La conocida proposición de Ludwig Wittgenstein —"Los límites de mi mundo son los límites de mi lenguaje"— parte de una comprensión estructuralista del lenguaje, en la que se equipara la capacidad únicamente humana de significar a las lenguas convencionales. Bajo esta premisa, mientras más lenguas domine una persona, o mientras mejor conozca su lengua, más vasto sería su mundo. Sin embargo, esta concepción reduce el lenguaje a un único sistema de comunicación verbal y limita su potencial expresivo a lo lingüístico, "sensu estricto". Esta limitada equiparación entre lengua e idiomas deja de lado la complejidad del lenguaje como facultad de expresar pensamientos a través de múltiples formas.

Dicho lo anterior, resulta necesario precisar que las posibilidades del lenguaje desbordan las estructuras lingüísticas formales, puesto que, a través de tecnologías como la escritura, la imagen, el código binario o la inteligencia artificial generativa, el ser humano ha demostrado que el lenguaje puede operar como plataforma multimedial de comprensión y representación del mundo.

Ferdinand de Saussure concebía el lenguaje como una capacidad únicamente humana fundamental para producir significados, más allá del habla o la lengua (Saussure, Curso de lingüística general, 1916). Por lo tanto, todo dispositivo comunicacional que articule y exprese sentido —sea un gesto, un algoritmo, una fílmica, un poema, un cuento, una novela o una imagen— es, en sentido profundo, lenguaje, como lo reconoce el propio Saussure.

Con el surgimiento del cibermumdo, y su constante expansión, esa capacidad creadora del lenguaje humano alcanza una nueva dimensión. Herramientas como los traductores automáticos, los asistentes de voz o los generadores de texto demuestran que ninguna lengua representa un límite para acceder al mundo. Por el contrario, la IA se convierte en una extensión del cerebro humano que le permite trascender las limitaciones del lenguaje verbal.

Antes de la IA, se habían hecho intentos por establecer un código lingüístico universal (el esperanto) que permitiera la intercomprensión entre humanos. Ante su fracaso, el aprendizaje de la lengua universal, de la ciencia, la tecnología y el comercio (actualmente, el inglés) ya había roto esos límites.

Desde esta perspectiva, salvo error de mi parte, la proposición de Wittgenstein ha perdido valor de verdad (Wittgenstein, Tractatus Logico-Philosophicus, 1922). En consecuencia, el lenguaje no debe entenderse únicamente como estructura gramatical, ni como facultad neuroanatómica inerte, sino, y mucho más allá, como "universo de universos comunicativos" (Roa Ogando, Cosmolingüística: Discurso, ideología y cine, Isla Negra, PR, 2022).

Todo aquello que articula y expresa sentido "de un yo para un tú, en situación de comunicación" —sea verbal o no verbal— participa de la expresión del pensamiento en un sentido amplio. En la era del cibermumdo y, dentro de este, de la inteligencia artificial, el lenguaje humano se reconoce en pantallas, sistemas y redes que razonan, preguntan, responden, actúan y dialogan con nosotros a cada instante.

Lo precedente admite que no existe distinción posible entre lenguaje, discurso y fanerón, pero nunca dentro de las trampas del estructuralismo ortodoxo decimonónico. Entonces, si el lenguaje ya no es límite para el mundo de una persona ¿cuáles son los limites de nuestro mundo? (CONTINUARÁ)

Gerardo Roa Ogando

Profesor universitario y escritor

Gerardo Roa Ogando es Decano de la Facultad de Humanidades, de la Universidad Autónoma de Santo Domingo (UASD). Es doctor en Filosofía del Lenguaje, con énfasis en Lingüística Hispánica. Magíster en Lingüística Aplicada; Máster en Filosofía en un Mundo Global y Magíster en Entornos Virtuales de Aprendizaje. Es Profesor/Investigador adjunto, en la Universidad Autónoma de Santo Domingo (UASD). Director de la Escuela de Letras en la Facultad de Humanidades, y profesor de Análisis Crítico del Discurso (ACD) en el posgrado del área de lingüística en dicha universidad. Miembro de número del Claustro Menor Universitario de la UASD desde el año 2014. Algunas publicaciones: “Taxonomía del discurso” (libro, 2016); “La competencia morfosintáctica” (libro, 2016); Redacción Académica (2019, libro); Lingüística cosmológica (2013, libro); “Cuentos del sinsentido” (2019, libro);

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