Cada año, la Superintendencia de Bancos de la República Dominicana (SIB) publica su Ranking de Digitalización del Sistema Financiero, un informe que se ha convertido en un termómetro del progreso tecnológico del sector. La edición de 2025 confirma una tendencia que ya parecía irreversible: la digitalización se ha consolidado como uno de los principales motores de transformación, inclusión y crecimiento económico del país.
Un nuevo paradigma financiero
La digitalización del sistema financiero se entiende como el proceso mediante el cual las entidades bancarias, asociaciones de ahorro y crédito, y cooperativas adoptan tecnologías digitales —desde plataformas en línea hasta inteligencia artificial— para ofrecer servicios más rápidos, seguros, accesibles y amigables. Este cambio de paradigma permite que operaciones antes presenciales, como la apertura de cuentas o la solicitud de préstamos, puedan realizarse desde un teléfono móvil, sin necesidad de acudir a una sucursal. Para los usuarios, esta evolución se traduce en comodidad, ahorro de tiempo y mayor control sobre sus finanzas. Las empresas, en particular las micro, pequeñas y medianas, encuentran en la digitalización nuevas oportunidades para crecer, optimizar sus costos y acceder con mayor facilidad al crédito formal. En términos sociales, la expansión de los canales digitales fomenta la formalización económica, reduciendo la informalidad y fortaleciendo la transparencia de las transacciones. Un ejemplo claro en América Latina es Brasil, donde el auge de la banca digital —liderado por Nubank— ha permitido que alrededor del 84 % de los adultos estén bancarizados en 2024. Este proceso no solo mejoró el acceso al crédito entre los sectores más vulnerables, sino que también redujo significativamente la informalidad económica, consolidando al país como un referente regional en inclusión financiera.
Un impulso para la economía dominicana
El informe de la SIB subraya que la digitalización no solo moderniza el sistema bancario, sino que también impulsa la eficiencia y la resiliencia de toda la economía. Un sistema financiero digitalmente avanzado mejora la productividad, favorece la innovación y amplía la inclusión financiera. De este modo, más personas y empresas participan en la economía formal, lo que a su vez incrementa la recaudación fiscal, reduce los costos de transacción y promueve un entorno más competitivo. La República Dominicana ha experimentado un notable dinamismo en los últimos años: el uso de canales digitales ha crecido a tasas de dos dígitos, y en algunas entidades más del ochenta por ciento de las operaciones ya se realiza de forma virtual. Esta transformación se refleja también en la satisfacción de los usuarios, que valoran la rapidez, la facilidad de uso y la seguridad de las nuevas plataformas.

Avances y brechas en el proceso de digitalización
El avance no ha sido uniforme. Mientras los grandes bancos lideran el ranking de digitalización y continúan invirtiendo en infraestructura tecnológica y experiencia de usuario, algunas entidades pequeñas —entre ellas cooperativas y asociaciones locales— todavía enfrentan limitaciones de capital, conectividad y talento especializado. El desafío consiste en evitar que esta brecha digital se convierta en un nuevo factor de exclusión. El informe destaca que las áreas más dinámicas del proceso han sido la atención al cliente a través de canales digitales, la automatización de pagos y transferencias, y la mejora de los sistemas de seguridad y autenticación. Sin embargo, otros ámbitos avanzan más lentamente, como la digitalización completa de los procesos crediticios, la integración de datos o el uso de analítica avanzada para diseñar productos personalizados.
Inclusión y alfabetización digital
Una de las advertencias más importantes de la Superintendencia de Bancos es que la digitalización debe ir de la mano de la inclusión. No basta con ofrecer servicios tecnológicos de última generación si una parte de la población no tiene acceso a internet o carece de las habilidades digitales necesarias para utilizarlos. Por eso, la educación financiera y la expansión de la conectividad en zonas rurales son componentes esenciales para que todos los ciudadanos puedan beneficiarse de los avances del sistema. Un ejemplo inspirador se encuentra en México, donde los programas de educación financiera digital impulsados por el gobierno y las fintechs han logrado que millones de personas en zonas rurales aprendan a usar billeteras electrónicas y servicios de pago móviles, mejorando así su acceso al sistema financiero formal.
Nuevos retos en el entorno digital
La digitalización también trae consigo nuevos desafíos. El crecimiento de las operaciones en línea ha incrementado los riesgos de ciberataques y fraudes electrónicos, lo que obliga a las entidades a fortalecer sus políticas de seguridad y protección de datos personales. A la vez, la velocidad del cambio tecnológico exige una constante actualización de las competencias del personal financiero y una coordinación más estrecha entre las instituciones, el Estado y los organismos reguladores. El informe recomienda consolidar una infraestructura digital resiliente, promover la interoperabilidad de los servicios financieros, incentivar la innovación regulatoria —como los entornos de prueba o sandboxes— y seguir ampliando el acceso a internet en todo el territorio nacional. Estas medidas permitirían sostener el crecimiento del ecosistema financiero digital y garantizar su estabilidad a largo plazo.
Un futuro digital e inclusivo
La digitalización del sistema financiero dominicano no es únicamente un fenómeno tecnológico: representa una transformación económica y social profunda. Ha cambiado la forma en que los ciudadanos se relacionan con el dinero, ha ampliado el acceso al crédito y ha impulsado la modernización del país. El desafío de los próximos años será mantener este impulso sin dejar a nadie atrás. El progreso tecnológico solo alcanzará su verdadero valor cuando todos —personas, empresas e instituciones— puedan participar plenamente en esta nueva era digital, con seguridad, confianza e igualdad de oportunidades. La República Dominicana se encuentra ante una oportunidad histórica: consolidar un sistema financiero más inclusivo, competitivo y preparado para el futuro.
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