Lux. Rosalía irradia un magnetismo especial, no solo por ser una mujer atractiva “Tía buena” le corearon dos de los miles de fans que asistieron a uno de sus conciertos en España, sino por su histrionismo mezclado con un gran carisma y una autenticidad muy suya. La joven de 33 años es soprano lírica, empresaria, actriz y productora de sus espectáculos. Habla varios idiomas y parece ser una gran lectora de todo lo que les llega a sus manos.
Sonriente y educada con la prensa. Una mujer que alberga “todos los delitos” ahora con un aire místico, propio de este tiempo donde los valores se mezclan con los hielos de la banalidad, como si fuera un trago nuevo.
Escuché de refilón la explosión orquestal sinfónica de Berghain que trata sobre una relación tóxica en la que la protagonista pierde su esencia por amor, se anula, desaparece.
Su interpretación arranca desde el propio estribillo, cantado en alemán: “Su miedo es mi miedo, su ira es mi ira, su amor es mi amor, su sangre es mi sangre.” Amor tóxico a la enésima potencia mientras el videoclip-con sinfonía incluida- muestra a la cantante en medio de una sala realizando tareas históricamente asignadas a la mujer: planchar, etc. Agobiante. Un amor envenenado dentro de una licuadora dando vueltas sin parar. La orquesta reproduce su angustia que no la deja en paz, como dice ese estribillo cantado en germánico “su miedo es mi miedo”.

Lo que si tengo claro es que el batallón de su equipo de producción es brutal, omnipresente y definitivamente va por el dinero grande y global, sin dejar cabos sueltos. La convirtieron en una superestrella de la actual cultura pop.
Exploradora emocional de los instintos básicos. Su apología a las santas del mundo (Sor Juana Inés de la Cruz, etc.) es un misticismo elevado al altar universal a través de una avasalladora expansión mediática (la cara de Rosalía es la yema del huevo frito con mangú de cualquier mañana).
Rosalía ya no es una artista cualquiera. Su “serena liquidez” provoca envidias. No deja a nadie indiferente. Ya se le relaciona con la ola de extremo conservadurismo puesto a todo vapor por la ultra derecha mundial.
Raphael de España cargando sus 82 años y 70 millones de discos vendidos en todo el mundo ha comentado en una revista, por cierto, una revista de derechas, que Rosalía ha realizado un trabajo extraordinario. “Tengo que decirlo, ha expresado el gran artista español, “me parece un trabajo fascinante; muy ambicioso y personal. Es un disco que mezcla lo sinfónico y lo experimental”. Y dice más “sigue habiendo artistas jóvenes dispuestos a arriesgar con formatos diferentes y fuera de los patrones más obvios. Bravo por su talento y valentía”, concluye Raphael sobre su paisana.
¿Hacia dónde conduce este rosario de santas? ¿A engrosar las arcadas del entretenimiento mientras se muestra una santidad motomami? Así argumentan los envidiosos, gurúes, los que se han quedado a la mitad del prado opaco y babeantes de la mediocridad.
No he escuchado las 18 piezas de Lux en 13 idiomas distintos. No me atrevo. Presiento que voy a caer extasiado con un aro de luz alrededor de mi cabeza y bailando impúdica y ridículamente para un señor de mi edad.
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