Dedicatoria 

En este Día Internacional del Teatro, rindo homenaje a quienes han hecho posible nuestra escena: desde los pioneros que abrieron caminos hasta los colegas de hoy que sostienen este arte con pasión y entrega. 

A ustedes, actores, dramaturgos, directores, escenógrafos, técnicos, productores y gestores culturales, que han convertido el teatro dominicano en un espacio de memoria, identidad y transformación. Son los imprescindibles, los que, con su talento y sacrificio, han elevado nuestra dramaturgia y han hecho del teatro un faro cultural para la nación. 

Este manifiesto es un llamado a la acción. Nos encontramos en un punto de inflexión: o tomamos medidas concretas ahora o seguimos dejando que se pierdan talentos, oportunidades y espacios esenciales para nuestra cultura. 

El teatro como raíz y proyección 

El teatro no es solo entretenimiento. Es el espejo donde una nación se reconoce, el escenario donde resuenan su historia, sus luchas y sus esperanzas. Si queremos un teatro dominicano con futuro, debemos cimentarlo en nuestras raíces y proyectarlo con vigor hacia las nuevas generaciones. 

No podemos conformarnos con imitar modelos ajenos. Necesitamos un teatro con nuestra propia voz, que refleje nuestra identidad y se erija como emblema cultural de la nación.

1-Un teatro con identidad histórica y cultural

El teatro dominicano debe nutrirse de nuestra historia y tradiciones para construir un lenguaje escénico propio. No podemos desligarnos de nuestras expresiones autóctonas: desde los autos sacramentales coloniales hasta el teatro de resistencia de 1916, pasando por los congos de Villa Mella, los guloyas de San Pedro de Macorís y el carnaval popular. 

Los dramaturgos y grupos que han dado forma a un teatro auténtico merecen reconocimiento y continuidad. Figuras como Rafael Damirón, Manuel Rueda, Franklin Domínguez, Máximo Avilés Blonda, Iván García, Rafael Acevedo y Marcio Veloz Maggiolo han demostrado que es posible hacer un teatro que dialogue con nuestra historia y con el presente. 

También debemos visibilizar a las mujeres que han forjado el teatro dominicano con su talento y visión: Camila Henríquez Ureña, Maricusa Ornes, María Montez, Casandra Damirón, Cecilia García, Flor de Bethania Abreu, Lucía Castillo, Carlota Carretero, Germana Quintana, Iris Peynado, Lidia Ariza, Yanela Hernández, María Castillo, Olga Bucarelli, Aidita Selman, Nives Santana, Paula Disla, entre muchas otras. Un teatro que no reconoce a todos sus protagonistas está incompleto.

2-La formación en sintonía con el teatro que necesitamos

Las escuelas de artes escénicas deben formar creadores que entiendan el teatro como un arte vivo, ligado a nuestra identidad. Es urgente revisar y fortalecer la enseñanza teatral en la Escuela Nacional de Arte Dramático y en los espacios independientes, asegurando que el currículo responda a nuestra realidad y no sea solo una réplica de modelos foráneos.

3-Concursos de dramaturgia para un teatro vivo

El teatro no es solo literatura: es acción, voz y cuerpo en el espacio. Es preocupante que muchas obras premiadas en concursos terminen en los anaqueles sin ser representadas. Necesitamos certámenes que no solo reconozcan la escritura, sino que garanticen la puesta en escena de las obras ganadoras.

4-Un teatro para el pueblo: accesible y en movimiento

El teatro no puede ser un arte de élite. Debe ser un arte del pueblo. Es imprescindible fomentar un teatro itinerante que recorra barrios, campos y escuelas, llevando el arte escénico a quienes no tienen acceso a él. 

El Ministerio de Educación, en conjunto con el Ministerio de Cultura, debería desarrollar un plan permanente de presentaciones teatrales en liceos y escuelas. Con un presupuesto del 4% del PIB y más de 12,000 escuelas y liceos en el país, hay capacidad suficiente para incluir presentaciones y clases de teatro como parte de un plan educativo integral.

5-Un teatro como marca país

Para que nuestro teatro tenga impacto nacional e internacional, necesitamos productores comprometidos con proyectos que resalten nuestra identidad. Deben existir incentivos para la producción teatral y apoyo del sector privado, permitiendo que el teatro sea sostenible y competitivo.

6-Nuestro teatro debe ser una industria sostenible

El teatro no puede depender solo de la pasión de sus artistas. Es necesario establecer circuitos de exhibición, redes de salas y espacios de difusión que permitan que las obras permanezcan en cartelera el tiempo suficiente para recuperar la inversión.

7-Un teatro que dialogue con su tiempo

 El teatro debe ser una herramienta de reflexión y cambio. Justicia social, derechos humanos, equidad de género, medioambiente y globalización son temas cruciales que deben estar presentes en nuestras obras.

8-Una política pública para el teatro

El teatro dominicano necesita apoyo real y continuo. No puede depender únicamente del esfuerzo individual de sus artistas. Es momento de exigir una ley de teatro que proteja y fomente el desarrollo del sector. 

Esta ley debe incluir: 

Subsidios para producciones teatrales. 

Incentivos fiscales para empresas que inviertan en teatro. 

Programación teatral en medios de comunicación y plataformas digitales.

9-Una organización fuerte para los teatristas

Así como los profesores dominicanos tienen su ADP, los teatristas dominicanos debemos formar nuestra propia asociación y cooperativa. 

Una cooperativa de trabajadores del teatro serviría como respaldo económico en momentos de crisis y garantizaría un final digno para quienes han dado todo por este oficio. 

Además, las salas oficiales deberían plantearse precios asequibles para las producciones independientes, abriendo la posibilidad de asociarse con productores teatrales cuyos proyectos privilegien la dramaturgia y la literatura dominicana.

10-Festivales de teatro: coordinación y diversificación

Los festivales de teatro son plataformas esenciales para la visibilidad del arte escénico, el intercambio cultural y el crecimiento del sector. Sin embargo, en nuestro país, la mayoría de los festivales repiten el mismo formato. 

¿Por qué no coordinarlos y diversificar su propósito? Algunos pueden enfocarse en reposiciones de grandes producciones, mientras otros pueden financiar nuevas creaciones. Una estrategia de colaboración permitiría una oferta teatral más variada, beneficiando tanto a los artistas como al público.

11-Un llamado a la concordia

El teatro es arte de comunidad, de encuentro. No podemos permitir que la división, el criticismo destructivo y las mezquindades empañen la grandeza de nuestro oficio. 

Hagamos de nuestros camerinos y pasillos espacios de apoyo mutuo, de respeto y solidaridad. No se construye un movimiento teatral fuerte con rencillas ni con chismes, sino con trabajo conjunto, con alianzas estratégicas, con la certeza de que juntos somos más. 

Un llamado a la acción y a la esperanza 

No podemos seguir enterrando a nuestros íconos con recoletas porque terminan en la pobreza, sin recursos para un entierro digno. El teatro es un arte de vida, pero también debe ser un medio de sustento y reconocimiento para quienes lo han entregado todo. 

Pero también hay esperanza. Nunca antes el teatro dominicano había tenido tantos talentos emergentes, tantos creadores dispuestos a transformar la escena con nuevas propuestas. Nunca antes hubo tantas herramientas a nuestro alcance para proyectarnos más allá de nuestras fronteras. 

Este no es solo un manifiesto. Es un llamado a todos los que aman el teatro a defenderlo, fortalecerlo y proyectarlo hacia el futuro. 

Danilo Ginebra

Danilo Ginebra. Director de teatro, publicista y gestor cultural, reconocido por su innovación y compromiso con los valores patrióticos y sociales. Su dedicación al arte, la publicidad y la política refleja su incansable esfuerzo por el bienestar colectivo. Se distingue por su trato afable y su solidaridad.

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