Las relaciones entre el teatro y la política pueden ser delicadas e incluso, en ocasiones, tensas, pues el teatro es por naturaleza un arte comprometido, desafiante a los poderes y símbolo de resistencia social. Sin embargo, hay instantes en que necesariamente ambos poderes, tanto el del Estado como el del teatro, han de encontrarse en un punto de cierta neutralidad para dialogar y reconocerse, entonces ahí es cuando pueden suceder acontecimientos históricos que enaltecen la historia del arte escénico.
Uno de esos momentos históricos es el que podemos apreciar en esta fotografía del año 1976. En ella vemos a Monina Solá (izq.), a Elba Franco y al entonces presidente Joaquín Balaguer, entregando la insignia a la Sra. Solá que le condecora con la Orden de Duarte, Sánchez y Mella en el grado de caballero. El evento tuvo lugar en el Salón de Embajadores del Palacio Nacional, en plenos 12 años del balaguerato.
La imagen pertenece al archivo de la familia Lajara Solá y fue publicada en el año 2023 en el libro Monina Solá, leyenda del teatro dominicano, de Homero Lajara Solá.
Imaginen eso, una gloria de las artes escénicas y un repudiado sátrapa en una misma foto. Uno reconociendo a la otra. ¿Qué podemos deducir de un momento como este? ¿Qué implicaciones políticas, sociales y culturales puede contener una instantánea como esta?
Digan ustedes si fotografías así no son meritorias de su rescate y salvaguarda como parte esencial del registro gráfico y memorístico de la historia teatral dominicana, más allá de las implicaciones políticas y sociales contextuales. Definitivamente hay momentos en la vida, dentro y fuera del teatro, que van más allá de la representación.
Pongamos el café, que la conversación puede ser larga.
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