A mi hermano Abel, a sus complicidades con mis heterodoxias.
301) Una de las grandes mentiras en que incurren, no solamente personas comunes y corrientes, sino también individuos a los que se los suele suponer juiciosos, es el sostener que las religiones son soportes morales, fuentes de soportes éticos. Para muchos de éstos, los males que producen las instituciones religiosas son muy inferiores a sus aportes morales, a sus “misiones” de control del desbordamiento anti ético que, según ellos, se produciría sin este “freno” deontológico. Yo, al contrario, creo lo que propician las religiones es darle un carácter más secreto, a veces más sutil, a los grandes vicios humanos, que también ellas prohíjan, ejecutan y defienden.
302) Más que arrepentirnos de nuestros pecados, de lo que solemos arrepentimos es no solo de no haber pecado más, sino de no haber cometido ciertos pecados.
303) Lo malo no es que veamos las cosas desde nuestra ceguera, sino que creamos que nuestra falta de visión es un fanal que ilumina el sendero, es decir, el sentido para nuestra invidencia y las que entendemos en otros.
304) Quienes creen en la “voluntad de Dios”, necesariamente se ven obligados a encontrarle acomodo a un sinnúmero de las barbaridades, inconcebibles para la honestidad reflexiva.
305) No digo nada nuevo a afirmar que son demasiadas las personas cuyo combustible esencial de vida es el odio, el resentimiento y la amargura. Si de repente les faltaran estos carburantes a su accionar, sería como si les cortaran el aliento, como si les arrancaran de raíz su razón vital. Estos individuos viven vertiendo veneno a diestra y siniestra, arrojando piedras y disparando balas, y a cambio esperan que les lancen rosas perfumadas, que se los embalsame con todas las exquisiteces aromáticas. Y en el caso en que se los complazca, tampoco lo agradecen, porque sólo saben bailar al ritmo de la envidia, y hasta las buenas intenciones de los otros las ven como insinceras, como asechanzas disfrazadas de lo que entienden fingida “buena voluntad”. Lo más conveniente es apartarse de estas personas, pero hay que hacerlo con el mayor de los cuidados porque sus vulnerabilidades emocionales las han dotado de una terrible capacidad de venganza.
En estos tiempos turbulentos, decepcionantes, me consuelan, sin embargo, unos sorbos de vino, unas prosas elegidas, unas presencias poemáticas, alguna música; y de vez en cuando, una conversación con los poetas Orlando Morel y José Enrique García.
306) A veces nada me importa este sinsentido en que nos desenvolvemos, pero otras me irrito ante la ceguera y sordera del mundo, ante tantos sermones inútiles y tantas acciones miserables.
307) Temo a los días futuros en que mis libros quizás no sean ni siquiera una aproximación al consuelo.
308) Casi siempre, en la serenidad del artista subyace una agitación infernal. Y no se trata de meras poses y romanticismo; todo artista verdadero lo sabe.
309) El arte es una manifestación espiritual que une a naciones e individuos; la política y la religión son manifestaciones humanas que casi siempre dividen a naciones e individuos.
310) Las redes sociales han creado tal nivel de dependencia e imbecilidad humanas que casi no podemos estar alejados de ellas, y cuando lo hacemos, aunque sea por breve tiempo, volvemos presurosos a su compañía, esperando encontrarnos con el milagro anhelado.
311) ¿Acaso no es más conveniente asumir el caos como nuestro compañero esencial, en vez de luchar por un orden imposible, por una paz que nunca llega, o que apenas asoma deviene también en caos? Sería tal vez conveniente que si bien no podemos amar el caos, por lo menos aprendamos a ser tolerantes con él, lo que sería como asumir la verdad con todas sus consecuencias, aunque mucho nos duela.
312) Todo lo que atenta contra nuestras potencialidades, debemos esforzarnos en apartarlo de nosotros, porque ello conspira contra nuestra acumulación de poder. Y cuando hablo de poder, no me refiero exclusivamente a poder económico, sino, esencialmente, a fuerza espiritual, a paciencia, a reflexión, meditación, recogimiento en soledad; es decir, para mis fines, a posibilidades creativas.
313) Es verdad: a veces los sueños se cumplen. Pero también es cierto que muchas veces suelen convertirse en pesadillas “reales”. Es decir que no hay forma de impedir que siempre estemos soñando potenciales infiernos.
314) Escribir bien es la prueba de que se ha sabido leer bien la vida y las palabras. Escribir bien es saber traducir de forma creativa esa lectura.
315) Vivir de la mejor manera es, sencillamente, haber encontrado la mejor manera de morir.
316) En sus Textos cautivos, Borges dice de Thomas de Quincey algo así como “era opiómano y todo, pero nos legó catorce generosos volúmenes”. Y yo digo de tantos poetas que admiro: eran alcohólicos y todo, pero nos legaron muchos generosos volúmenes.
317) Sólo desde mi infierno puedo construir mi pedazo de cielo. Mi pobre cielo de palabras precarias, sombras, sobras, desperdicios, carroñas de luces refulgentes, abandonadas por dioses que la fijaron, la distribuyeron y la abandonaron a la suerte de los hombres. Si no me ha sido dada esa luz en su más alta concentración y pureza, ¿debo acaso blasfemar de mis mezquinos dadores porque la hayan prodigado a otros a manos llenas? Supongo que debo ser agradecido de mis migajas, pues con ellas, sólo con ellas, podré construir mi pequeño, mi humilde cielo.
318) Tal vez la belleza y la libertad sean las cuestiones por las que cualquier sacrificio es válido. Considero que la libertad y la belleza merecen todo nuestro empeño y devoción; también entiendo que en caso de ser necesario, la primera bien podría sacrificarse a la segunda. Claro que esto sólo lo entienden las mentalidades artísticas.
319) Tal vez sea este mi libro del cansancio, del hastío, de la impotencia para detener el pudridero en que voy cayendo. Y mientras cada día todo huele peor, debo soportar que constantemente me estén golpeando con una supuesta “fragancia” divina.
320) En estos tiempos turbulentos, decepcionantes, me consuelan, sin embargo, unos sorbos de vino, unas prosas elegidas, unas presencias poemáticas, alguna música; y de vez en cuando, una conversación con los poetas Orlando Morel y José Enrique García.
321) ¿No es acaso normal que muchos seres emocionalmente derrotados, incluyendo a grandes artistas, vivan con una sospecha permanente de que otros quieren perjudicarlos, de que siempre conspiran en su contra? ¿Es acaso artista el creador cuyas vigilias no estén pobladas de tales visiones fantasmales?
322) Debes pagar el precio de permitir que muchos mediocres, resentidos y amargados por cosas menores se acerquen demasiado a ti. Debes cargar con el remordimiento de no haber podido, querido o sabido poner la debida distancia.
323) En el abismo de nuestra existencia hay sólo pequeñas pausas de engañosas dulzuras, de mínimas intermitencias luminosas, en medio de ese largo, oscuro y escabroso túnel del vivir.
324) La esencia del ser es la incompletud.
325) Si pretextas como impedimento tus circunstancias negativas para no enfrentarte a tus deberes, o estás ya derrotado a te aproximas a ello.
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