El drama que se vive en Gaza no puede dejar indiferente a nadie, si se trata de seres humanos que observamos la forma en que un mandatario, en este caso Benjamin Netanyahu, ha dictaminado la muerte violenta de por lo menos 60 mil personas desde octubre del año pasado, y ha puesto un cerco alimentario a por lo menos dos millones de personas que se encuentran acorraladas por el ejército de Israel en la zona de Gaza.
Los ataques sorpresivos del grupo palestino Hamás, acción terrorista, fueron la justificación para una matanza étnica que remueve los cimientos de cualquier ser humano. No se trata de simplemente devolver un ataque, el gobierno de Israel está matando directa e indirectamente a miles de niños, niñas, ancianos y ancianas asesinados por el ejército de Israel. Clínicas y hospitales bombardeados, escuelas destruidas, centros religiosos demolidos, y toda la destrucción se justifica en que se busca los lugares donde se esconden los militantes o lideres del grupo Hamás.
Pero todo esto va mucho más allá de la persecución de Hamás y sus dirigentes extremistas. Esto es lo que ha planificado Netanyahu para terminar con Gaza como lugar de refugio de millones de palestinos, para así borrar étnicamente a esa comunidad milenaria, y dejar supuestamente libre de riesgo al Estado de Israel.
Netanyahu emula lo peor del régimen de la Alemania nazi: En las puertas de Gaza hay por lo menos seis mil camiones cargados de alimentos para proveer lo elemental para que miles de personas no perezcan por hambruna. Israel juega con el permiso para suplir de agua, energía, alimentos, medicamentos a los gazatíes.
Es el más terrible drama humano de los últimos tiempos, y los países han quedado indiferentes ante esta terrible eliminación de miles de personas indefensas. Se acaba de informar que por lo menos siete expertos de las Naciones Unidas, incluyendo a la relatora especial para Palestina, Francesca Albanese, condenaron el bloqueo humanitario impuesto por Israelen Gaza y pidieron un despliegue de asistencia por vía naval “desde todos los puertos del Mediterráneo”. La situación no aguanta más. Se habla de políticas flexibles, de ceder el paso de alimentos, pero solo de palabras, mientras miles de niños y niñas y personas adultas mueren ante los ojos de todo el mundo.
Joseph Borrell, ex ministro de Exteriores de la Unión Europea, ha dicho que la comunidad de naciones más desarrolladas de Europa perdió su alma al apoyar a Israel, y dejar de lado el drama humanitario que existe en Gaza.
Se solicita agua, combustible, alimentos, medicamentos, frazadas y cualquier elemento de apoyo a millones de personas desamparadas.
Los expertos de Naciones Unidas han dicho que “La comunidad internacional debe actuar ahora para poner fin a esta privación inhumana e ilegal y garantizar la urgente restauración del agua y los servicios higiénicos en Gaza”. Pero la comunidad internacional está preocupada por otras cosas, como los aranceles de Trump, y no por las vidas que se terminan miserablemente en Gaza.
Los citados expertos afirman en un comunicado que Israel “está usando la sed como arma para matar a los palestinos”. Y es cierto, pero se quedan cortos. También utiliza bombas y armas convencionales, y lanza cohetes supermodernos para destruir hospitales, escuelas, iglesias y casas, en las que dice se esconden los dirigentes de Hamás.
Israel tiene claros sus objetivos, y por eso ha destruido el 89 por ciento de la infraestructura de Gaza para el suministro de agua, y las casas y y lugares donde se debía tener agua, no la tienen.
¿Hasta este punto hemos llegado, como seres humanos, de permitir una crueldad y un crimen colectivo como el que Israel ejecuta en Gaza, como lo hizo Hitler en la Alemania Nazi contra los judíos, solo por el hecho de ser judíos?
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