Amigos de la palabra:

Amantes de la poesía:

Esta tarde nos convoca un libro que no se lee solamente con los ojos, sino con las zonas más hondas de la memoria y de la sensibilidad. Albergue de fantasmas, de nuestra Ibeth Guzmán, nos abre las puertas a un territorio donde la vida, la muerte, la infancia, el tiempo y la voz se entrelazan como presencias inevitables, como huellas que permanecen incluso cuando creemos haberlas olvidado.

Desde su primer poema, “Cementerio”, la autora nos sitúa en un paisaje de desolación encendida, un “portal hacia lo que nunca fue”, un suelo que “arde de olvido”, una voz que reconoce que hasta los fantasmas “perecieron de abandono”. Ese mundo inicial es ya una declaración estética.

Pero este no es un libro de derrotas. En su centro laten preguntas esenciales: ¿qué recordamos?, ¿qué olvidamos?, ¿qué permanece? Poemas como “Calendario”, “Hoy la vine a visitar” o “Memoria”, nos enfrentan con la fragilidad de la remembranza, con su carácter engañoso, cíclico, siempre cambiante. Ibeth nos dice que “Recordar es una mentira”, y a partir de esa sentencia nos invita a recorrer las habitaciones donde la memoria se inventa, se fragmenta y se reinventa.

También está presente la infancia, no como un pasado idílico sino como un territorio donde se quiebran y se fundan las primeras luces y los primeros miedos. En “Niña del pasado” o “Tránsito: entre el lazo y el nudo”, la autora examina ese puente entre la niña y la mujer, entre la inocencia perdida y el presente convulso que la interpela.

Y junto a la infancia aparece la maternidad, quizá uno de los ejes más conmovedores del poemario. Desde la ternura temblorosa de “La exactitud diminuta de tu nombre”, hasta la dureza irreparable de “Hoy la vine a visitar”, la poesía de Ibeth muestra la maternidad como desvelo, como herida, como refugio y como miedo. Es una maternidad luminosa y a la vez atravesada por sombras, una maternidad que salva, pero que también puede desbordar.

Palabras de la Dra. María Amalia León en la presentación del poemario Albergue de fantasmas, de Ibeth Guzmán

En Albergue de fantasmas encontramos, además, un diálogo constante con el tiempo: un tiempo que congela, que se acelera, que engaña y que cae como una lluvia inevitable. La autora lo presenta como un personaje vivo, como un destino que se mira de frente: “La vida es una certeza peor que la muerte”, leemos en “Cuando el tiempo se acaba”. Y en su manera de nombrarlo, la poesía se vuelve conciencia, presagio, advertencia.

No puedo dejar de mencionar el valor simbólico del “agua”, la lluvia que odia su condena de Sísifo, el río que vuelve siempre a su cauce. Esas imágenes, presentes en poemas como “Lluvia enamorada”, “Ceguera” o “La memoria del agua”, funcionan como metáforas de lo inasible, de lo que renace aun cuando parece borrado, de lo que fluye pese a la dureza de la piedra o del destino.

El ritmo de estos poemas nos regala un verso libre que respira con una cadencia propia, que oscila entre la sentencia, el murmullo y el grito. Su poesía avanza como un pulso: a veces breve y punzante, otras veces extendida, envolvente, casi narrativa.

Dra. Ibeth Guzmán.

Para quienes conocen la trayectoria de Ibeth Guzmán —su trabajo crítico, sus ensayos, sus textos periodísticos, su exploración narrativa— este poemario representa un giro hacia una zona íntima y reveladora. Ibeth es una autora acostumbrada al análisis lúcido, a la reflexión sobre la cultura, a la precisión conceptual. Ella, como dice en su prólogo Mateo Morrison, “ha realizado con un rigor y audacia paradigmáticos los diálogos académicos que han renovado los altos niveles en que se concibe la relación lectura y escritura, sin dejar el más mínimo resquicio a la superficialidad.” Sin embargo, en este libro la razón se retira un poco para permitir que hablen el temblor, la herida y el misterio.

Si en su prosa la autora estructura, explica, expone, en Albergue de fantasmas deja que la emoción dicte el ritmo. Aquí no se disecciona: se siente. Aquí la palabra no pretende resolver nada: solo ilumina, por breves instantes, las propias sombras, que suelen ser las mismas sombras que habitan en nosotros.

Albergue de fantasmas es, en definitiva, un libro que nos recuerda que la poesía sigue siendo uno de los pocos espacios donde es posible decir lo indecible. Leer este poemario es entrar en una casa hecha de sombras, sí, pero también de revelaciones. Es reconocer que todos habitamos, en algún rincón, nuestro propio albergue de fantasmas.

Gracias a la autora por este viaje.

Y gracias a todos ustedes por acompañarnos en la celebración de su palabra.

16 de diciembre 2025

María Amalia León

Directora Centro León

Presidente de la Fundación Eduardo León Jimenes y Directora General del Centro León, instituciones que promueven el mejoramiento de la calidad de vida de los dominicanos a través de la educación, las artes y la cultura y el respeto al medio ambiente. Ha desarrollado una carrera activa en el campo de la educación en la República Dominicana, especialmente en las áreas de Literatura y Filosofía. Recibió la distinción Doctor Honoris Causa de la Universidad APEC, tiene un Doctorado (Ph.D.) en el campo de Filosofía y Lenguaje de la Universidad Complutense de Madrid (España), así como un título en Administración Escolar y un diplomado en Dinámica de Grupos. Es Licenciada en Educación con una especialización en Filosofía y Letras de la Universidad Pedro Henríquez Ureña (República Dominicana); cofundadora de la Comunidad Educativa Lux Mundi, donde se desempeñó como directora académica durante 25 años. Miembro de la Junta de Asesores del Instituto de Estudios Dominicanos de la City University of New York (CUNY DSI), miembro de la Junta Nacional del Smithsonian, miembro del Consejo de Patronos de la Fundación del Museo Reina Sofía (España). Miembro activo de consejos ejecutivos de instituciones importantes en la República Dominicana tales como: Consejo Nacional de Cultura, Fundación Sinfonía, Consejo de Ciudad Santa María, Fundación Museo Atarazanas Reales (MAR), Consejo de Dirección de los Colegios Preuniversitarios Pedro Henríquez Ureña (COPHU), Fundación Universitaria Dominicana Pedro Henríquez Ureña (FUDPHU), Fundación Amigos del Teatro Nacional, el Centro de Integración Familiar Poveda y miembro del Consejo Fundador de la Fundación Amigos de la Ciudad Colonial (Santo Domingo, República Dominicana). También formó parte de los Consejos Directivos de: Instituto Superior de Formación Docente Salomé Ureña (ISFODOSU) de 2008 a 2017, Universidad Acción Pro-Educación y Cultura (APEC) de 2011 a 2017, Fundación Institucionalidad y Justicia Inc. (FINJUS) de 2011 a 2014 y del Consejo Asesor Externo del Ministerio de Educación entre 2000 y 2006. Entre sus publicaciones compartidas, destacan “Cuando El Viento Habla” (ficción para niños, colección Cuentos de la Reserva de la Biósfera, 2009); “Las Fundaciones, Voz de La Solidaridad”, en Los Derechos Humanos en su Origen: La República Dominicana y Antón De Montesinos (Universidad Complutense de Madrid, Cooperación Española, Quinta Dominica, 2011); “Génesis de un Milagro” (ficción para niños, colección Arte Libro BHD, 2015) y “Los Valores a través del Simbolismo Literario”, edición de su tesis doctoral de la Universidad Complutense de Madrid, que próximamente saldrá a la luz pública. Para María Amalia, los ideales y la utopía son el motor que mueve al mundo. Su mayor satisfacción es ser pista de despegue de los sueños de los demás a través de las artes y la educación.

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