Al acercarse el cierre del año, muchas personas hacen un balance rápido de sus finanzas y llegan a una conclusión tranquilizadora: “estoy pagando todo”. Sin atrasos, sin llamadas de cobro y con las cuotas aparentemente bajo control, se instala la sensación de estabilidad. Sin embargo, una de las lecciones más importantes que deja la educación financiera es que pagar a tiempo no siempre significa estar bien. Existen señales claras, aunque silenciosas, que indican que las finanzas personales pueden estar entrando en un camino peligroso, aun cuando no haya morosidad.
Una primera señal de alerta es cuando el ingreso mensual está casi totalmente comprometido. Si al recibir el salario, la mayor parte se va automáticamente en préstamos, tarjetas, compras a plazos y otros compromisos financieros, la persona pierde margen de maniobra. En ese escenario, cualquier imprevisto deja de ser una molestia y se convierte en una crisis. Vivir sin espacio financiero es una forma de fragilidad que muchas veces se normaliza hasta que ya es tarde.
Otra señal importante aparece cuando el crédito comienza a utilizarse para gastos esenciales. Cuando la tarjeta de crédito sirve para pagar el supermercado, los servicios básicos, el combustible o medicamentos, el problema no es la tarjeta, sino que los ingresos ya no alcanzan para cubrir la vida cotidiana. El endeudamiento deja de ser una herramienta de apoyo puntual y pasa a ser un mecanismo para sostener el día a día, lo cual es una advertencia clara de desequilibrio.
También es un indicio peligroso cuando se pagan deudas contrayendo nuevas deudas. Refinanciar, consolidar o transferir saldos puede ser útil en situaciones específicas, pero cuando se convierte en una práctica recurrente, lo que ocurre es que la deuda no se reduce, solo se disfraza. El alivio inmediato suele venir acompañado de plazos más largos, mayores intereses acumulados y una falsa sensación de control.
La ausencia de ahorro es otra señal crítica. Si no existe un fondo de emergencia, si los ahorros se utilizan para pagar cuotas o si cualquier ingreso extraordinario se destina automáticamente a tapar huecos financieros, la persona queda completamente expuesta. Sin ahorro no hay colchón, y sin colchón cualquier variación en los ingresos o gastos empuja a decisiones apresuradas y costosas.
Un síntoma menos evidente, pero muy revelador, es la dependencia emocional del crédito. Cuando la tranquilidad personal depende de que el banco apruebe un aumento de límite, una nueva tarjeta o una prórroga, el control financiero deja de estar en manos propias. En ese punto, el crédito ya no es una herramienta al servicio del bienestar, sino un sostén artificial del estilo de vida.
A esto se suma una narrativa interna peligrosa que suele acompañar el endeudamiento creciente. Frases como “todo el mundo vive así”, “mientras pueda pagar no hay problema” o “el año que viene me organizo” funcionan como mecanismos de autojustificación que postergan decisiones necesarias. El camino peligroso rara vez se percibe como tal mientras se transita; se disfraza de normalidad hasta que el sistema colapsa.
Identificar estas señales a tiempo permite corregir el rumbo sin trauma. De cara al 2026, el mejor paso no es eliminar el crédito, sino recuperar el control. Revisar con honestidad cuánto del ingreso está comprometido, establecer límites claros al uso de tarjetas, priorizar la reducción de deudas de consumo, reconstruir un fondo de emergencia y ajustar el nivel de gasto a la realidad del ingreso son decisiones que devuelven libertad financiera.
Cerrar este año con conciencia es, quizás, el mejor propósito financiero. Porque la verdadera salud financiera no se mide solo por pagar a tiempo, sino por la capacidad de vivir con equilibrio, enfrentar imprevistos sin miedo y construir el futuro sin depender permanentemente del crédito para sostener el presente. Ese es el camino seguro para iniciar el 2026 con mayor tranquilidad y control.
Tu Consultorio Financiero es una columna desarrollada por Jesús Geraldo Martínez sobre finanzas personales, para orientar a las personas con conocimientos básicos en finanzas y economía a mejorar su entendimiento. Para consultar con el autor puede escribir al correo abogadojesus@icloud.com, o en Instagram @Jesusgeraldomartinez.
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