Cortesía de Freddy de la Rosa/Especial para Acento.com.do
El cantautor canario Sergio Alzola llega a Santo Domingo como parte de su travesía Canaribeando, un viaje musical y humano que une las islas Canarias con el Caribe a través de la canción de autor. Tras su reciente y aclamado concierto en la mítica Casa de Teatro, Alzola se prepara para una nueva cita el sábado 15 de noviembre a las 10:00 p.m. en el icónico Sabina Bar.
Sergio, tu primera presentación en República Dominicana fue en un escenario con tanta historia como la Casa de Teatro. ¿Cómo viviste ese debut?
Fue una experiencia luminosa. La Casa de Teatro tiene un aura muy especial, ese “duende” que solo poseen los lugares donde han cantado gigantes. La tarde empezó con un regalo: conocer a Freddy Ginebra, alma del lugar, y compartir momentos con el cantautor cubano Celestino Esquerré. Desde ahí, todo se volvió magia.
El concierto fue intenso, libre y por momentos volcánico. Me sentí arropado por un público cálido y muy sensible. También fue un honor recibir entre los asistentes a diplomáticos de Turquía, Chile, Italia, y especialmente a nuestra embajadora de España, Lorea Arribalzaga Ceballos, y al embajador de la Unión Europea, Raúl Fuentes Milani.
Fue, sin duda, un comienzo que guardaré para siempre.
Tu proyecto Canaribeando tiene un título muy sugerente. ¿Qué significa para ti?
Canaribeando es más que una gira; es una travesía entre dos archipiélagos que se escuchan a través del mar. Canarias y el Caribe comparten una raíz común: el mestizaje, la poesía y la resistencia cultural.
Con este proyecto quiero tender puentes entre las islas, reconocer en otras músicas los ecos de la nuestra y mirar el Atlántico no como una distancia, sino como una constelación de rutas, voces y memorias.
Cada encuentro se convierte en una canción, cada rostro en una historia, cada isla en un espejo del alma.
Tu música combina lirismo, espiritualidad y una sensibilidad muy humana. ¿Cómo nacen tus canciones?
Nacen del silencio. A veces una frase me visita o una melodía aparece sin aviso. Siento que las canciones me eligen a mí, no al revés.
Mis maestros no son solo músicos: también son poetas, filósofos, místicos. De cada uno he aprendido una forma de mirar el mundo.
Para mí, la música no se posee: se comparte. Es un puente invisible entre quien canta y quien escucha. Y cuando esa belleza se comparte, se multiplica.
El próximo sábado 15 te presentas en el Sabina Bar. ¿Qué pueden esperar los asistentes?
El Sabina Bar es un lugar con alma, un rincón bohemio donde la palabra y la música se abrazan. Me emociona presentarme allí, porque su espíritu dialoga con el mío: calma e inquietud, ternura y rebeldía.
Será una noche íntima, honesta y celebratoria.
Llevaré canciones de A mares, algunos temas nuevos y versiones que dialogan con los poetas que me inspiran.
Invito a todos a venir, a compartir la música y el viaje. Este sábado seguiremos Canaribeando, entre mares, acentos y nuevas historias por cantar.
¿Qué sigue después de Santo Domingo?
Seguir caminando, seguir aprendiendo. La música es una forma de gratitud y de búsqueda constante. Este viaje apenas comienza, pero ya me ha regalado encuentros inolvidables y una certeza: la belleza es la brújula más honesta que tengo.
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