El posicionamiento de la literatura del Caribe ha sido un reto para nuestros países durante muchísimos años. Nos preguntamos una y otra vez, ¿por qué no se termina de expandir nuestra literatura? ¿Por qué no llega ese esperado Boom internacional y  siguen permaneciendo algunos cuantos escritores en ese estado de privilegio?

¿Cómo los escritores caribeños podemos seguir tomando espacios en los almanaques de la literatura mundial?

Tenemos casos de escritores que han descollado tanto en el patio de nuestros países como internacionalmente: Rita Indiana, Reynolds Andújar, Miguel Yarull, Aurora Arias, Rosa Silverio (República Dominicana); Edwidge Danticat (Haití); Yolanda Arrollo Pizarro, Eduardo Lalo, Mayra Febres Santos, Pedro Cabiya (Puerto Rico); Karla Suarez, Wendy Guerra, Jorge Luis Torres (Cuba), y otros más.

Ellos, representan el sonido, el taste, el flow, el acervo, la historia oculta del Caribe y la exuberancia presente en esta literatura. Porque si, porque el Caribe es una paila de sancocho, donde ningún pedazo de víveres o carne es igual a otro.

Me sigo haciendo preguntas todos los días, (la literatura del Caribe está llena de ellas, claro), ¿por qué ha sido tan difícil este posicionamiento?, ¿qué nos sigue faltando? Si es que ciertamente algo falta.

Es evidente que en nuestros países existe una falta de apoyo pasmosa hacia la literatura. Pocas instituciones públicas en nuestros gobiernos respaldan el trabajo y la actividad literaria. Sumado a eso la falta de voluntad  política para mover la cultura hacia delante y capitalizar el poder que tiene para nuestras sociedades.  Un problema que no sabemos a ciencia cierta las raíces, porque poco se ha investigado a nivel científico. Vemos, sentimos y vivimos la falta de sensibilidad en general hacia las letras.

¿Por qué es tan importante leer para nuestros países? ¿Cuál es la huella que dejan en el tiempo nuestros escritores en los lectores y la ciudadanía?, “Un país con mejores lectores, es un país con mejores ciudadanos”, dijo Laura Niembro, Directora de Contenidos de la Feria del Libro de Guadalajara, México; en una conferencia  durante la Feria del Libro de Santo Domingo en 2023.  ¿Tenemos claras esas respuestas como Caribe?, ¿podemos tangibilizar eso?, a la verdad, verdad, no estoy segura.

Esa falta de sensibilidad sobre los temas culturales es lo que, a mis ojos, ha mantenido estancada la literatura durante tantos años (aún hay mucho que estudiar, insisto). Mi intención no es señalar, sino mover un poco el pensamiento crítico… ya va siendo tiempo de darle espacio y prioridad a la literatura.

Del otro lado, porque el asunto no es de una sola cara, tenemos como caribeños ideas preestablecidas sobre la literatura y sus posibilidades, y lo hemos hablado: arraigadas en modelos mentales colectivos que no nos sueltan, no nos dejan en paz; inmersos en nuestros problemas sociales y culturales, y muchas veces por ello acomodados en la excusa y la conformidad. No viendo el potencial y la capacidad que ya existe…  the local syndrome I call: “the Island fever”. Sobre todo no vemos la experiencia tan sui generis de hacer literatura en un lugar como el Caribe, no todo el mundo tiene ese privilegio.

Reconozco el esfuerzo  de muchos actores en la literatura de nuestros países que han hecho un trabajo extenso, sacrificado y en muchas ocasiones frustrante frente a tantos desafíos. La labor de las editoriales independientes en español en el Caribe, Estados Unidos, España y otros países ha sido también encomiable: Luna Insomne Editores, Cielo Naranja, Últimos Monstruos Editores (UME), Editorial Antincanon, Río de Oro Editores, entre muchas más (República Dominicana); Isla Negra Editores, Gnomo Literario, La Marías Editorial, Riel Editorial, La Editorial de la Universidad de Puerto Rico (UPR), Editorial EDP University, Centros de Estudios Avanzados de Puerto Rico, entre otras más (Puerto Rico); La Cámara del Libro Cubana (Cuba), La Pereza Ediciones, Hypermedia Editorial (Estados Unidos), Elefanta Editorial  (México),  Huerga y Fierro (España) y muchísimas más que no alcanzo a mencionar.

También reconozco que para superar esos charcos necesitamos unidad. Dejar a un lado la opresión sistémica que se repite una y otra vez hasta entre nosotros mismos que enfrentamos esos desafíos.

Ampliar oportunidades a los que ya son parte del sistema y reconocer el trabajo de los que han perseverado y entregado su vida y obra a la literatura; muchas veces sin más remuneración que la satisfacción de sembrar cultura, a sabiendas de esa gran pared de concreto que se nos impone por la poca noción o sensibilidad de la que hablamos.

‟Change people minds, change societies”, me decían mis grandes maestros de carrera hace muchos años. Estamos desperdiciando una gran oportunidad de educar y transformar nuestra gente, por nimiedades y limitaciones insulares que nos alejan del desarrollo y la expansión, la literatura es uno de nuestros mejores ejemplos.

EN ESTA NOTA

Roxanna Marte

Experta en servicios y consultora para hoteles, restaurantes y empresas de eventos.

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