Las fiestas navideñas surgen por la evolución de un largo proceso histórico, religioso y cultural en que se mezclaron celebraciones paganas y tradiciones cristianas muy antiguas (Forbes, 2007). Con la colonización, estas prácticas se extrapolan al Caribe y, desde entonces, constituyen una expresión del sincretismo cultural de los países de la región. En este ambiente se enmarca la trama que compone la antología de Tiempo Pascuero, de Pedro Antonio Valdez.
El autor evidencia en su labor como cuentista una noble destreza al incorporar problemáticas sociales propias de países con realidades políticas semejantes a la nuestra. La obra está compuesta por veintidós relatos contextualizados en el entorno nacional, donde se vive la festividad navideña, desde tradiciones como los obsequios a niños, familiares y amigos, así como la espera de los Reyes Magos, el Niño Jesús, la Vieja Belén e incluso la visita de Santa Claus.
En los relatos, el autor desnuda las limitaciones económicas de pobladores que carecen de recursos, cuyos escasos ingresos les impides disfrutar la cena de Nochebuena en compañía de su familia. El sistema les niega derechos que sus iguales en entornos geográficos justos disfrutan, donde los bienes del Estado son administrados sin que los tentáculos de la corrupción permeen los espacios públicos.
Es por ello por lo que, en ocasiones, el ciudadano privado de estos derechos recurre a actos delictivos para sobrevivir, presionado por el consumismo y por la celebración de la tradición. Esto se evidencia en el cuento “Navidad express”, donde el Negro y el Albino atracan aun siendo día de Navidad. No obstante, la cotidianidad del poblador procedente de la extrema pobreza en sociedades como la nuestra no cambia por festividades como la Navidad, aunque se revista del espíritu cristiano. Todo lo contrario, algunos aprovechan la distracción de los guardacostas, la celebración para embarcarse en un viaje ilegal, a riesgo de perder la vida, como lo escenifica en “El naufragio de Navidad”.
Los relatos muestran también el contraste entre clases sociales y el deseo de movilidad económica por parte de quienes aspiran amasar fortuna, como ocurre en “El aguinaldo del raso Pérez Cruz”, quien cree haber encontrado una oportunidad en el lugar menos esperado: la capacitación para mejorar su manejo con la población civil. Mientras, en “Santa en el burdel”el autor se despoja de la estima que suele recaer sobre quienes se dedican al trabajo sexual y muestra en personajes femeninos que además de prostitutas, conservan su derecho a disfrutar del espíritu navideño con la ingenuidad propia de la infancia, una ingenuidad que, pese a las calamidades de su oficio, no les ha sido arrebatada.

La visita de Santa al burdel ofrece a estas mujeres la esperanza que necesitaban para continuar con la vida que eligieron o la que las empujó el sistema del país donde nacieron. Aunque ejercen la prostitución, no han perdido la ilusión que simboliza la llegada de Santa Claus.
Valdez incorpora giros inesperados que pueden desconcertar al lector y exhibe la forma de actuar de la población común, aunque a veces recurra a un vocabulario soez que, desde la perspectiva de lectores conservadores, podría resultar chocante. No obstante, este recurso simboliza, en personajes masculinos, modos de proceder propios del género y de ciertos entornos sociales.
En definitiva, los relatos que conforman la antología revelan que, incluso en festividades especiales como la Navidad, la población vulnerable enfrenta las dificultades derivadas de la desigualdad social, la cotidianidad y la marginalidad a las que la somete el sistema. Pese a ello, Tiempo Pascuero puede leerse como un valioso regalo de temporada, pues invita a la reminiscencia y evoca momentos inolvidables compartidos con la familia y los amigos.
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