¿Quién puede comprender la tristeza de quien lleva un funeral en el corazón, un ataúd de vientos revueltos de rostros sin rastros.(Trozo del poema Mar Seco,Aníbal Montaño).

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La vida puede empezar a dolerte en cualquier instante, más cuando va cuadrado de sensibilidad tu techado existencial y te inclina cual si fuera sobre un espejo de lágrimas bajo tus pies a ver la vida del otro, no desde tu vida, si no desde la vida de los demás que te rodean.

Corre la cortina hacia el vacío y el horizonte de la nada se mueve hacia el orificio del desdén, vuelca espantos, desmenuza ironías y vuelan sombras como plumas de plásticos hacia tu universo desolado. Y allí está la poeta con la voz al cuello de los labios diciendo y rediciendo su poesía desnuda, y tu lector siente que nada desdibuja los rostros, ni espanta las risas, ni entibian los colores opacos pintados por la lluvia en la realidad viviente.

Te agachas al amor que asoma con dejo de mal agüero en sus versos y en otras se entra de manera furtiva a la primera ronda que se nos aproxima el cuerpo desvelado de amor joven entre poesía y verdad existencial.

En su libro Ángeles grises Ysabel Florentino nos lanza desde el precipicio de lo ignoto cual pájaro para asumir su vuelo iniciático en un libro que no es uno, si no dos y no dos, si no todos los libros de alma en uno. Por lo que, leer esta autora sancristobalense es una experiencia decisiva, un significado desafiante al ritual del dolor en el taller de los corazones rotos.

En los textos correspondientes Ángeles Grises que son poemas de corto aliento escritos en prosa (los que se pueden leer como relatos cortos o simples microrrelatos), la autora, se desguinda por la pared de un desamor y nos dice cuan atropellante puede ser la partida del ser amado, del hombre soñado que está y no está en ti mujer deseada y pide a boca llena el color de sus ángeles, veamos Ángel 1, pág. 37…

He venido buscando ángeles rojos que se despeinen los recuerdos en el pecho. He venido por ángeles con manchas que escondan su inocencia entre sonrisas. No ángeles blancos que no puedan pecar ni negros porque llorar sería la forma de sentirse Dios y sus pensamientos sólo alcanzarían el miedo. Quiero ángeles rojos que puedan subir y bajar en noches como éstas. ¿Qué tarde puede llovérsele en la piel a un ángel blanco? Todo mañana le provocaría miedo extraviado en los ojos. ¿Cómo puede desviar sus caminos y borrar sus manchas? ¿Qué culpa se puede cruzar los lunes ante su sueño? Tengo derecho a un ángel rojo, huyendo de ti y de mí… Y con apostillamiento incluido de no haber el color que prefiere… (finaliza) No me digas que sólo tienes ángeles blancos o negros. Entonces únelos, señor, y dámelo gris, como yo.

Ysabel se suma a los grandes como Baudelaire, como J. Sánchez Lamouth o V. Hugo que han cantado a los condenados de la tierra…en ella el barrio es más que un territorio de hábitat, es un espacio de otredad y singularidad en el accionar de vida; es que allí, al borde de sus ojos mueren las lágrimas de su risa.

Es el chisme y la poesía posible. La puta o el tiguere; los que quieren echar palante y están en los estudios, o los atrapados en el vacío societal donde el viento se golpea en los vidrios del alma sin poderlo cuartear. Eso es Ysabel, cotidianidad y verso, verso y realidad social…será por aquello de la que ésta (la poesía) es un arma cargada de futuro.

Esta autora dirá con la locura de vivirlo y llevarlo atravesado como un esqueleto en la memoria de Dios, o tal canto tragado de lámparas húmedas de luz: me alumbro el semblante del alma para gritarle a los ángeles que no somos los del fondo lúgubre los ahorcados deshonestos.

Quienes conozcan a la autora se preguntarán ¿a qué ángel (es) se refiere: Alguien me espera, tú me detienes…  Sabes que es hora, que una caricia más pondría en evidencia que no estás en el conteo de San Pedro… Sostiene la noche aferrándote a mis labios… ¿Por qué un ángel se quita el hombre y lo cuelga en su espalda? Ángel 5, pág. 41.

Ysabel como autora parece entrar en éxtasis de locura metafórica en su construir poético, sí, como lo dice en este mismo párrafo del poema ya tratado: Sostiene la noche aferrándote a mis labios. Por ese aluvión que se convierte en un mar de buena poesía, es que nos preguntamos a qué Ángel alude la escritora, si todos sabemos que tiene su Mesa servida donde comer el alimento del amor pasional…

Pero el discurrir poético de la escritora sigue apelando a la búsqueda de sentimientos perdidos, de amores desencontrados, a la palidez de un roce que le ha dado chispa para vivir entre universos reales e imaginarios…Señor, que tamaño refleja su alma cuando no estas, qué hombre le corre breve en el cuerpo, como marcharme, y dejar libre su mundo y su memoria…Señor, cómo le digo que tú eres parte de los dos, si tú lo alejas aún más de lo que somos. Caminé en sus noches, pero se niega a recordar mis ganas de que sea hombre y no Dios.  La autora desprende fuego en las palabras, deseos y lujurias escondidas en la piel del poema.  Fragmentos Àngel 16, Pág. 52.

Su hilo escritural es una serpiente transparente que se anima entre versos al discurrir de la poética de Ysabel la que es mutante entre lo mágico poético, la religiosidad de sus ángeles pretexto, su Dios inventado al que pone en apuros con sus deseos carnales hacia su Ángel Gris, que en el fondo y en el juego del trasfondo cultural es su Ángel mulato lo que quiere y busca.

No importa que le haya puesto a remendar el corazón, aún siente los girones zumbando y las hilachas revoloteando sus instintos de mujer y así lo prefiere porque al parecer, un adiós en ella es un velero de espejos rosando el espumar que dejan las mareas de lágrimas entretenidas en la arena de su rostro, veamos: —Qué hace un ángel soplando vida a un recuerdo. No te has cansado de reír con una lagrima en los labios. Es mentira que una caricia puede borrar el sentimiento de otro cuerpo. Dejo de llover y la puerta no es lo único que nos separa, también tus alas nos dividen. Te hacen menos humano, menos hombre, menos yo. Ángel 17. Pág. 53.

Por lo que entonces ese hombre no es carnal, es el imaginario rotando en el bebedero de las lecturas acumuladas. Es imaginar a un Mesa (que así no sea) ido en las vestimentas de maderas lustradas por una puerta del alma que se hace transparente al mar y se cierra como el bocinazo que se hunde en el silencio de los idos. Y creo que todo leyente se preguntará que mancha de amor le corre por los callejones del corazón a la escritora YFlorentino.

La poesía en verso libre de esta autora Sancristobalense es otro espectáculo del decir que como cuchillos de hilos cortan el filtrado aire por la hendija de la noche en cada estrofa; la transparencia escritural y la fuerza de sus versos hacen que el leyente deambule por enigmas, se cobije de temblores de corazones heridos, rotos, de solo pensar como ella, que su amor pueda quedar en el vacío ignoto de una partida… vemos este poema Acertijo II, pág. 13.

Digamos que me marcho
y tropiezo con el sueño que nos unió
que abro los ojos y se deshacen en el polvo
Digamos que me marcho
Y no logro armar el rompecabezas de nuestras vidas
que tomo la última copa del recuerdo
y que toco con mis lágrimas
la puerta que no cerraste
Digamos que me marcho
que la noche no alcanza
y regreso
digamos que dios se diluye ante mi espejo
y que recorre mi ombligo sin relojes
ya nadie nos habita con nombres disfrazados
Qué silencio me espera ahora en nuestra cama?    

EN ESTA NOTA

Luesmil Castor Paniagua

Poeta y ensayista

Luesmil Castor Paniagua. Profesor de la Escuela de Comunicación UASD. Ensayista, poeta y narrador.

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