Vestigios del corazón, desde los ojos de un adolescente, significa y representa las huellas, las marcas, las experiencias que puede vivir un adolescente, un joven, y cómo estas pueden irlo formando hasta convertirse en una persona que ha amado, ha llorado, ha soñado, pero que, sobre todo, ha aprendido.

Hay noticias que llenan el corazón de alegría, especialmente cuando se ve el brillo de una generación que todavía cree en la belleza, en la palabra y en la emoción de las letras. Como maestra, he acompañado a muchos adolescentes en su búsqueda por entender el mundo, pero pocos logran hacerlo con la madurez, la pasión y la ternura con la que Manuel Vallejo lo hace a través de la poesía.

Hoy celebro, con admiración y entusiasmo, la valentía de este joven al  publicar su primer poemario, Vestigios del corazón. Un libro que recoge las huellas de su juventud latente y la sensibilidad de un alma que escribe con una verdad tan transparente que roza en la ternura propia de su edad. Manuel —bisnieto del gran poeta Manuel del Cabral— es honesto al decir que no busca compararse con su legado, sino honrarlo desde su propia voz, desde su mirada fresca y profunda.

Conversar con él es recordarme por qué educar sigue siendo un acto de fe: porque jóvenes como Manuel nos demuestran que la palabra sigue viva, que la poesía sigue siendo un refugio y que siempre hay esperanza en quienes se atreven a sentir y a escribir.

¿Solo apellido o talento genuino? ¿Quién es Manuel Vallejo?

G.R. Para comenzar, Manuel, cuéntanos un poco sobre ti: ¿quién eres, cuántos años tienes y cómo describirías tu vida antes de publicar tu primer poemario?

M.V. Soy un adolescente de 16 años, al que desde muy pequeño le han fascinado los retos: primero en el fútbol, luego en los modelos de Naciones Unidas, las matemáticas y, por último, en mi amigo, en mi refugio: la poesía.
Mi vida antes de publicar mi primer poemario diría que la afrontaba igual que ahora, con emoción, entusiasmo y, sobre todo, humildad.

G.R. Tu apellido tiene historia en la literatura dominicana. ¿Qué significa para ti ser bisnieto de Manuel del Cabral y crecer dentro de una familia con una herencia poética tan fuerte?

M.V. Tener de bisabuelo a Manuel del Cabral es, sin duda, una presión. Cargar con el peso de la comparación con una figura como la de su persona es, cuanto menos, desafiante.
Sin embargo, esa comparación, en vez de disminuirme, me ayuda y me enorgullece muchísimo. Espero, algún día, lograr ser aunque sea un poco de lo que él logró ser.

G.R. ¿Cuándo descubriste que la poesía era tu camino? ¿Hubo algún momento o lectura que marcó el inicio de tu vocación?

M.V. Fue, de hecho, en una actividad de Manuel del Cabral, del libro Huéspedes secretos. Tenía 11 años y me asignaron como representación de los bisnietos de Manuel del Cabral. Además de esto, escribía poemas para mi mamá desde los seis, pero nunca fue para mí tan significativo como lo fue a partir de ese día, en el que me di cuenta de lo que llevaba en la sangre.

G.R. ¿Por qué elegiste la poesía y no otro tipo de texto, como el cuento o la novela? ¿Qué encuentras en el verso que no hallas en otros géneros?

M.V. Realmente, yo siempre lo tuve claro. Lamentablemente, soy una persona un poco impaciente, pero muy apasionada. Debido a esto, encontré en la poesía una forma de, en poco texto, expresar el mayor sentimiento posible.

G.R. Tu poemario se titula Vestigios del corazón. ¿Qué representa ese título y cómo nació la idea de este libro?

M.V. Vestigios del corazón, desde los ojos de un adolescente, significa y representa las huellas, las marcas, las experiencias que puede vivir un adolescente, un joven, y cómo estas pueden irlo formando hasta convertirse en una persona que ha amado, ha llorado, ha soñado, pero que, sobre todo, ha aprendido.

G.R. Publicar un libro siendo tan joven no es común. ¿Cómo fue el proceso de edición, publicación y presentación de tu obra?

M.V. El libro, de hecho, estuvo listo desde hace un año, pero los miedos y las voces en mi cabeza no me permitieron publicarlo, hasta que comprendí que posponer mi voz era otra forma de silenciarla.
Con esa idea en mente, contacté a la editorial con la que se trabajó Huéspedes secretos y, al poco tiempo —menos de un mes—, ya teníamos todo listo para publicar.

¿Solo apellido o talento genuino? ¿Quién es Manuel Vallejo?

G.R. ¿Qué papel jugó tu familia en ese proceso? ¿Te acompañaron activamente en la escritura o prefirieron darte libertad creativa?

M.V. Al principio se preocuparon por lo que escribía, especialmente por los temas que tocaba. Pero con el tiempo entendieron que la poesía era mi manera de procesar el mundo, y que muchas veces no era yo escribiendo experiencias propias, sino yo escribiendo por las experiencias de lo que veía.
Me dieron libertad, y eso fue lo mejor que pudieron hacer. Siempre estuvieron presentes, pero me dejaron encontrar mi propia voz.

G.R. En tiempos donde las redes sociales dominan la expresión de los jóvenes, ¿cómo manejas las críticas o los comentarios que pueden surgir en esos espacios?

M.V. Con calma y con fe en lo que hago. Entiendo que no todos verán la poesía como yo, y que cada opinión, buena o mala, forma parte del proceso.
Acepto cada crítica de mi obra, ya que no me detienen; al contrario, me enseñan. Y si algo me ha dejado este camino, es la certeza de que el arte no busca agradar a todos, sino llegar a quienes lo necesitan. Con una sola persona que se sienta acompañada con un poema —no, con un verso—, ya me sentiré orgulloso de lo que he logrado.

G.R. Tu poesía ha sido descrita como madura, introspectiva y clásica. ¿Qué autores o corrientes te han influido más al momento de escribir?

M.V. Mi mayor influencia siempre ha sido mi bisabuelo, Manuel del Cabral. Su forma de convertir la poesía en justicia y belleza marcó mi manera de entender la palabra.
También admiro profundamente a autores como Mario Benedetti, Pablo Neruda y José Mármol, quien tuve la suerte de que fue el que escribió el prólogo de mi libro.
De cada uno he aprendido algo distinto: la sensibilidad, la fuerza y la profundidad del silencio. Pero también me inspiro mucho en lo cotidiano, en lo que pasa alrededor.
Aprendo muchísimo de ellos, aunque me considero principalmente autodidacta, y he hecho mucho énfasis en escribir como yo, y solo como yo.

G.R. ¿Cómo vives el acto de escribir? ¿Es para ti un ejercicio de introspección, una forma de resistencia o un diálogo con tus emociones?

M.V. Siempre he sentido que mi escritura es una forma en la que Dios se expresa a través de mí.
Escribo cuando lo siento, solo cuando lo siento; cuando las palabras viven en mí y buscan salir al mundo. Cada poema nace de un instante de inspiración, de un impulso en el que mis emociones guardadas se abren paso y encuentran su forma.
Escribir, para mí, no es un acto planeado, sino una necesidad.

G.R. ¿Qué te gustaría lograr con tus escritos? ¿Buscas dejar un mensaje, generar reflexión o simplemente compartir tu visión del mundo?

M.V. Quiero inspirar. Quiero que otros jóvenes, y sus padres, entiendan que la edad no limita el talento ni la voz. Que un adolescente también puede hablar con profundidad, con alma.
Y si mis poemas logran que alguien se sienta acompañado o motivado a escribir lo suyo, entonces ya habré logrado algo importante y algo para estar orgulloso.

G.R. Finalmente, mirando al futuro, ¿cuáles son tus aspiraciones como poeta y qué sueñas aportar a la literatura dominicana?

M.V. El libro ha sido mi experiencia en los últimos tres años, pero la experiencia y la vida no se han apagado.
Ya está en proceso mi próximo libro, que, aunque no vendrá por ahora, estoy seguro de que es mi próximo paso para lograr un país, un mundo, sostenible, justo, y en el que cada joven no solo ame a los demás, sino a todo lo que le rodea.

Manuel no me queda más que agradecerte e invitar a todos a Leer Vestigios del corazón y asomarse a la mirada de un joven que, con apenas dieciséis años, escribe como tocando el mundo por primera vez, con asombro, con nostalgia, con dolor  y con verdad.  Este libro es una invitación a reencontrarnos con la sensibilidad, a detenernos en las emociones que a veces callamos y a mirar el amor, la nostalgia y el tiempo desde los ojos de quien empieza a comprenderlos.

Pronto compartiré un artículo donde analizaremos más a fondo la esencia de su poemario —su ritmo, sus imágenes, su voz naciente—, pero hoy, simplemente, los invito a leerlo con el corazón dispuesto. Porque Vestigios del corazón se lee, se siente, se respira, y deja en quien lo habita una huella dulce y luminosa.

EN ESTA NOTA

Génesis Ramos

Poeta

Génesis Ramos Rodriguez, nació en Santo Domingo Este, República Dominicana, el 9 de mayo de 1997. Desde temprana edad, participó en competencias literarias y demostró su amor por la escritura, lo que la llevó a desarrollar una pasión por la poesía. Esta pasión se mantuvo a lo largo de su vida y, finalmente, la llevó a publicar su primer libro de poesía ‘‘Alma sin título’’. Es egresada de la Pontificia Universidad Católica Madre y Maestra, donde se graduó con honores en la carrera de Lengua Española y Literatura. Durante su tiempo en la universidad, también se resaltará como líder estudiantil, trabajando para mejorar la calidad de la educación y los servicios estudiantiles en el campus.Ramos es miembro del Taller Literario PUCMM dirigido por Valentín Amaro, un reconocido poeta y escritor dominicano, donde ha perfeccionado su técnica y estilo poético. A través de su obra poética, expresa sus pensamientos y emociones de manera profunda y conmovedora. Su estilo poético único ha sido aclamado por críticos y lectores por igual, y ha sido reconocido con varios premios literarios.

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