La jornada de Bartola Terrero comienza a las 5:00 de la mañana. Se traslada a una panadería donde, una vez terminado el pan, puede colocar su masa en el horno, que alquila por RD$ 600.
El proceso de horneado toma entre 25 y 30 minutos, pero la preparación empieza desde el día anterior: “Quemo el azúcar, la dejo enfriar, le echo canela majada, bicarbonato, anís estrellado y clavo dulce. Al bienmesabe les agrego coco, y a los bombones no”.
Con cada horneada, la emprendedora produce cubos de dulce que luego parte, enfría, empaca y distribuye. “Lo vendemos al detalle a RD$ 35, y al por mayor, a RD$ 20. De eso vivimos”, afirma con orgullo.
En Las Salinas, los habitantes llaman a “morena, la bombonera”, que desde hace 26 años esta madre soltera ha sostenido su hogar a base de harina, coco y especias, creando a mano los dulces tradicionales bienmesabe, un postre emblemático de Barahona, una provincia que es la casa de 90,166 habitantes.
“Cuando empecé tenía tres niños pequeños. Era madre y padre a la vez. Aprendí de mi hermana, aunque al principio me decía que no le hiciera ‘mis garabatos’. Pero el querer tiene poder”, recuerda Terrero entre risas.
Su receta es un legado familiar que ha pulido con el tiempo y que hoy en día es buscada desde distintos puntos del país y el extranjero que conoce la provincia a 184 kilómetros al sur.
Su familia también se ha integrado al oficio: su hijo le ayuda a calentar el horno, otro se encarga del fuego, y juntas con su hermana sostienen una tradición dulce que ha pasado de generación en generación.
En una casa de Cabral, al suroeste de República Dominicana, el olor a coco, especias y leña ha marcado por más de dos décadas el sabor de un dulce que traspasa fronteras: el Bienmesabe.
La cocinera detrás de este postre también es Celia, pero su fama es tan grande que su receta ha llegado al Gran Santo Domingo, cruzando fronteras hacia Nueva York, en Estados Unidos, y Puerto Rico.
“Yo tengo más de 25 años haciendo Bienmesabe, eso sí le digo, todo el mundo viene aquí a buscarlo”, dice con orgullo a ACENTO mientras describe el proceso artesanal del postre: azúcar hervida con bicarbonato, un toque de jengibre, especias, coco rallado, harina y miel quemada. Cocinado a leña, en un horno tradicional, cada bandeja es una pieza única de sabor y experiencia.
El conocimiento de este dulce le llegó de forma inesperada, cuando trabajaba con una amiga que la introdujo al mundo de los bombones y los postres caseros de leche. De ahí, nació una pasión y también una fuente de sustento constante.
“Yo puedo amanecer sin un peso, prendo el horno y ya tengo dinero asegurado. A mí no me falta dinero porque eso es gente y gente que viene a comprar”.
Sin embargo, ambas féminas resaltan a ACENTO sobre el aumento en los precios de los ingredientes. El botellón de miel que antes costaba RD$ 4,000 ahora ronda los RD$ 8,000.
Celia, emprendedora de casi 70 años, dice mantener los precios populares. “Lo vendo a RD$ 10, aunque antes era a RD$ 5”, comenta, mientras aclara que también ofrece bombones y presentaciones especiales del bienmesabe según lo que pida el cliente.
En tanto, Morena continúa apostando por la calidad y el sabor auténtico. “Ahora el coco lo compramos ya guayado, pero si el cliente quiere algo especial, le echo más coco. Siempre artesanal”.
Más allá del sabor, sus historias representan la resiliencia de las mujeres emprendedoras de los pueblos dominicanos. “Yo no cobro un sueldo fijo, pero me mantengo con mis dulces. Nunca me falta para sostener mi casa”.
Con sus manos horneando hasta dos sacos de harina al día, su bienmesabe no solo endulza paladares, sino que también cuenta una historia de perseverancia, economía local y memoria culinaria. “Eso es una riqueza. Es un porvenir. Es lo que me ha dado todo en la vida”.
Indican que quien visite Cabral y pruebe sus bienmesabes no solo degustará un postre típico, sino también la historia de mujeres que convirtieron el fuego y la harina en independencia económica y resilencia.
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