Este fin de semana, Washington y Pekín han acordado reducir un 115 % los aranceles recíprocos, con lo que las importaciones chinas pasarán a pagar un arancel del 30 %, mientras que las los productos estadounidenses pagarán un derecho de aduana del 10 %, anunció este lunes el secretario del Tesoro de EEUU, Scott Bessent, máximo representante de la Casa Blanca junto a Jamieson Greer, representante comercial de Estados Unidos.

Esta reducción estará inicialmente en vigor durante 90 días, mientras ambas partes continúan negociando una desescalada definitiva.

Mark Williams, economista para Asia de Capital Economics, asegura que "el acuerdo de hoy es otro retroceso sustancial respecto a la postura agresiva de la administración Trump".

Señaló en The Economist que esto no incluye ningún compromiso por parte de China sobre la política cambiaria o el desequilibrio comercial bilateral, "aunque presumiblemente serán temas de discusión en los próximos tres meses".

Los periodistas de The Economist, Vicente Nieves y Mario Becedas, señalan que con unos tipos arancelarios significativamente más bajos, las perspectivas de crecimiento chino para los próximos trimestres parecen mucho mejores.

Desde el servicio de análisis del banco italiano constatan que los flujos comerciales entre China y Estados Unidos se han ido secando aún más a finales de abril y principios de mayo.

A finales de semana pasada cobraba fuerza la tesis de que Pekín llegaba con cierta fuerza a la reunión en Suiza pese a los duros ataques de EEUU en todo este proceso. Lo cierto es que, pese al latigazo arancelario, China ha seguido operando con cierta normalidad.

Así lo evidenciaban los datos comerciales de abril: China mantenía fuerte sus exportaciones pese a la notoria caída de las mismas hacia EEUU. La caída del 21 % en las exportaciones hacia la primera potencia mundial se compensaba con un incremento de los envíos hacia economías del sudeste asiática y en América Latina.

"Cuanto más se prolonguen las negociaciones comerciales, mayor será el riesgo de que se cancelen pedidos, se sequen aún más los flujos comerciales entre ambas naciones y aumente la inflación estadounidense", alerta Andreas Rees, analista de UniCredit.

El analista indicó que las actividades de producción y exportación de otras regiones, como la UE y Asia, también podrían verse afectadas negativamente, ya que las cadenas de suministro mundiales, a las que contribuyen EEUU y China, pueden verse afectadas.

Este artículo fue publicado originalmente en The Economist.

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