partida para un miedo colectivo.
Al finalizar la búsqueda de sobrevivientes se debe proceder, de inmediato, con la investigación correspondiente del parte del Ministerio Público. Estamos hablando de una tragedia que ha puesto fin a la vida de por lo menos 140 personas. Es algo muy serio. Y la confianza es que el Ministerio Público actúe en representación de la sociedad, y en particular, en nombre de las familias directamente afectadas. Es lo que corresponde, para que nadie quiera tomar venganza. No es lo que corresponde.
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