En unos días la actual administración cumplirá su primer año del período gubernamental. Y de pasó serán cinco años de gobierno del presidente Luis Abinader, luego de su ratificación en las elecciones del 2024.
Se habla con desenfado de una posible sustitución de una parte del gabinete o de casi todo el gabinete por decisión por el presidente Abinader. Sería una especie de relanzamiento del Gobierno, no sólo para un lavado de cara, sino para cumplir objetivos contemplados en su plan de gobierno, que no han sido suficientemente atendidos en áreas particularmente sensibles. Ejemplos: la política energética, la política exterior, la política social, los servicios financieros y hasta la cuestión fiscal.
El gobierno del presidente Abinader y del PRM ha sido beneficiario de una muy larga debilidad de los partidos opositores, y de una división política en el que fuera el principal partido opositor, el Partido de la Liberación Dominicana, y que en gran medida ha sido sustituido por Fuerza del Pueblo, que cuenta con un liderazgo con una tasa de rechazo alta, pero cada día más atrae a sectores disgustados de la sociedad y del litoral político.
El presidente Abinader y su gobierno están en el deber de renovarse, y en particular de articular una relación comunicacional con el país diferente a la que se ha desarrollado hasta ahora. Se cuentan muchas historias, poco hilvanadas, sin mucha relación con la realidad, con gastos sobre ideas disruptivas que no tienen nada que ver con lo que el gobierno debe publicar o dar a conocer sobre su gestión.
Hay poca coherencia en la comunicación gubernamental. Una cosa es lo que dice el Palacio Nacional y otra muy distinta es la que dicen las instituciones estatales. Cada quien parece tener una agenda. Todo eso resulta incoherente, fragmentado, sin un hilo conductor en la administración central.
Por otro lado, el presidente es el principal vocero del gobierno. El presidente comunica bien, todos los lunes hace un gran esfuerzo en La Semanal, pero eso no tiene concordancia con el esfuerzo expositivo de la promoción gubernamental.
Las redes sociales se están comiendo el relato del gobierno, pese a que la gran inversión oficial en comunicación se ubica en las redes. Entre un 10 y un 12 por ciento va a los medios tradicionales, que están inconformes con lo que reciben y cuentan, pero se la guardan al presidente y a todo su equipo.
En cuanto al que se supone es el brazo político del gobierno, su partido, el PRM, parece que su única actividad consiste en la que hacen los grupos particulares impulsados por las aspiraciones de los precandidatos presidenciales.
El actual debía ser un momento para la reflexión en el gobierno y en su partido; un momento para la toma de decisiones, que ayuden en un relato que sea coherente con lo que el gobierno hace, que no es poco, en inversión públicas, en políticas sociales, en política exterior, en reducción de pobreza y en inversión en las provincias y municipios, que fue siempre la gran debilidad. Una historia que no se ha contado es lo que está haciendo el gobierno en Santiago, por ejemplo.
El primer aniversario del segundo gobierno del presidente Luis Abinader debe servir para pensar en lo que desea dejar como legado el presidente al salir de la administración pública. Es ahora cuando se debe planificar, y no después. La política se calienta, y los partidos opositores comienzan a tener razones en muchas de las críticas que formulan, por ejemplo la excesiva lentitud para concluir tantas obras empezadas tan pronto comenzó el gobierno en 2020. Definitivamente, el relato oficial parece que ya no es suficiente para mantener el encanto de la ciudadanía.
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